Coloquio

Edición Nº57 - Mayo 2022

Ed. Nº57: “Si no nos hacemos preguntas nuestro mundo se hace cada vez más chiquitito”

Por Federico Kremenchuzky

Los que tenemos el placer (y responsabilidad) de haber elegido trabajar en espacios de educación judía sabemos que los pequeños relatos de historias personales tienen un poder enorme para transmitir una idea, un valor o entender el contexto histórico. Conocer un momento de la vida personal nos genera empatía y hace más real y cercano lo que escuchamos o leemos.

Los y las invito a imaginar la escena de este fragmento relatado por Shimon Peres (Z´L), en su libro “No hay lugar para sueños chicos¨ (2017). ¿Qué piensan los participantes de la escena? ¿Cómo se visten? ¿El clima, los olores? ¿Qué preocupaciones tienen? 

«Todavía recuerdo ese poderoso momento. Mis padres me llevaron a la casa de sus amigos, donde un gran grupo ya se había reunido. Un hombre joven acababa de llegar de la Tierra de Israel y estaba deleitando a la multitud con grandes historias de una tierra distante.
 
Habló del sol interminable y una cultura exótica, un desierto con árboles frutales, judíos que
trabajaban con sus manos y peleaban con ellas también.
 
Cuando terminó, se volvió hacia una caja detrás de él y la levantó para que los reunidos pudieran verla. Hubo un murmullo en la habitación. Hubo una ceremonia para su presentación, una formalidad que sugería que esto ya se había hecho muchas veces. Una por una, cada persona en la habitación eligió un paquete de la caja y quitó delicadamente la envoltura para revelar una naranja de Yaffo madura, recogida directamente del árbol.
 
Cuando fue mi turno, lento y nervioso de poder hacer algo mal, llevé la naranja a mi nariz, respirando mi primer olor a cítricos. Era verdaderamente, en color, fragancia y sabor, tan extravagante como extraordinario como para que un chico tan joven pueda imaginar. Fue mucho más que una fruta, fue el símbolo de mi esperanza y aspiraciones.»
 
Leo este fragmento una y otra vez en los últimos años y no dejo de sorprenderme. Un niño en Polonia, décadas antes de la creación del Estado de Israel, vive una experiencia que parece ser transformadora en su vida y en su vínculo con esa “tierra distante”. Me surgen algunas preguntas e intentaré compartir algunas reflexiones: En primer lugar no puedo evitar pensar en la cantidad de oportunidades que como educadores judíos tenemos día a día para generar este tipo de experiencias en cientos de estudiantes. ¿Somos conscientes de esto? ¿Aprovechamos cada una de esas oportunidades como si fueran únicas?
 
Creo que gran parte de nuestra responsabilidad como educadores judíos en la actualidad es hacer constante estas preguntas. Es necesario que cada vez que nos sentamos a crear experiencias educativas pensemos cuán relevantes van a ser en la vida de los y las estudiantes. Es responsabilidad nuestra preguntarnos qué tipo de experiencias proponemos. Esas que producen aprendizaje inerte, superficial y pasajero o las que aspiran
a un aprendizaje profundo, realmente significativo, transformador y perdurable. Ese aprendizaje que te hace pensar y conectar desde otro lugar.
 
Claramente no era lo mismo recibir a las apuradas una noticia o un cuento de lo que aquella persona vio en la Tierra distante de Israel, que tomarse el tiempo y que parezca casi como una ceremonia la entrega de esos paquetes que generaron aspiraciones y asombro en ese niño Shimon Peres.
 
Otro tema que me surge al volver a leer esta pequeña historia es en cuanto a los contenidos. Si bien el anhelo del pueblo judío por retornar a su tierra ancestral estuvo siempre presente, pocos años antes de esta historia el movimiento sionista toma fuerza y gran cantidad de pensadores, líderes y pioneros comienzan a tomar acción para hacerlo realidad de forma masiva y organizada. Para muchos, Israel vuelve a ser el centro de su vida judía. Hoy el Estado de Israel ya es una realidad, ¿Son los mismos sueños de hoy en día? ¿Transmitimos la misma idea?
 
Hace años gran cantidad de experiencias educativas están centradas en los grandes logros y éxitos de Israel. Hoy creo cada vez más necesario poner tiempo en crear discusiones y plantear dilemas actuales. De esta forma vamos a lograr un vínculo más real y sentido. Acá no se discute a mi parecer el derecho de existencia del Estado de Israel con fronteras seguras y reconocidas, sino más bien, dejar de solamente idealizar para llevar el debate a un pensamiento crítico, honesto y responsable.
 
El contexto mundial y del pueblo judío en particular, no es el mismo hoy que en 1897 mientras se desarrollaba el primer Congreso Sionista de la mano de Herzl. Tampoco es igual que hace 20 años y no lo será igual que en otros 20 años adelante. La renovación de las formas de enseñar y qué enseñar es sin lugar a dudas necesaria. “Hi Efshar LeBeit HaMidrash belo Jidush – No puede haber una casa de estudios sin una interpretación novedosa”, dice en el Talmud.
 
Melina Furman en Enseñar Distinto (2021) se pregunta sobre la necesidad de la innovación en la educación, pero destaca que “no hay que cambiar por cambiar. Sino porque la educación de hoy tiene que tener sentido para quienes aprenden. Tiene que despertar (o mantener encendidas) las ganas de aprender.” Innovar en educación tiene que ver con hacernos la pregunta constante de qué debemos conservar porque es realmente valioso y relevante y qué debemos revisar.
 
Como educadores judíos no debemos perder la rutina de salir de la rutina. De hacernos día a día, experiencia tras experiencia, las preguntas qué sostenemos y qué revisamos. Me cruzo a diario con educadores y equipos de conducción que se hacen estas preguntas, destacarlos, darles lugar a compartir sus experiencias y crear una cultura de innovación colectiva es cada vez más necesario.
 
El gran desafío que tenemos hoy en día como educadores judíos es intentar encontrar para cada estudiante que participa de las experiencias que proponemos, cuál es esa “naranja de Yaffo” que genere asombro, aspiraciones y ganas de aprender, que conecte con nuestras raíces y lo haga pensar su vínculo con Israel.
 
Autor: Federico Kremenchuzky
 
Minibio: Federico Kremenchuzky, maestrando en Gestión y Evaluación de Instituciones Educativas (UNTREF), durante los últimos 18 años participa en el diseño y gestión de proyectos educativos tanto en el ámbito formal como No Formal. Es capacitador y facilitador de experiencias de enseñanza-aprendizaje con grupos diversos, principalmente en educación judía. Sus principales intereses y formación están orientados a la creación de propuestas innovadoras, nuevos recursos educativos y liderazgo comunitario, desempeñándose como voluntario durante varios años en espacios de formación en Taglit Argentina, liderando grupos de adolescentes de Clubes Ted-Ed y actualmente como miembro Cadena Argentina, entre otras. Hace 6 años se desempeña como Director Educativo de Keren Kayemet LeIsrael en Argentina y es miembro del equipo de estratégias de difusión de la escuela Scholem Aleijem.