Coloquio

Edición Nº29 - Marzo 2015

Ed. Nº29: Procesos de inserción e inclusión de los judíos llegados como inmigrantes a Argentina

Por Elba Muler

Comenzaré analizando las complejidades acerca de Cultura y Personalidad Básica, que el mundo en general y nuestros países en particular atravesaron.
 
Como introducción tomaré los marcos teóricos que definen esos conceptos básicos para este análisis: Cultura e Identidad dentro de los cuales analizaré sus aspectos históricos, con las implicaciones que en ellos tienen el imaginario social y las instancias simbólicas, en la que se debe involucrar la participación social y cultural de los actores. Es que, no es fácil definir la identidad de un grupo humano en las sociedades actuales donde se producen continuos cambios e incesantes contactos culturales y consecuentemente rupturas y coexistencia de valores. 
En el caso argentino consideramos necesario explicitar como se dio la integración de los inmigrantes judíos y su identificación y aporte a la cultura del país. Aplicando una visión retrospectiva para develar las tendencias históricas, primero se analizarán los conceptos básicos “Cultura” y “Personalidad Básica, o Carácter Nacional” con el alcance que tienen en una sociedad moderna.
 
Cultura
 
El hombre pertenece a la única especie biológica que posee cultura y esto contribuye a definir el carácter humano de la misma. Un rasgo fundamental de la cultura es producir una identificación de los humanos por medio del idioma, la religión o los modos de vivir. 
 
En las llamadas “comunidades primitivas” esto es fácil pues sus integrantes se sienten plenamente identificados, ya que no se les presentan alternativas. Pero en las sociedades modernas, se dan continuos contactos culturales y acelerados procesos de cambio, el fenómeno se hace más complejo y la cultura sufre crisis de identidad, rupturas y coexistencia de distintos valores. 
 
Cuando se dan contactos entre culturas diferentes se producen fenómenos de “difusión, aculturación y asimilación”; los que están muy relacionados, y los científicos sociales coinciden en que en el siglo XX fueron más activos que en cualquier otra época de la historia. 
 
Asimilación cultural se refiere a una absorción bastante completa por parte de una cultura o a una fusión de dos culturas, donde no son claramente discernibles las originales. Asimilación es el proceso o los procesos por los cuales gente de diversos orígenes raciales y diferentes herencias culturales, que ocupan un territorio común, logran una solidaridad cultural suficiente para conseguir la unidad nacional. 
 
Personalidad básica 
La cultura caracteriza a un pueblo de manera más significativa y científica que cualquier distintivo fisiológico. El amor al propio país significa estimar sus características culturales. Si bien el primer fundamento teórico acerca del tema fue aportado por el Iluminismo, es a principios de la década del treinta cuando los estudios de la personalidad en forma científica, llevan al convencimiento de que para interpretar la conducta del individuo debe estudiárselo en relación a la cultura a la que pertenece. 
 
En los llamados estudios de Cultura y Personalidad, se interrogaron acerca de cómo la cultura de cada pueblo determina los valores y las concepciones de sus integrantes. Consideraron que en cada cultura se configuraba una personalidad típica, la que a su vez realimentaba la cultura en la formación de los nuevos miembros de esa sociedad. 
Linton (1960:45) criticó el criterio de la existencia de una única personalidad básica para los individuos que comparten una cultura, e introdujo el término “personalidad de status,” especialmente en los Estados modernos, en los que coexisten subgrupos y subculturas. Superando así el relativismo extremo de las teorías de la psicología cultural. 
Desde la sociología. en una nación actualmente, se dan diversidad de conductas debido a los distintos grupos a los que pertenecen sus habitantes y si bien hay elementos de uniformidad en la personalidad de los que integran un sistema social, hay también flexibilidad en los comportamientos, especialmente en las sociedades complejas, donde sus integrantes cumplen multiplicidad de roles. 
 
Períodos históricos en la conformación de la Nación Argentina 
La “Generación del ‘37” supo utilizar el pensamiento avanzado de su tiempo como herramienta de indagación y transformación de su realidad nacional. Sometió las ideas de mayo a un examen. Esta línea de pensamiento, que fue la que finalmente se impuso, se planteó como alternativa para encauzar al país, y salir de la antinomia que lo devoraba, transformar la realidad creando un nuevo tipo humano que se obtendría por medio de la inmigración mediante el entrecruzamiento de la tradición hispano-criolla, cuyo valor más importante residía en el sentido espiritual y puro de la religión católica, con los de otros pueblos de distinta sensibilidad política. Para la adquisición de esos valores, era necesario según la concepción de Alberdi acudir a las culturas francesa y anglosajona. 
 
La constitución de 1853 basada en este ideario, determinó el programa de acción que se seguirá después de Caseros y cuyo principal objetivo será la transformación de la sociedad con el fin de promover el desarrollo del país, mediante un plan basado en tres fundamentos: 
 
1) Inmigración masiva 
2) Educación universal y obligatoria 
3) Importación de capitales y desarrollo de formas de producción modernas. 
 
Periodo de la organización nacional
 
La Argentina moderna 
 
Este programa de acción se puso en práctica recién en 1880, debido a que en el período 1852-80, todavía se produjeron enfrentamientos entre grupos con distintas expectativas y actitudes acerca del camino que debía tomar el país (Romero, 1984:149). 
 
Están los del interior, quienes con una “mentalidad conservadora y tradicionalista”, tratan de seguir las líneas del período colonial; los que tienen una “mentalidad transaccional” desprendida de la primera, pero que reconocen lo positivo de algunos cambios que les resultarían convenientes (los del litoral) y por último, grupo de “mentalidad progresista” burguesa cuyos integrantes asumiendo la defensa de los intereses de Buenos Aires, eran apoyados por pequeños grupos urbanos del interior en quienes el componente tradicional era débil. 
 
El grupo, descendiente ideológicamente de la generación del ‘37, una vez conseguida la pacificación nacional, superados los conflictos interprovinciales, la capitalización de la ciudad de Buenos Aires y el sometimiento total de los indios, con la subsiguiente incorporación de 15.000 leguas de tierras fértiles al territorio nacional, está en condiciones de llevar a la práctica dicho ideario. La filosofía elegida para llevar a cabo el proyecto de una “Argentina Moderna”, “racional”, es el liberalismo en lo económico y el positivismo de Comte y Spencer con una concepción específicamente “argentina” (Jitrik, 1982:50). Se encarnó como filosofía política y como pedagogía desde la Universidad de la Plata, con su Facultad de Ciencias Naturales, y desde la Escuela Normal de Profesores de Paraná, con su efecto sobre la escuela pública, la que unificó los nuevos valores sostenidos por inmigraciones tan diversas. 
 
Este ideario que fue legitimado a través del pensamiento de distinguidos intelectuales condujo a la implementación de reformas que llevaron a la secularización del país, mediante la sanción de una serie de leyes a partir de 1881, que permitirían la modificación de la sociedad argentina. Tal es la ley 1420, que estableció la enseñanza gratuita, obligatoria y laica y la ley de creación del Registro Civil y su corolario la del matrimonio civil, sancionada bajo la presidencia de Juárez Celman (Imaz, 1984). 
 
No cabe duda que estas leyes a la vez que modificaron la sociedad argentina fueron pensadas en función de una política inmigratoria signada por una absoluta falta de prejuicios y una gran amplitud de criterios en lo que hace a la entrada de europeos (art. 25 de la constitución nacional). 
 
Esto se pone en evidencia, por ejemplo, cuando se establecen oficinas en Europa para promover la inmigración masiva. 
 
Ante la gran demanda de trabajadores para el campo, que el “boom” de la agricultura estaba requiriendo, el gobierno argentino trató de alentar la emigración de los oprimidos judíos del imperio zarista, hostigados los pogroms y leyes discriminatorias, hacia su propia pampa vacía (Mirelman, 1972). 
 
El presidente Roca dicta un decreto el 6 de agosto de 1881 instando a los judíos rusos a emigrar a la Argentina, nombrando en Kiev a un agente con tal finalidad, residente en esa Ciudad a pesar que esa medida provoca críticas en los medios periodísticos nacionales de la época (Levin, 1971: 2). Esta liberalidad, en cuanto a los orígenes de los inmigrantes, será el basamento de la sociedad pluralista en que se convirtió Argentina.
 
La inmigración: su impacto
 
Entre 1850 y 1930 sesenta millones de europeos emigraron, la mayoría hacia los EEUU. En Argentina el fenómeno tuvo características muy especiales, ya que aunque sólo llegó el 10% de ese total, los inmigrantes encontraron una población de base muy escasa: poco más de 1.700.000 habitantes según el censo de 1869.
 
Para G. Germani (1972:241-265) esto provocó una verdadera renovación de la población, sobre todo en las zonas metropolitanas y del litoral, dados el volumen y la intensidad del caudal inmigratorio, pues el impacto se produjo en un lapso muy corto. Mendoza fue la única provincia alejada del litoral que recibió una gran proporción de inmigrantes. La mayor afluencia de extranjeros ocurrió entre los años 1880 y 1910, período en el que llegan aproximadamente 2.000.000 de inmigrantes.
 
En cuanto a su origen, casi la mitad de los recién llegados eran italianos, siguiéndole en número los españoles, los polacos, los rusos, los franceses y los alemanes.
 
El país cambia, comienza una nueva cultura de transición, exigida por elementos tal vez aún no integrados, pero por lo menos híbridos en los que se evidencia una gran fuerza. Los censos proporcionan datos que ayudan a interpretar esta realidad. En 1869 los extranjeros representaban el 12% de la población total del país, en 1895 el 25,4% y en 1914 el 29,9%. Estos inmigrantes cuyo supuesto destino era poblar “el desierto”, debido al imperante régimen de la tierra (casi imposible de acceder mediante la compra, en la zona de la pampa húmeda) se ubicaron en las ciudades, justamente las del litoral y Buenos Aires, la que concentró más del 50% de la inmigración total, produciéndose concomitantemente con la inmigración un fenómeno de urbanización.
 
En el censo de 1869 la proporción de la población urbana en el país era del 27%, en 1895 ascendía al 37% y en 1914 al 53%. Además se cuadruplicó la población total entre 1869 y 1914. Estas relaciones entre aumento de la población, porcentaje de extranjeros y urbanización, sobre todo en la ciudad de Buenos Aires, dieron origen a hechos sociales que configuraron una nueva Argentina.
 
Fue el fin de la Argentina criolla y el comienzo de la que José L. Romero llamó “La Argentina aluvial”. Hasta ese momento la sociedad argentina era étnicamente homogénea y culturalmente bastante hispánica, dividida en dos clases marcadamente diferenciadas, sin clase media. Con el impacto inmigratorio, especialmente en la zona pampeana la que históricamente era “el desierto” y que no tenía una fuerte estructura de dominación previa como la que presentaba la región andina, se produjo la integración de una sociedad más o menos liberal y democrática.
 
En una sociedad abierta con una economía en expansión como la que encontró el inmigrante sin barreras estamentales le fue fácil intentar fortuna; la tierra aunque difícil de comprar, se podía arrendar, y luego con suerte, acceder a su adquisición. La demanda de mano de obra era continua en los ferrocarriles, caminos y construcción en las ciudades, porque el volumen de las inversiones se dirigía no a la reinversión en bienes de capital, sino a las construcciones públicas y privadas.
 
En cuanto a la actividad empresaria, la capacidad e iniciativa de los inmigrantes junto a las posibilidades del medio contribuyeron a la creación de una incipiente industria en la que se destacaron los extranjeros. En el censo de 1895 el 81,83% de los propietarios de industria era extranjero y en el de 1914 el 64,30%. En el comercio se produjo la misma situación (Beihaut, 1984: 51).
 
Aunque la aventura era estrictamente individual, las posibilidades de ascenso social para el contingente inmigratorio, que arribaba con la firme idea del progreso económico, eran muchas. Se conformó así una clase media cuyos hijos buscaron el ascenso social y el prestigio a través de la universidad, el comercio, la burocracia o el matrimonio. La clase alta era permeable y terminó por captar que el triunfo económico era fuente de prestigio.
 
El “ethos económico” que traía el inmigrante fue el factor más dinámico del desarrollo de los sectores secundarios y terciarios de la economía, lo que a su vez devino en un profundo cambio en la estructura económica y social. 
Hasta ese momento la sociedad argentina era étnicamente homogénea y culturalmente hispánica, dividida en dos clases marcadamente diferenciadas sin clase media.
 
El Anuario Judío-Americano 2005 establece una población de 185.000 judíos en Argentina, la séptima comunidad judía del mundo y primera en Latinoamérica, precedida por Estados Unidos (5,28M), Israel (5,23M), Francia (0,49M), Canadá (0,37M), Reino Unido (0,29M) y Rusia (0,23M). 
 
El 80% reside en la Ciudad de Buenos Aires, principalmente en los barrios de Once, Flores, Villa Crespo y en la Provincia de Buenos Aires. La segunda comunidad en importancia reside en la ciudad de Rosario estimada en 20.000 personas, en tanto que en Córdoba viven unos 9.000 judíos. También existen comunidades judías considerables en las ciudades de Santa Fe, Corrientes, La Plata, Bahía Blanca, Mendoza y Mar del Plata estimadas en 4.000 personas en cada una. Finalmente subsisten las colonias rurales judías de Entre Ríos y Santa Fe.
 
Mucho se ha hablado en la Argentina del llamado Crisol de Razas. A mi entender, no fue eso exactamente lo que ocurrió en nuestras tierras. Un crisol de razas implica que las distintas culturas se funden en una nueva, perdiendo sus propias particularidades. Sin embargo, lo que fue ocurriendo acá fue más parecido a un mosaico, o lo que la sociología llama la unidad en la diversidad. No es partir de la dilución de las tradiciones previas, de la pérdida de las identidades particulares de cada grupo, que se creó una nueva cultura, sino que justamente la nueva sociedad se fue nutriendo de los propios aportes de los pueblos que se iban integrando.
 
Los judíos empezaron insertándose en los niveles primarios de la economía como vendedores ambulantes-obreros y artesanos El ascenso económico y social promovido por la educación y el desarrollo socio económico del país, les permitió junto a los otros miles de inmigrantes una rápida desproletarización e inserción en la clase media, ubicándose en las actividades comerciales, industriales y profesionales.
 
En este casi siglo y medio de presencia organizada en Argentina las generaciones de descendientes de esos inmigrantes se convirtieron en parte constitutiva de la sociedad y participes activos de la modernización industrial, el desarrollo de las ciencias, el avance de la educación, el florecimiento de la literatura, la música las artes, la radiofonía la televisión y otros ámbitos 
 
Desde todos ellos la Comunidad Judía de la Argentina, aporta su mejor esfuerzo al servicio del bienestar colectivo, a la construcción del país y al fortalecimiento de una sociedad democrática y pluralista.
 
En 1914 la ciudad de Buenos Aires, con un 50% de su población extranjera, se transformó en la ciudad más importante y europea del hemisferio, merced a grandiosas obras públicas y privadas. Las otras ciudades grandes de la región pampeana, si bien no crecieron al mismo ritmo, se organizaron en la misma forma y facilitaron una gran movilidad social cuyo monto y ritmo fue semejante al de los países altamente desarrollados.
 
Integración y aportes de la Comunidad judía al país 
 
Ubicamos a la inmigración judía a Argentina dentro del contexto de las grandes migraciones intercontinentales de la segunda mitad del siglo XIX y primeras décadas del siglo XX en un trabajo anterior (Elba Muler de Fidel, 1985), en el que nos referimos a la inmigración judía a Mendoza, hicimos una referencia más o menos extensa a la historia de los judíos en Europa, especialmente en Europa Oriental, recordando la severa situación que sobrellevaron y que se agudizara justamente durante largos períodos del siglo XIX y XX, situación dolorosa, que explica entre otros factores, las importantes migraciones que los integrantes de esa nación llevaron a cabo para sobrevivir. 
Se cierra así un capítulo en la historia del pueblo judío y se abre otro, el de la vida en Argentina de una importante y creativa comunidad.
 
Si bien es parte de las grandes migraciones internacionales ocurridas durante el ciclo considerado, es también consecuencia de su situación particular en los países de origen, es decir, de los factores expulsivos allí existentes. 
La inmigración judía ha hecho aportes importantes y perdurables en el ámbito agrícola-ganadero argentino. La comunidad judeo-argentina acompañó el proceso de urbanización de la población total del país. En cuanto a la educación, en la comunidad judeo-argentina, los hijos de la generación inmigrante accedieron a trabajos en los que se requiere un mayor nivel educativo. 
 
Una proporción muy importante de su población llega a los niveles terciarios de la educación. Esta es una pauta cultural muy significativa para los judíos, quienes se veían excluidos de ella por las leyes discriminatorias vigentes en los países de origen, siendo ésta una de las principales razones que los movieron a emigrar (factor expulsivo). 
 
Los judíos se han dedicado al comercio y al préstamo sólo en épocas de persecución e inseguridad. Hasta 1914 (dese 1889) el 50% de los inmigrantes judíos se estableció en las colonias agrícolas, la mayor parte contribuyó al proceso de urbanización de la Argentina en sus distintas fases, 1869-1914 / 1930-35 / 1950-55, en un proceso que afectó no sólo a esa comunidad sino a toda la población del país. En el período (1889-1914) llegaron 50.000 judíos, procedentes en su mayor parte de Rusia; de este importante grupo que conformará con el correr del tiempo la comunidad judeo-argentina, 25.000 se establecieron en nueve colonias controladas por la J.C.A. y la otra mitad, que es la que emigrara por iniciativa propia, llegará a la ciudad de Buenos Aires para formar parte de la población urbana. (C. Solberg, 1970:3). Las colonias asumen su máxima expansión en el año 1925, cuando el total de tierras ocupadas por colonos judíos llega a 617.658 has., con un total de población judía de 33.135 almas, distribuidas en la siguiente forma: 
 
– Buenos Aires: Colonias Mauricio, Barón Hirsch y Médanos. 
– Santa Fe: Colonias Moisés Ville y MonteFiore y Monigotes 
– Entre Ríos: Colonias Leucienville, Clara, San Antonio, López, Beiró, Walter Moss y Curbello, Santa Isabel, Palmar, Yatay, Luis Oungre, Leonardo Cohen, Avigdos. Colonias Villa Alba, Narcisse Levin, Propiedad El Escabel (no colonizada). 
– Santiago del Estero: Colonia Dora. (L. Schallman, 1967:198).
 
Las colonias judías ostentaron el mérito de haber sido pioneras en dos aspectos muy importantes que hicieron al progreso de la riqueza agrícola argentina: el cooperativismo y la explotación agrícola diversificada. La primera cooperativa agrícola que funcionó en el país ha sido la “Sociedad Agrícola Leucienville” de Basavilbaso, Entre Ríos, fundada el 12 de agosto de 1900. En cuanto a la diversificación, consta la nota enviada el 28 de enero de 1902 por el Gobernador de Santa Fe D. Bernardo Iturraspe al señor Miguel Cohan, administrador de la Colonia Moisés Ville, felicitándolo por la forma en que ha asociado en las colonias la cría del ganado con la agricultura.
 
“Santa Fe, 28 de enero de 1902 
Sr. D. Miguel Cohan 
Administrador de la Colonia Moisés Ville”
 
“Muy señor mío”. 
 
“El Dr. Aldao, Ministro de Hacienda, luego de haber visitado sus Colonias, me ha dirigido un informe muy satisfactorio acerca de los progresos realizados por su inteligente administración, la que ha resuelto de una manera sumamente práctica el problema de la colonización, que tropezó con tantos obstáculos en sus anteriores ensayos”. 
 
“Vuestra Asociación ha realizado una brillante operación al adquirir, por un precio mínimo, una gran extensión de terreno de primera calidad para la producción de alfalfa y asimismo excelente para el cultivo de cereales, como son en general las tierras en la parte norte de esta Provincia.” 
 
“Expreso a Usted mis más calurosas felicitaciones por la forma en que ha combinado la cría del ganado con la agricultura, proveyendo a cada cultivador de una cierta cantidad de animales de raza bovina. Los productos de este ganado, inteligentemente explotados, garantizan la existencia de los cultivadores y les aseguran buenas entradas independientemente de la cosecha de cereales; los colonos pueden así sacar partido de los productos de lechería, utilizando como alimento para los anima les el forraje que suministra la alfalfa.” 
 
“Al tener la precaución de destroncar de antemano una parte de los terrenos vírgenes que deben ocupar los inmigrantes que vendrán a establecerse en las colonias de la Asociación, se ahorra a esas gentes gastos inútiles y se evita, además, el retraso que sufrirían perdiendo su primer año al destroncar el suelo virgen, encontrando, por el contrario, el terreno preparado de antemano, los inmigrantes pueden obtener beneficios desde el primer año de su establecimiento”. 
“Como este año en las colonias del oeste y del norte de la provincia la cosecha de cereales se ha perdido, los agricultores que no sembraron sino trigo y lino se encuentran en una situación tan difícil que tenemos que preocuparnos de procurarles los recursos y las semillas que les son necesarios para obtener más cosecha el año próximo. Estos agricultores podrían sacar gran provecho del ejemplo que usted le da en la Colonia Moisésville, asociando la cría del ganado con la agricultura y dedicando una parte de las tierras al cultivo de la alfalfa. En estas condiciones sus agricultores, a pesar de haber perdido casi totalmente la cosecha de cereales, ven asegurada su subsistencia y realizan beneficios gracias a los productos de la alfalfa y de cremería, que venden a buenos precios.”
 
“Permítame asimismo decirle que el resultado satisfactorio de las Colonias de su Asociación demuestran suficientemente que los campos situados al norte de esta provincia, siendo inteligentemente explotados, dan tan buenos resultados como los del sud, más aun cuando se introduce en ellos el cultivo de la alfalfa.”
 
“Reciba, pues, todas mis felicitaciones por el buen éxito de sus trabajos y por la buena organización de su Administración en todos sus detalles. Le agradece requiera trasmitir estas felicitaciones a los señores directores de su Administración, a la cual me complazco en rendirle entera justicia.”
 
Bernardo Iturraspe Gobernador de la Provincia de Santa Fe.”
 
Otro ejemplo del reconocimiento de los gobiernos provinciales hacia los colonos judíos: en 1917, el doctor Antonio Sagarna, ministro de Gobierno de Entre Ríos pronunció un discurso meduloso en la Colonia Lucienville, acerca de la significación de la colonización judía y de su indudable importancia nacional. 
 
En 1922 trabajadores sociales judíos crearon la sociedad de ayuda al inmigrante “Soprotimis”, con el fin de proporcionarles asistencia financiera, legal y moral y con el objetivo práctico de ofrecerles cursos de castellano y trabajo. Se establecen a tal fin oficinas de empleo en Buenos Aires, Rosario, Santa Fe y Córdoba. También se organizan cursos de capacitación en oficios varios: carpinteros, tejedores, tapiceros así como ayuda a mujeres solas. Asimismo crearon cooperativas que los ayudaban a comprar herramientas, establecer pequeños negocios y adquirir pasajes para familiares aún en Europa (Mark Wischnitzer, 1948:147). 
 
Contribución en diversos ámbitos 
 
Entre los científicos se destacan:
Gregorio Klimovsky, epistemólogo. César Milstein, premio Nobel ,Eugenia Sacerdote de Lustig, científica ítaloargentina, Manuel Sadosky, padre de la computación en Argentina ( trajo la primera computadora al país) ,Pedro Elías Zadunaisky, astrónomo y matemático 
 
Periodismo
Marcelo Araujo (Lázaro Silberman, 1947-), Mónica Cahen D’Anvers (1935-),Raúl Kollmann (1949-), Andy Kusnetzoff (1970-). Alfredo Leuco (Alfredo Lewcowicz, 1955-), Gabriel Levinas). Simja Sneh (1908-1999) periodista de origen polaco. Ernesto Tenembaum. César Tiempo (Israel Zeitlin, 1906-1980), periodista de origen ucraniano. Leonardo Simons (Leonardo Simón Wowe, 1947-1996). Mauro Szeta (Mauro Sztajnszrajber, 1965-).
 
Música
Ernesto Acher, ex miembro de Les Luthiers. Daniel Barenboim, director de orquesta y pianista argentino-israelí. Mario Benzecry (1936-), director de orquesta Bruno Gelber, pianista y muchos mas, imposible de incluir en este resumen.
 
Conclusión
 
Considero que la colectividad judía ha cumplido al igual que otros grupos inmigratorios un rol destacado en su desarrollo y modernización, integrándose con éxito en las actividades políticas, económicas, profesionales y científicas de la misma, aunque manteniendo en su evolución ciertas características particulares comunes con otras comunidades judías. Y que el país a su vez ha sido un refugio y hogar que ha acogido sin prejuicios a los distintos grupos extranjeros que se instalaron en el, ya que los podemos ver trabajando y activando con éxito en todos los ámbitos de la misma.
 
 
Bibliografía
 
Anuario Judío-Americano 2005.
Beihaut, Gustavo y otros. “Los inmigrantes en el sistema ocupacional argentino “. Eudeba, Bs.As. 1984.
Germani, Gino. “Estructura social de la Argentina”. Raigal, Bs. As. 1972
Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) “Censos nacionales de población de 1869, 1895, 1914, 1947, 1960, 1970 y 1.980.”
Jitrik, Noé. “El mundo del 80” Centro Editor de América Latina Bs. As 1982
Lewin, Boleslao. “¿Cómo fue la inmigración judía a la Argentina?” – Plus Ultra, Bs. As., 1971. 
Linton, Ralph. “Cultura y Personalidad” Fondo de Cultura Económica Bs. As: 1960.
Mirelman, Víctor. “Apuntes sobre la colonización judía en la Argentina – 1881-1892”, en Comunidades judías de Latino América C.J.A. Bs. As., 1972. 
Muler de Fidel, Elba. “Inmigrantes judíos en Mendoza. Origen y desarrollo de la comunidad” en Actas del Tercer Simposio Interdisciplinario sobre Metodología de la Investigación en Ciencias Humanas – U. N. de Cuyo, Mendoza, 1985. 
Romero, José Luis. “La experiencia argentina”, Editorial Belgrano Bs. As. 1984
Wischnitzer, Mark. “To Dwell in Safety:” The Story of Jewish Migration since 1800 The Jewish, Publication Society of America. Philadelphia, 1948.