No hay judaísmo sin memoria
La Shoá es la historia de la generación judía de los años 30 y 40. La historia sobre las dimensiones monstruosas a las que puede llegar la discriminación y la xenofobia si no se la frena. Una historia sobre la que educamos, difundimos e investigamos, y lo seguiremos haciendo porque no quedó en el pasado.
“No se puede desconectar la educación sobre el holocausto del antisemitismo contemporáneo”
Son dos las formas de distorsión del Holocausto que más nos preocupan hoy, nos contó Dany Dayan, Presidente de Yad Vashem, en el tercer episodio de CJL Ideas: el desentendimiento y la banalización.
La primera tiene especial importancia en Europa, que es donde ocurrieron los hechos, y donde hoy los ciudadanos se niegan a reconocer la colaboración de sus compatriotas con el régimen nazi. “Por supuesto que el Holocausto ocurrió”, sostienen, “pero nosotros no tuvimos nada que ver”. Lamentablemente esto no fue así, o Hitler no hubiera llegado tan lejos.
La banalización, por su parte, tiene gran urgencia en los países de Latinoamérica, cada vez la vemos más seguido en las calles, en las redes y en el discurso de los políticos y los medios de comunicación. Refiere a la utilización de símbolos referentes del holocausto (esvásticas y estrellas amarillas) para referirse a cuestiones cotidianas, completamente alejadas de la temática. Todavía tenemos mucho trabajo por hacer.