Coloquio

Edición Nº23 - Octubre 1990

Ed. Nº23: Los criptojudíos León Pinelo

Por Mario Javier Saban

La llegada de Diego López de Lisboa en 1594 a Buenos Aires y las persecuciones del Santo Oficio de la Inquisición

Si hay una familia criptojudía que se destacó en América y especialmente en el Río de la Plata, fue la familia León Pinelo. Como dijo Boleslao Lewin, en su trabajo Los León Pinelo, «la ilustre familia marrana del siglo XVII, tan ligada a la historia argentina, Perú, América y España»1.

Una familia criptojudía de pleno origen judaico, que continuo teniendo dificultades pese a ser, aparentemente católica2.

 

Quiero destacar que la familia que estudiamos, es una de las más notables, no sólo en lo que concierne al Río de la Plata, sino porque de sus entrañas, nacieron personajes ilustres, para toda América, sobre todo, por ser una de las primeras familias, de la cual surgieron eminentes juristas y hombres de religión3.

En la revista eclesiástica, hay un trabajo del Padre Larrouy, donde nos comunica las dificultades familiares para esconder el origen judío del grupo4.

No todos los datos relativos a la vida azarosa del criptojudío portugués, Diego López de Lisboa, fueron establecidos definitivamente. Lo que más cerca de la verdad se encuentra, es el hecho de su llegada por la vía del Brasil, en 15945.

¿Cuál es el origen real de la familia León Pinelo?

El distinguido historiador peruano, Raúl Porras Barrebechea, ya fallecido, en el enjundioso prólogo a la obra El Paraíso del Nuevo Mundo, la obra filosófica por excelencia de uno de los hijos de Diego López de Lisboa, Antonio de León Pinelo, cree firmemente en el nacimiento de Antonio en la ciudad de Valladolid, suceso que fija para el año 1596. Fundó su opinión en el propio dicho de Pinelo, formulado en sus Anales de Madrid, cuando al referirse al traslado de la carte española a Valladolid en el año 1601, declaraba «de la que fui testigo de vista por ser mi patria y hallarme entonces en ella»6.

El señor Guillermo Lohmann Villena, que tanto se ha ocupado en aclarar y descubrir nuevas noticias históricas sobre el erudito polígrafo allega importantes aportaciones sobre la naturaleza valloletana en numerosos y repetidos documentos de la época, y finalmente el erudito paleógrafo y bibliógrafo, Agustín Millares Cario, en su advertencia al «El Epítome de León Pinelo», Primera Bibliografía del Mundo, también se ha decidido por su naturaleza española, fundado principalmente en las investigaciones del señor Lohmann Villana7.

¿Por qué todo este debate, acerca del nacimiento del hijo de Diego López de Lisboa?8

Si la conclusión al debate, era que Antonio, nacido en España, se lo consideraba de esta forma, muy alejado de lo que fue el judaísmo portugués de su padre.

Pero el sabio investigador José Toribio Medina, que desechaba su origen valloletano, que con tal motivo pasaba vista y revista a todas las opiniones sobre el lugar de nacimiento de Antonio, registra la de numerosos autores anteriores y contemporáneas a su época, que señalaron el Nuevo Mundo como la patria del erudito polígrafo9.

Medina, en sus investigaciones encontró que sus dos abuelos paternos o sea los padres de Don Diego López de Lisboa, fueron quemados en la hoguera de Lisboa por judíos10.

Diego López de Lisboa, su padre, había nacido en el seno de una familia totalmente hebrea practicante11.

Y el mismo, Antonio, había nacido en Lisboa, o sea que era un portugués, judaizante por parte de padre. Sospechoso de la fe cristiana.

Raúl Molina confirma la Tesis de Medina, en una conferencia dada en la Academia Nacional de Historia, donde comenta un documento fundamental, hallado en el Archivo General de los Tribunales de Buenos Aires, que controlo y comparo con el testamento de Diego López de Lisboa12.

Allí, Raúl Molina presentó una prueba irrefutable, dijo en esa oportunidad el profesor; «La prueba que traemos a colación se registra en la foja sexta, donde al explicarse la fianza que daba su padre lo era por ser menor de veinte y cinco años y mayor de veintiuno, «y» como la fecha de la escritura es del día 26 de junio de 1612, la de su nacimiento se remonta, en consecuencia a los años de 1590 ó 91, aunque nos inclinamos por el primero de los nombrados».

Es decir, que la Tesis de Medina, fue comprobada por Raúl Molina en Buenos Aires, y de esta forma, ya no quepa la menor duda, del origen judeoportugués de Antonio de León Pinelo13.

La razón principal de sus mentiras, años después, provienen de los altos cargos que comenzó a ocupar dentro de la estructura política de España y que le impedían dar como dato, su nacimiento en Lisboa, ya habían ardido por creer en la ley de Moisés.
Para rematar, Medina presenta una prueba irrefutable, en su Biblioteca Hispano-Americana.

«Y para que se vea, cuánta razón tenía nuestro biografiado en ocultar su nacionalidad, vamos a citar un antecedente curiosísimo y que demuestra como el Tribunal de aquella ciudad (lima), había husmeado el olorcillo a judío de nuestro don Antonio.»

«En una carta con fecha 31 de enero de 1631 escribía al Consejo de la Inquisición, en el que hablándole de la Recopilación de Agujar y Acuña decía:

«Cierto señor que echara de ver V3. en la poca legalidad del título XIII, del libro I, que trata de los Tribunales de la Inquisición y sus miembros la poca afición del Licenciado Antonio de León, abogado, que por la dicha recopilación dice, Relator del Consejo de Indias… y aunque quisimos recoger esos libros por venir en la dicha forma y sin registro de la Inquisición de Sevilla, por ser con dicho título de la recopilación de Reales Cédulas y por un Consejero de Indias, adonde envían las quejas todas que contra nosotros dan, no nos atrevimos a dar cuenta a V/A a quien suplicamos ver dicho libro y enmendar lo que hallare que es contra las inquisiciones. «

Pero, volviendo a Diego López de Lisboa, dejando aclarado antes, que la familia, era realmente, y sin lugar a dudas de origen judeo-portugués, éste, se encuentra registrado por primera vez, en 1594, en los libros de la Aduana de Buenos Aires.
O sea que a 14 años de la fundación de la ciudad, Diego López de Lisboa, judío portugués, le encontramos asociado a Simón Rodríguez, también judío- portugués como introductor de mercaderías14.

Es elocuente la venida de López por Brasil, ya que era la ruta natural de los judíos portugueses antes de llegar al Río de la Plata.

Desde aquí, los judíos, se internaban al Alto Perú, y las provincias del Plata huyendo de la persecución inquisitorial de Portugal15

Pero, Diego huyó de Portugal a España, y como tampoco se sentía seguro allí, buscó la manera de conectarse con judíos portugueses en las Indias, para escapar al control del Santo Oficio portugués, y también del español. Pero carecía de la Limpieza de Sangre, y es por ello que viajando al Brasil, donde los judeoportugueses eran poderosos podía serle más fácil internarse en las Indias16.

El hecho fundamenta] para nosotros, es que este hombre, judío portugués escapado de la Inquisición, está aquí, en nuestra ciudad17.

Y se dedica, a lo que todos los judíos portugueses de Buenos Aires se dedicaban: al comercio internacional18.

En 1595, se establece en Córdoba, que pertenecía en aquellas fechas a la Gobernación del Tucumán.

Los negocios marchan muy bien. Ya posee un navío, el San Benito.

En el año 1600, este judío portugués exporta harina y regresa con más mercaderías, con aceite, aceitunas, azúcar, vino, papel, etc.

Los libros de la Aduana porteña nos confirman que el San Benito, provenía de Bahía de San Salvador19.

Quiere decir, que Diego, se mantenía en pleno contacto con la comunidad criptojudía que se encontraba en dicha ciudad.

Con cierta estabilidad económica Diego López de Lisboa, decide traer a su familia a Buenos Aires.

Gracias a un amigo suyo, Bernardo Sánchez, la familia consigue un certificado de Limpieza de Sangre.

Conducidos por Sánchez desembarcaron en el puerto de Buenos Aires, toda la familia judía portuguesa. Estamos a fines de 1604 o principios de 1605 y era peligroso quedarse en el puerto, ya que Buenos Aires se iba llenando de judíos portugueses.

Es por ello, que al año siguiente, en 1607, la familia se establece en Córdoba, donde Diego López de Lisboa, era vecino.

El judío portugués, es designado regidor del Cabildo de Córdoba.

Allí, nace su tercer hijo, Diego, y una hija con el nombre de Catalina Marquesa.

En 1610, López de Lisboa se traslada con su familia nuevamente a Buenos Aires, donde el comercio se había desarrollado de una manera veloz por la llegada de tantos comerciantes judíos portugueses.

La familia reside en Buenos Aires, hasta probablemente el año 1618.

Regresa la familia a Córdoba, y el día 31 de agosto de 1622, termina sus días la tan sufrida mujer de Don Diego, Catalina Esperanza. Al quedar viudo López, se encamina al Alto Perú, con sus dos hijos menores, Diego y Catalina Marquesa20.

En la ciudad de La Plata (hoy Sucre), el ex mercader cursa Teología y se gradúa de Licenciado en Teología. En 1628, Don Diego López de Lisboa, era sacerdote, capellán y mayordomo del Arzobispo de La Plata, Fernando Arias de Ugarte.

¿Qué más podía hacer un judío para que la Inquisición no lo atrapase y para que la infección de su sangre no persiga a sus
hijos?

Se trasladaba continuamente de ciudad, estudió teología cristiana, llegó a sacerdote.

Pero… sus padres habían sido quemados por judíos en Lisboa.

Pero… era mercader y había nacido en Portugal.

El Arzobispo al ser trasladado a Lima, lleva consigo a su capellán criptojudío a quien estimaba mucho y protegía en toda las ocasiones.

Al morir Fernando Arias de Ugarte, el arzobispo, Diego López, dio muestra de sus sentimientos hacia él, publicando su biografía, que culmina con el verso siguiente:

«Si yo mientras viviere
de ti mi gran señor, no me acordare
y a doquiera que fuere
en ausencia no lloraré.
Olvídeme de mí, si te olvidare»21

Pero, si bien el nombrado hacía todo lo posible para disimular ante la persecución inquisitorial, el Santo Oficio, lo observa cuidadosamente, paso a paso.

Ahora pasaremos a ver todos los autos y diligencias obrados en el Tribunal de la Inquisición de Lima relativos al licenciado Diego López de Lisboa.

Es decir, nuestro objetivo, es ver cuáles fueron las denuncias de judaísmo que tuvo nuestro portugués:

«En la ciudad de los reyes, viernes treinta días del mes de enero de mil y seiscientos treinta y siete años, el señor Inquisidor licenciado don Antonio de Castro y del Castillo, estando en su audiencia de la tarde, mandó traer a ella de la cárcel pública de esta ciudad a un hombre, del cual fue recibido juramento en forma de derecho: prometió decir verdad y dijo llamarse: Don Jerónimo de Agreda, soltero, natural de la provincia de Guatemala de la ciudad de Comayagua, y que estado entretenido en esta ciudad tres años ha en pretensiones, siendo huésped del señor arzobispo, de casa y mesa, y ahora de presente está preso en la cárcel de corte de esta ciudad por una calumnia que le han opuesto; y que es de edad de 47 años. Preguntado si sabe, presume o sospecha la causa para que ha sido traído, a este Santo Oficio de la cárcel que está preso, dijo que a este Santo Oficio remitió ayer veinte y nueve de este presente mes un papel escrito de su letra y firmado de su nombre, con un hombre pequeño de cuerpo, cano, que dijo ser ministro del Santo Oficio, y que no le sabe el nombre, y si lo ve lo conocerá; y lo que contiene el dicho papel es lo que viene a declarar y a Dios y a las leyes.

Fuéle dicho que antes de leerle dicho papel, diga en sustancia lo que contiene.

Dijo que por el año pasado de seiscientos y treinta y cinco, un día en la noche, a las doce della, poco más o menos, posando este declarante en las casa del señor arzobispo, por el mes de marzo de dicho año, habiendo estado entretenido en su cuarto con los criados de casa que ya se habían despedido, tuvo necesidad este declarante de hablar a don Fernando Arias; sobrino de dicho arzobispo, que tenía su cuarto arriba en la sala, como se entra en ella a mano derecha, junto del cuarto o vivienda del Licenciado Diego López de Lisboa, mayordomo del dicho arzobispo, clérigo presbítero, y entrando en la sala primera del dicho cuarto, que tiene su puerta a la sala principal, no halló al dicho don Fernardo Arias, porque estaba fuera de casa, y queriéndose salir este declarante por estar sólo todo aquello, sintió ruido de azotes en el cuarto de dicho Diego López de Lisboa, que es el que corre derecho la calle arriba con la sala principal del dicho señor arzobispo, y llegándose este declarante muy quedo a la puerta del cuarto del dicho Diego López, miró por el agujero de la llave de la cerradura de la dicha puerta, que estaba cerrada y quitaba la llave, y vio luz por el dicho agujero, que tenía adentro, y oyó o sintió proseguir con los dichos azotes, y atendiendo a algunas palabras que se hallaban, conoció la voz que las hablaba al dicho Diego López a un lado de la puerta a mano izquierda, como se entra a su dormitorio, y las palabras que decía, eran: que era un embustero embaidor, y que por eso le habían puesto a crucificar entre dos ladrones; y sonaban los azotes, y decía más; que si era justo, santo y bueno hijo de Dios, como decía, que por qué no se libró de aquella muerte que le dieron; y decía asimismo otras palabras en oprobio de Cristo Nuestro Señor, que ya no se acuerda de ellas este declarante; y asimismo sonaban durante ellas los dichos azotes; y reparando este declarante en lo que paraba, vio por el agujero de la dicha llave de la cerradura que el dicho Diego López de Lisboa, que es donde come, y que se señorea de todo él por el agujero de dicha llave, y encima del dicho bufete puso una cruz y luego trajo el cuerpo de un crucifijo pequeño que conoció este declarante ser uno que tiene debajo de su dosel, a la cabecera de la cama, al cual dicho cristo volvió el dicho Diego López a ponerlo en la cruz que había puesto encima del bufete; y vio asimismo este declarante que puso los clavos con que siempre estaba clavado y lo llevó de allí y le parece a ese declarante que lo pondría en su lugar, porque por el agujero de la llave no pudo ver donde lo llevaba aunque le vio encaminar a la mano izquierda, que es donde está la cama del dicho Diego López; y asimismo se acuerda que estándole crucificado dijo el dicho Diego López con ira y enojo con que alzaba el dedo, que mientras él viviese, no esperará de él, sino aquellas afrentas; y este declarante, porque el dicho Diego López no volvió más a andar por el aposento, se salió paso a paso del dicho cuarto y muy escandalizado se fue al suyo, y le parece que duraría todo lo susodicho cerca de una hora, porque luego dio la una.

Ítem, dijo, que un día o dos después de lo susodicho, entre las once y doce del día, fue este declarante al aposento del dicho Diego López, y entrando en la mitad del aposento, oyó que el dicho Diego López estaba hablando, y pareciéndole que tenía alguna visita el dicho Diego López, se detuvo en medio de la puerta de dicho aposento, y alargando algo el rostro, le vio al dicho Diego López que estaba arrimada a otra mesa que tiene junto a su cama y arrimado al dosel de Cristo que tiene referido y que le estaba diciendo palabras injuriosas y afrentosas con el dedo levantado con enojo; y de las que se acuerda este declarante son que era un embustero, embaidor, y que si era hijo de Dios, cómo el pueblo no clamó que le librasen, y clamó para que librasen a Barrabás; y decía juntamente otras cosas, y pareciéndole a este declarante que aquellas palabras de hombre loco y sin juicio, por lo que la noche antecedente había visto, hizo ruido con los pies, y el dicho Diego López volvió y se vino a donde estaba el declarante, turbado y sin sangre y quejándose puesta las manos en las verbas; y diciéndole este declarante qué tenía, dijo que de improviso le había dado un dolor de hijada, que estaba rabiando y pidiendo a Dios esfuerzo para poder llevar aquel dolor, y este declarante le dijo que le pesaba mucho el dolor que tenía, y que a lo que venía no se lo quería tratar por estar de aquella manera que otro día se lo diría o con lo cual este declarante se salió y se fue a comer con el señor Arzobispo, porque le llamaban, que hora era ya de comer; y nunca más vio después de lo referido otra cosa alguna que decir del dicho Diego López22.

Creemos imaginar, sin lugar a dudas (más allá, de los datos que nos da Agreda) las peripecias que nuestro judío portugués tenía que pasar.

Estas acusaciones fantaseosas, sobre lo que hacía Diego de Lisboa, dan una idea de la necesidad que debería tener la Inquisición de atrapar a este individuo.

El relato que hemos visto, es una acusación lanzada que se une y esto es lo importante a otras acusaciones que sí tienen fundamento, como su ascendiente judío, o su asociación con otros judíos portugueses de Buenos Aires23.

Es decir, que con todo lo realizado dentro de la comunidad católica, este individuo, no sólo era catalogado de judío, sino que también era acusado de blasfemar a Cristo.

Ahora continuaremos con la declaración del testigo Agreda:

«Preguntado cómo este declarante ha tenido oculto un negocio tan grave y contra nuestra santa fe católica, y tanto tiempo, desde marzo del año seiscientos treinta y cinco hasta ahora, sin declararlo en este Santo Oficio, habiendo como hay, tan graves censuras contra los que no declaran las cosas que saben tocantes a la fe, dijo que inadvertidamente y por descuido no lo ha declarado, y que habrá más de dos meses que dijo a Villa Real, el cinyano, y luego dijo que a Pedro Rodríguez de Mendoza, yerno del dicho Villa Real, que orden tendría para hacer en este Santo Oficio una declaración sin decirle lo que era ni contra quien; y el dicho Pedro Rodríguez le dijo a este declarante que viniese acá, porque el portero le daría la orden que había de tener para entrar, o que el dicho Pedro Rodríguez le llevaría la orden que había de tener, y nunca más le he visto, por andar retraído este declarante y después por haber estado preso. Habrá veinte días, y asimismo hablando en la cárcel este declarante con Pedro de Montes, y lo que dijo que tenía que hacer una declaración al Santo Oficio, sin decirle lo que era, ni contra quién, habrá 12 días, estando ya en la cárcel, el cual le dijo a este declarante que lo que tenía que declarar lo escribiese en un papel y lo enviase a este Santo Oficio, cerrado y sellado y así aquel mismo día escribió este declarante en un papel la dicha declaración y lo cerró con una cubierta y lo intituló para este Santo Oficio, y por no volver el dicho martes doce por el dicho papel, lo entregó ayer al ministro de este Santo Oficio que tiene referido.»

Esta parte de la declaración, es muy interesante, para ver, y como actuaba la Inquisición, ya que en un momento, casi cae en delitos contra la fe, el propio testigo, ya que no comunicó al Santo Oficio, lo que había visto en el momento del hecho, y este delito, era encubrimiento del delito de judaizar.

En la parte que posteriormente veremos, es interesante constatar, que la acusación contra el hijo de Diego López de Lisboa, es una acusación con un fundamento bastante profundo para el que conoce la religión judía.

«Preguntado si en el dicho papel se contenía otra alguna cosa más de lo que tiene declarado del dicho Diego López de Lisboa, dijo: que contra don Diego de León, hijo del dicho Diego López de Lisboa, dice asimismo en el dicho papel algunas cosas, en razón de que cuando oye misa y alzan el Señor, aunque se dé golpes en los pechos, mira en lugar de adorar al Señor, a otra parte, y que habiendo oído murmurar este declarante lo susodicho, con cuidado fue algunas veces a ver al dicho don Diego de León Pinelo, para ver si era verdad lo que se murmuraba, y vio en dos ocasiones, que estaba oyendo misa en la Iglesia Mayor, que cuando alzaba el sacerdote la hostia y el cáliz, en lugar de adorar al señor, aunque se daba golpes en los pechos, miraba a otra parte; y reparo que aquello no era acaso sino con cuidado, porque en otras misas que en diferentes días le vio que estaba oyendo, al azar hostia y cáliz hacia las dichas acciones el dicho don Diego de León Pinelo.

Dentro de la religión judía, en la amidá, la oración en silencio, se mira hacia Jerusalem. ¿Hacia dónde miraría León Pinelo?

En los rezos hebreos cuando se pronuncia la palabra «Adonay», (o sea «Dios») muchos ortodoxos en algunas partes de la oración, se golpean el pecho.

¿Por qué se golpeaba el pecho don Diego de León Pinelo, y miraba hacia otro lado?

No cabe la menor duda, en las primeras acusaciones que Agreda realiza al padre de los Pinelo, hay una serie de acusaciones realmente falsas, pero las que realiza Agreda contra su hijo tienen un claro contenido judío.

Otro testimonio de testigo sobre el judaísmo del padre de los León Pinelo:

«Luis de Navarrete, en la ciudad de la Trinidad, puerto de Buenos Aires, provincia del Paraguay, Río de la Plata, en veinte y dos días del mes de agosto de mili y seiscientos y dieciocho años, ante el comisario de la dicha ciudad, dijo: que había oído decir a Elvira de Irarraxabal, en la Ciudad de Córdoba del Tucumán, que oyendo misa juntamente con Diego López de Lisboa, que el susodicho, al alzar de la sagrada hostia, había bajado los ojos en el suelo y que le había parecido muy mal; y que asimismo había dicho la dicha Elvira de Irarrazabal que le había tenido por hombre de poca fe por haber hecho aquello. Asimismo dijo que el Diego López de Lisboa es portugués de nación, y es público que es confeso y descendiente de judíos, y que a su madre o abuela la quemaron en Lisboa, o en otra parte, por judaizante.»

Esta declaración coincide con la de Agreda, el no mirar la hostia. ¿Estaría en la Iglesia, Diego López, y evitaría mirar hacia adelante? ¿Hacía el rezo judío dentro de la Iglesia?

¿Todo esto serían invenciones para desprestigiar a su familia?

Todas estas son preguntas sin respuesta, ya que la respuesta no la tiene nadie. Según los datos inquisitoriales, la familia León Pinelo, era totalmente judía. Y en los testimonios, no quedan dudas sobre algunas formas hebreas de la familia.

Hay un testimonio, yo creo que fundamental, sobre el judaísmo de esta familia;

«Carlos Corzo de Leca, y Nicolás de Ocampo y Saavedra; estos dos partieron al puerto de Buenos Aires, y de allí se fueron en compañía al Brasil, de allí se embarcaron para Lisboa, y en la mar fueron robados o cogidos del enemigo holandés, el cual los llevó a la Ciudad de Amsterdam, y habiendo vuelto los susodichos a este reino del Piru dijeron en la Villa Imperial de Potosí, en quince días del mes de abril de mil seiscientos catorce años, que en la dicha ciudad de Amsterdam les preguntaron muchos judíos portugueses por Diego López de Lisboa, y por otro portugués de este reino.»

Este testimonio es revelador de las conexiones internacionales de los judíos portugueses24 y lo esencialmente puntual de la declaración, es el conocimiento que la Colectividad holandesa tenía de las comunidades y personajes criptojudíos de relevancia25.

Esta aclaración, es la expresión fiel de la preocupación judía en Europa por la suerte de los judíos portugueses en el Río de la Plata.

La conexión de Buenos Aires, era a través de su puerto, vía el Brasil, y esta conexión, además de comercial, fue en las primeras épocas también religiosa.

Ahora bien, para dejar en claro, diremos que el azote del crucifijo es al decir del Prof. Lewin «las habituales patrañas absurdas contra los criptojudíos de todas partes»26.

Lo que sí sabemos, más allá del carácter hebreo de don Diego López de Lisboa, era su deseo inquebrantable de que sus hijos no sufran los prejuicios, ya raciales de la Inquisición.

Es así, que intentó educar a sus hijos en un ambiente rigurosamente cristiano. Esto lo confirma el comisario de la Inquisición de Santiago del Estero, capital de la gobernación del Tucumán, cuya parte integrante era Córdoba, Francisco de Salcedo, después obispo de Santiago de Chile. Dijo Salcedo:

«En esta ciudad (Santiago del Estero), había tanto escándalo y publicidad con decir que en la Córdoba Diego López de Lisboa y otros portugueses habían azotado un crucifijo, que habiendo dicho muchas personas, el justo sentimiento de cosa tan grave y deseo de que tan enorme delito se castigaseme obligo a inquirir la verdad del caso; y no halle culpa contra el dicho Diego López, a quien, aunque en esta provincia es común opinión ser hijos de cristianos nuevos, he tenido 15 años que le trato y comunico por hombre buen cristiano, devoto, amigo de asistir a todos los oficios divinos y rezar en las horas de Nuestra y tener otras devociones.»

Y así tenía ya los autos escritos para enviarlos a Vs. y en este estado parece que el dicho Diego López supo lo que contra él se decía por publicidad, pareció querellándose de don Fabián Maldonado que lo había dicho en diferentes partes; parecióme forzoso oírle su querella, y recebille della información, y aunque le pidió lo que vuestra señoría verá por su escrito, no me pareció proceder a más sino remitir los autos para que, visto por Vuestra Señoría, mande lo que fuere justicia y de su servicio. De Santiago del Estero, en Tucumán, a tres de abril de mili y seiscientos y seis años.

En el dicho discurso de treinta y dos años se continuaron muchas testificaciones contra el dicho Diego López de Lisboa, especialmente Don Pedro Barrasa, en la dicha Ciudad de Santiago del Estero, provincia del Tucumán, en ocho días del mes de febrero de mili y seiscientos y tres ante el comisario de la dicha ciudad, dijo: que había oído decir que el dicho Diego López de Lisboa se había orinado dos o tres veces en una cruz27.

Ante este párrafo tengo que frenarme, ya que tan vil patraña contra los judíos portugueses era realmente un acto de antisemitismo feroz. Jamás un judío haría una cosa así, no por ser judío, sino por ser un Ser Humano que durante siglos fue perseguido y jamás deshonró otra religión, u otra fe, como se pretende en este testimonio.

Realmente, esta perversa acusación a un indefenso hombre como el padre de los León Pinelo, nos demuestra a las claras el ambiente de ignorancia filosófica y teológica que reinaba entre la gente.

Continuaba el testimonio, diciendo: «El dicho testigo, en la dicha ciudad y ante el dicho comisario, en veinte y nueve días del mes de abril de mil y seiscientos y seis años, dijo: que había quince días, poco más o menos que yendo este declarante de esta ciudad a la de Córdoba en compañía de Garci Sánchez y del Capitán Pedro de Aguirre, y de Pedro de Oña, y de Diego López de Lisboa, portugués, una mañana, al tiempo que quería partir, teniendo el dicho Diego de Lisboa su muía ensillada y enfrenada junto a la ramada de Salavina, según le parece a este declarante, ató la muía el dicho Diego López de una Cruz grande, que estaba en la dicha ramada, y volviendo este declarante la cabeza, dijo: ¿Quién ató allí aquella muía, que parece muy mal atada a una Cruz?, y el dicho Diego López, dijo; yo la até, y después de esto, tratando esto el declarante con los dichos Pedro de Oña y Pedro de Aguirre, les oyó decir que había dicho en aquella ocasión: «Yo la até, qué importa». Los testigos citados dicen lo mismo».

«Fray Bernardino de Cigarra, vicario in capite del convento de Santo Domingo, en Buenos Aires, el treinta de marzo del dicho año de mil seiscientos seis, en una carta escribe al comisario lo siguiente:

«A este puerto llegó un ermitaño llamado el Gran Pecador el cual trajo a la mujer de Diego López de Lisboa a este reino, y enfadándose el dicho Diego López de Lisboa con el ermitaño dijo el ermitaño a mí y a otras personas desde puerto que por el favor que había tenido con el Marqués de Denia, aunque era la mujer de Diego López de Lisboa de las prohibidas para no poder pasar a este Reino, la había traído con licencia del Rey, pero no con la licencia de los señores Inquisidores del Santo Oficio. Lo que de nuevo tengo que avisar a vuestra merced es que Diego López de Lisboa y yo, venimos juntos desde la villa de Potosí hasta la Ciudad de Esteco, y en el camino reparé en tres cosas; la primera; que a un caballo sucio que venía en su compañía le llamaba Pedro; la segunda que viernes y sábado comía carne; decía que venía enfermo, aunque no se le echaba de ver en el rostro; la tercera que cuando veía alguna iglesia de los pueblos de los indios y de otras partes apuntaba con el dedo hacia allá y decía «aquellos que albeja debe ser igreja»; y esto con muchos meneos, que parecían de menosprecio; y reparé en una cosa, y es que cuando no veía iglesia, no hacía aquellos ademanes pero en viéndola, allí era el vocear y el menearse y hacer las cosas que tengo referidas. Aviso desto, por no poder ir en persona».

«Baltasar de los Reyes, en la dicha ciudad de Santiago del Estero, en dos de octubre del año de seiscientos y siete, ante el dicho comisario, dyo que había oído decir a Juan de Acuña de Noronha, portugués, que reside en la dicha ciudad, que el dicho Diego López de Lisboa, es hijo de médico confeso y medico mulato.»

«Juan de Avila Salazar, juez oficial real en la Ciudad de Santa Fe, en seis de octubre de mil y seiscientos y catorce años, ante el Comisario del Santo Oficio, dijo: que por descargo de su conciencia había oído decir que siendo cosa pública y notoria que Diego López de Lisboa, de nación portugués, estante y morador en el Puerto de Buenos Aires, era judío de nación, y que para la fiesta un hijo suyo fue a la Ciudad de los Reyes con información falsa, e que la hizo alia de cristiano viejo.»

«Juan Ruiz de Atienza, en la Ciudad de San Felipe, digo Santa Fe, de la Provincia del Río de la Plata, en diez de octubre de seis cientos y catorce años, ante el comisario de la dicha Ciudad, dijo respondiendo a un preguntado: que lo que había oído decir era que Diego de Vega, y Diego López de Lisboa, portugueses, que viven en el Puerto de Buenos Aires son tenidos y habidos por cristianos nuevos, según publica voz y fama los cuales tratan y contratan en el dicho puerto con naciones y navíos de la Costa del Brasil y Portugal, y que había oído decir que Diego López de Lisboa tenía trato y contrato con Flandes, de que este declarante no había sentido bien dello.»

Si nuestro hombre, Diego López de Lisboa, tenía conexión con Flandes, no cabe la menor duda, que lo tendría con la comunidad judía de Holanda, que luchaba por la supervivencia de la comunidad judía del Brasil. Este testimonio es valiosísimo, ya que demuestra que los judíos portugueses conectaron Buenos Aires, con el Mundo Occidental a través de Holanda y Portugal28. Pero el sentido profundo es ver, que en otro testimonio, ya nos hablaban del conocimiento de López de Lisboa por parte de los judíos en Amsterdam (testimonio de Carlos Corzo de Leca y Nicolás de Ocampo Saavedra, ya transcripto), con lo cual llegamos a la conclusión de que la Colectividad judía holandesa, conocía a la perfección la actividad de los judíos portugueses en el Río de la Plata29. Muchas veces, uno se pregunta, cómo fue que la conexión desapareció, y es interesante destacar que hubo 200 años de Inquisición permanente en este territorio30, y que caída la comunidad del Brasil definitivamente en 165431, la comunidad judía de Holanda ya no tenía posibilidad material de acceder hasta Buenos Aires, este factor externo se sumó a otro interno, la asimilación de los judíos portugueses a la población cristiana vieja32 para no continuar siendo el blanco de los ataques de la intolerancia religiosa del Santo Oficio.

«Francisco González Pacheco, en la Villa Imperial de Potosí del Perú, en diez y nueve días del mes de agosto de mil y seiscientos veinte y dos años, ante el comisario de la dicha villa, dijo que: «caminando por la tierra de Buenos Aires, y llevando en su compañía a un mulato, su criado, había visto que para asar una pierna de carnero, le sacaba la landrecilla, y riñéndole al mulato, y llamándole de judío, el mulato le respondió; «Yo no soy judío, más de que serví a Diego López de Lisboa, portugués, en el dicho camino y siempre me mandaba que habiendo de asar alguna pierna de camero o cordero, no la asase sin que primero le sacase la landrecilla, porque decía que se asaba mejor».

«En la Ciudad de la Plata, a diez y siete de marzo de mili y seiscientos y quince años, ante don Juan de Mendoza, tesorero de la Santa Iglesia comisario del Santo Oficio, pareció sin ser llamado y juró en forma un negro que dijo llamarse Pedro Antonio, esclavo de Alonso Navarro, escribano de Provincia, oficial sastre, natural que dijo ser de Pernambuco, de edad de veintiún años, poco más o menos, y dijo que podía haber siete años poco más o menos, que estando este testigo en el Brasil, en servicio de Pedro de Acuña de Andrada, su amo fue con él a Lisboa y a otras partes de Portugal, y estando en Lisboa se hizo un auto de fe, y entre las personas que salieron en él, salió un hombre viejo llamado Juan López al cual vio este testigo que le quemaron por judío en un campo que está frontero del Hospital del Rey, que se llama el dicho campo el Rocío, y este hombre Juan López era padre de Diego López de Lisboa, un portugués que estuvo en este reino y que es muy conocido en Potosí y en el Tucumán y Buenos Aires; y sabe este testigo que era su padre, porque un viaje antes que hizo con el dicho su amo a la Madera, fueron de camarada el dicho Diego López de Lisboa y el dicho Pedro de Acuña de Andrada, y vio que el dicho Juan López tenía en su casa y le recibió en ella el dicho Diego López de Lisboa por su hijo, y el dicho Diego López de Lisboa le nombraba y le tenía por su padre; y después, cuando este testigo vino de Portugal, el segundo viaje, llegando al Brasil, oyó decir como el dicho Diego de Lisboa se había huido del Santo Oficio, y habiendo pasado a Buenos Aires, halló allí al dicho Diego López de Lisboa, avecindado con su casa poblada; y que esto declara por descargo de su conciencia, y que no lo dice por odio ni enemistad.»33

Muchos declaraban, ya que si sabían algo y lo ocultaban al Santo Oficio se consideraba que esto era complicidad de judaísmo manifiesta, y también podía ser considerada judía la persona inocente que oculte conocimiento de personas judías en el Río de la Plata.

De esta forma, muchos llegaban al Santo Oficio a declarar, por el miedo de decir todo ello en cualquier lugar, y para manifestar lo escuchado. Era un verdadero descargo de conciencia, no era quizás antisemitismo puro el de los testigos, sino que al construir también engranajes del sistema inquisitorial, ellos podían ser acusados de ocultar judíos en la región. La declaración testimonial de Jerónimo de Agreda, termina de esta forma;

«Fuéle mostrado un papel escrito en un pliego por dos planas, y algunos renglones de otra, que comienza Ilustrísimo, y en principio de renglón dice: Don Jerónimo de Agreda parezco ante Vuestra Señoría; y acaba por el temor de las censuras, con una firma que dice don Jerónimo de Agreda y habiéndolo visto dijo: que reconocía el dicho pliego de papel por su yo, escrito de su mano y letra todo él, y firmado de su nombre, el cual en el mismo que ayer entregó al ministro que tiene dicho de este Santo Oficio, con una cubierta, el cual se le mostró con un sobre escrito que dice al Santo Tribunal de la Inquisición, y otros cuatro renglones y algunas letras más con otra firma, donde dice Jerónimo de Agreda, y dijo ser la mesma cubierta que puso con el papel y los cuatro renglones y letras más las escribió el dicho ministro; y por tal lo reconoce juntamente con la dicha firma.»

«Fuéle leído el dicho papel todo, de verbo ad verbum, y habiéndolo entendido, dijo; que lo contenido en dicho papel es la verdad y lo declara bajo el juramento que tiene hecho, y lo contenido en el y en esta declaración es una misma cosa, y si en alguna cosa se añade, es por la fragilidad de la memoria y lo que cuando escribió el papel se acordó, y lo que cuando ha ido haciendo esta declaración se ha acordado, y protesta ser, como es, todo uno y la verdad debajo del juramento, que tiene hecho, y para haberlo declarado, no le ha movido ni odio ni enemistad, antes ha recibido muchos beneficios y obras buenas del dicho Diego López de Lisboa, y ha tenido amistad con su hijo; y así solo el servicio de Dios lo ha movido para lo que ha declarado, y que guardara el secreto, y prometiolo; y siéndole leído, dijo estar bien escrito y lo firmó. Don Jerónimo de Agreda. Paso ante mí. Martín Díaz de Contreras, secretario»34.

«Habiéndolo comenzado a firmar este testigo, dijo antes de acabar la firma, que la principal causa que le había movido para suspender tanto tiempo esta declaración, había sido ser el testigo huésped del señor Arzobispo, y el dicho Diego López de Lisboa, muy privado del dicho señor Obispo, y por no perder su gracia y comodidad si se publicaba la dicha declaración, había dejado de hacerla el dicho testigo hasta que salió de su casa del dicho Arzobispo y luego trató de hacerlo; y lo si señaló y rubricó el señor Inquisidor. Ante mí. Martín Díaz de Contreras, secretario.»

A los dos meses se llamó nuevamente al Sr. Jerónimo de Agreda, para la ratificación de todo lo anteriormente dicho, pero esta vez, en condiciones de hombre libre, para ver si concuerda lo anteriormente pronunciado contra el supuesto «sospechoso de la fe».

Ratificación: En la Ciudad de los Reyes, martes a treinta y un día del mes de marzo de mili y seiscientos treinta y siete años, estando el Señor Inquisidor don Antonio de Castro y del Castillo, en su Audiencia de la tarde, mandó entrar a ella el dicho don Jerónimo, que vino llamado, estando suelto de la prisión en que estaba cuando dijo este dicho y libre de la cárcel, y delante de las honestas y religiosas personas los licenciados Juan Bautista Ramírez y el licenciado Diego de Villoslada, fue recibido juramento en forma de derecho, y habiéndolo hecho prometió decir verdad, y dijo posar en casa de un torrero, junto a la Iglesia Mayor, que se llama Fulano de Mesa.»

«Preguntado si se acuerda haber dicho y declarado en este Sancto Oficio algún dicho contra alguna persona o personas sobre cosas tocantes a nuestra sancta fe o dependientes della, que diga qué cosas y contra quién dijo: que se acuerda haber dicho y declarado en este Sancto Oficio un dicho contra el licenciado Diego López de Lisboa, clérigo presbítero, mayordomo del arzobispo que hoy es de esta ciudad, don Fernardo Arias, de cosas que le oyó u vio que no le parecieron bien y son tocantes a este Sancto Oficio y le pidió se le leyese.»

«Fuéle dicho que se le hace saber que el Señor fiscal de este Sancto Oficio le presenta por testigo ad perpetuam rei memoriam contra el dicho Diego López de Lisboa; por tanto que esté atento, y se leerá el dicho y declaración que contra él hizo, para que vea si está bien escrito o tiene acerca dello alguna otra cosa que decir, alterar, añadir o enmendar, lo haga, de manera que en todo diga verdad, porque lo que ahora dijere lo podrá hacer con entera libertad, donde no, le ha de parar perjuicio.»

«Luego le fue leído el dicho desta otra parte, juntamente con un papel que escribió de la cárcel de corte de esta ciudad, estando preso en este Sancto Oficio, y habiendósele leído todo, de verbo ad verbum, y habiendo dicho el dicho don Jerónimo de Agreda que lo había oído y entendido, dijo: que todo lo que el dicho su dicho contiene, y el papel que escribió es suyo, y él lo ha dicho según está escrito y asentado y que así de la manera que en el dicho y papel contiene, por haberlo visto sus ojos, y en ello se afirma y se afirmó, ratificaba y ratificó y siendo necesario lo vuelve a decir de nuevo ad perpetuam rei memoriam, como testigo presentado por el dicho señor fiscal, y a presencia de las dichas personas honestas y religiosas personas que tienen jurado el secreto, dio por descargo de su conciencia; encargósele el secreto en forma, prometiólo, y lo firmó. Don Jerónimo Agreda. Por ante mí. Pedro Quirós Argüello, secretario.»

Concuerda con su original que queda en la Cámara del Secreto del Sancto Oficio de la Inquisición de estos reinos del Perú, en la información recibida contra el dicho Diego López de Lisboa, de donde lo saqué yo, el presente secretario de este Sancto Oficio, de que certifico y doy fe, y de que el dicho Pedro de Quirós Argüello sirve el oficio de secretario de este dicho Sancto Oficio, en lugar de Don Bernardo de Eyzaguirre, que está ausente; y por verdad lo firmo, en los Reyes, 20 de abril de 1631 Martín Díaz de Contreras.

«M.P.S.» Remitimos a V.A. esa testificación que mandara verla contra Diego López de Lisboa, portugués de nación, y de edad de más de sesenta años, clérigo presbítero, mayordomo del arzobispo de esta ciudad de los Reyes, don Fernando Arias de Ugarte: gobiérnale su casa, administra sus rentas y es su confesor.

Asimismo va en esta sumaria relación de las testificaciones que han ocurrido en este Santo Oficio contra el susodicho, en discurso de treinta y dos años, desde las Provincias de Tucumán, puerto de Buenos Aires y villa de Potosí, donde ha residido mucho tiempo y ganando mucho caudal mercadeando, y siempre con opinión de cristiano nuevo.

En la Ciudad de Santiago del Estero, en veinte y ocho días del mes de diciembre de mili y seiscientos y cinco años, ante el tesorero Don Francisco Salcedo, provisor y vicario general de aquel obispado y comisario del Santo Oficio, pareció Don Fabián Maldonado y dijo: que Juan de Mitre y Pedro García, vecinos de la Ciudad de Córdoba, dijeron a este testigo un día de Pascua de Resurrección del año pasado, mostrando terror y espanto, que andando de guarda a caballo el Jueves Santo en la noche, mientras andaba la procesión de los penitentes, le dio voluntad al dicho Juan de Mitre, de tomar humo de tabaco y acaso entraron los dichos a casa de Miguel de Ardiles, adonde a la sazón estaba un portugués aposentado, por no estar en ella ei dicho Miguel de Ardiles ni su familia, y llegando a la puerta de la Sala de la dicha casa a pedir fuego para encender el tabaco, vieron que habiendo estado allí un rato salieron de hacia un aposento de la dicha sala cuatro hombres portugueses, que el uno de ellos se llamaba Diego López de Lisboa, y el otro Domingo Juárez, vecino de Esteco, y el otro Jorge de Paz, y el otro que no se acuerda quién era; y como salieron los susodichos a la dicha sala y vieron allí a los dichos Juan de Mitre y Pedro García, y otro mozo del Paraguay, dijo el dicho Diego López: ha visto vuestra merced qué bella mano aquella a la cual respondió el dicho Domingo Juárez; «Por cierto buena y la más cruel que he visto en mi vida», a lo cual había dicho el dicho Juan de Mitre; pues ahora están jugando en una noche como esta y respondieron ellos que si habían estado jugando al triunfo, y luego habían sacado candela de la recamara a la sala, porque estaba a oscuras; y como vieron allí la mesa y las sillas sin apariencia de haber jugado y no oyeron en el tiempo que allí estuvieron voces ni ruido del que suele haber cuando juegan, percibieron mal, y este testigo asimismo lo ha percibido después que se lo contaron los dichos Pedro García y Juan de Mitre, porque contando este suceso este testigo a doña Inés Vasconcelos, mujer del capitán Rui Gómez, que es una señora portuguesa, que tiene fama de ser limpia y noble y vive en la dicha ciudad de Córdoba, dijo la susodicha que no se espantase de que aquellos estuvieron haciendo algún maleficio, porque ella había visto sacar a quemar en la Ciudad de Lisboa, por el Sancto Oficio al padre del dicho Diego López de Lisboa, y a un tío suyo y a una tía suya, y a su suegro, padre de la mujer con quien está agora casado, y que por este suceso y causa se fue el dicho Diego López y su mujer a vivir a Valladolid, en Castilla, y desde allí se vinieron por el puerto de Buenos Aires a la dicha Ciudad de Córdoba, a donde al presente está; y habiendo sabido este testigo esto, y oyendo la pública voz y fama que todos los portugueses dan de que el dicho Diego López y la dicha su mujer y el dicho Domingo Juárez y el dicho Jorge de Paz, son descendientes de judaizantes y de penitenciados por el Santo Oficio, ha tenido y tiene gran sospecha de que hacían alguna gran maldad la dicha noche del jueves Santo en la dicha junta en que estaban, y también lo imaginaron los dichos Juan de Mitre, Pedro García y demás, y asimismo la dicha doña Inés; y para esto entiende ha sido llamado y es la verdad de lo que sabe y no lo dice por odio.»

Amigos lectores: los hombres judíos portugueses en el Jueves Santo estaban haciendo Pesaj, la pascua hebrea, la que hizo Cristo con sus apóstoles, la pascua de Israel, (de donde deriva la pascua cristiana). En medio del terror inquisitorial, de las huestes de la intolerancia, los judíos en Córdoba, en 1605, estábamos festejando la salida de Egipto, en este territorio, en el Río de la Plata, éramos libres interiormente, y le rezábamos a Dios para que seguramente ayude a otros hermanos judíos portugueses en el Alto Perú, en el Brasil, en Portugal, y en todos los territorios donde el Santo Oficio los perseguía.35

Esta declaración es valiosísima, ya que podemos afirmar objetivamente que la reunión del Jueves Santo en la Ciudad de Córdoba, que hicieron aquellos portugueses, fue la Pascua Hebrea, y qué irónico cuando se le ve venir a Diego López de Lisboa, y dice: ¿ha visto vuestra merced qué bella mano aquélla?, cuán bella mano, festejar la Pascua Hebrea, seguramente qué alegría tendrían aquellos hombres portugueses que lograron sin ser atrapados festejar una nueva salida de los hijos de Israel, pero en América, y con su cultura la hispano-portuguesa ellos fueron hombres de la Península, hombres ibéricos, algunos con linajes remontando a los Reyes de Israel, nobles hombres, comerciantes, banqueros, hombres de letras, que no podían dejar la cultura española y que tampoco pudieron dejar de ser judíos.

Ellos eran judíos españoles y portugueses, que no quisieron renegar de nada, ni de su Patria, España, ni de su fe, el judaísmo.

Podían muchos renegar de su Patria, los que nos fuimos de la Península.

Podían muchos renegar de su fe, los apellidos conversos que vemos todos los días, pero hubo una legión de hombres que no renegaron de nada; quisieron ser españoles, quisieron ser ibéricos, castellanos y aragoneses, y quisieron ser judíos, no desconectarse del Espíritu de Israel.

Esta situación hizo que los que disimularon, fueran asimilados.

Por suerte Buenos Aires fue una aldea muy lejana, que no quiso hacer ostentación de su poderío económico, para no despertar sospechas sobre el judaísmo existente aquí.36

Además el Santo Oficio sabía, que había un tiempo prudencial donde al paso de las generaciones, esos hijos o nietos de portugueses judaizantes se desintegrarían del judaísmo.

La familia León Pinelo, fue una de las que no cedieron ante la presión inquisitorial; fueron las que lucharon por mantener viva la llama en creer que de Sión saldrá la Ley, y en la futura Restauración de Israel.

Pero la gloría que se llevaron con sus propias vidas, fue la de constituir el primer núcleo de  judíos argentinos.

Notas

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Lewin, Boleslao. Los León Pinolo, editado por la Sociedad Hebraica Argontina, Buenos Aires, 1942.
Garvich, Arturo. Los Cristianos Nuevos Portugueses y la economía de la colonia en Cuadernos de la Sociedad Argentina de Historiadores N° 2, Buenos Aires, 1987.
Robert, Richard. Los Portugueses en las Indias Españolas en Rovista de Historia de América N5 34, México, Diciembre, 1954.
Saban, Mario Javier. Los Portugueses judaizantes en el Río de la Plata en el Boletín del Instituto Argontino de Ciencias Genealógicas N° 159, Setiembre-Octubre de 1988, Buenos Aires.
Saban, Mario Javier. Descubrir la historia judeo-argentina secreta, en el diario Comunidades Año V, N°46, Buenos Aires, Marzo de 1989.
2 Lohmann Villena, Guillermo El Canciller de Indias, Madrid, 1954.
3 Porras-Barrenechea, Raúl. El Paraíso en el Nuevo Mundo, Lima, páginas 5 a 8 del tomo I.
Martorell Tellez Girón, Ricardo. Anales de Madrid de León Pinelo. Reinado de Felipe III años 1598 a 1621. Edición y estudio crítico del manuscrito N° 1.255 de la Biblioteca Nacional, Madrid, 1931.
4 Padre A. Larrouy. La Familia de Antonio de León Pinelo en el Río de la Plata en Actas del XVII Congreso Internacional de Americanistas, Buenos Aires, 1912.
Herrera, Armando. Un judío, rector de la Primera Universidad Americana, en Décimos N° 1, Montevideo, 1936.
5 Molina, Raúl Alejandro. La Defensa del Comercio en el Rio de la Plata, Revista de Historia N° 26, página 43, Buenos Aires, 1962.
6 Millares Carlo, Agustín. Noticia biográfica de Antonio de León Pinelo, página 9, N° 27
7 Millares Cario, Agustín. Don Antonio de León Pinelo y su epítome. El epítome de Pinelo. Primera bibliografía del Nuevo Mundo, por la Unión Panamericana, Washington, 1958.
8 O´Ryan, Juan Enrique. Don Antonio de León Pinelo. Noticias y rectificaciones en la Biblioteca de Chile Moderno, Valparaíso, 1903.
9 Medina, José Toribio. Biblioteca Hispanoamericana, Tomo VII, página 42.
10 Medina, José Toribio. Biblioteca Hispanoamericana, Tomo VI, página 439.
11 Medina, José Toribio. Biblioteca Hispanoamericana, Tomo VI, página 456.
12 Molina, Raúl Alejandro. Conferencia dictada en la Academia Nacional de Historia. La Defensa del Comercio del Río de la Plata, en la Revista Historia N® 26, página 41, Buenos Aires, 1962.
13 Saban, Mario Javier. La Sangre judía (II) en el Boletín del Instituto Allentino de Ciencias Genealógicas N° 161, enero-abril de 1989, Buenos Aires.
14 Molina, Raúl Alejandro. Las primeras navegaciones del Río de la Plata después de Garay en la Revista de Historia de América N° 45, México, 1958.
15 Siqueira, Sonia. A Inquisiçao Portuguesa e a sociedades colonial, editorial Arica, 1978.
Roth, Cecil. Los Judíos Secretos: Historia de los Marranos, editorial Altalena, Londres, 1931.
Saban, Mario Javier. La Sangre Judía (II) en el Boletín del Instituto Argentino de Ciencias Genealógicas N° 161, enero-abril de 1989, Buenos Aires.
Wiznitzer, Arnold. Os Judeos no Brasil Colonial, Editorial Pioneira, S3o Paulo, 1966.
16 Azevedo, Lucio. Notas sobre o judaismo e a Inquisiçao no Brasil en la Revista de Instituto Historico e Geografico Brasileiro, Tomo 91, vol. 145,1930.
17 Böhm, Gunter. Clérigos portugueses en América Colonial, en Sefárdica N9 3, Buenos Aires, 1985.
18 Torre Rovello, José. La Sociedad Colonial, Buenos Aires, 1970.
Hanke, Lewis. The portuguesa in Spanish America, with special reference to the Villa Imperial de Potosí en Revista de Historia de América N° 51, México, 1961.
Lewin, Boleslao. Como fue la inmigración judía en la Argentina, Buenos Aires, 1983.
Lewin, Boleslao. Los Criptojudíos, un fenómeno religioso y social, editorial Milá, Buenos Aires,1987.
Relación de extranjeros y portugueses que hay en Tucumán, en Colección de Copias del Archivo General de Indias N° 3.887, Tomo 185 (Biblioteca Nacional).
Zabala, Rómulo de y De Gandía, Enrique. Historia de la Ciudad de Buenos Aires, Buenos Aires, 1936.
19 Molina, Raúl Alejandro. Las primeras navegaciones del Río de la Plata después de Garay en Revista de Historia de América N° 45, México, 1958.
Luna, Félix. Buenos Aires y el país, Buenos Aires, 1985.
20 Hanke, Lewis Idem N° 18.
21 Lewin, Boleslao. Los León Pinelo, Sociedad Hebraica Argentina, Buenos Aires, 1942.
22 Medina, José Toribio. La Inquisición en el Río de la Plata, Editorial Huarpes, Buenos Aires, 1945.
23 Molina, Raúl Alejandro. El Primer Banquero de Buenos Aires. Jerarquía alcanzada por su descendencia. Separata del Tomo II de la Revista de Historia Americana y Argentina, Mendoza, 1950.
24 Herring, Hubert. A History of Latin America, New York, 1964.
25 Groussac, Paul. Introducción al viajo de un buque holandés al Río de la Plata. Anales de la Biblioteca. Vol. 4. Pág. 489.
26 Lewin, Boleslao. Los León Pinelo. Sociedad Hebraica Argentina, Buenos Aires, 1942.
27 Medina, José Toribio. Lo Inquisición en el Río de la Plata. Sección Documentos página 365. Editorial Huarpes, Buenos Aires, 1945.
28 Sombart, Werner. Los judíos y el Capitalismo Moderno, New York. 1962.
29 Tiscornia, Ruth. La Política Económica Rioplatense de mediados del siglo XVII, Capítulo VI, página 106. Ediciones Culturales Argentinas, Buenos Aires, 1983.
30 Lichman, Seymour. Requiem por los Olvidados. Los judíos españoles en América 1493-1825. Editorial Altalena, New York, 1982.
31 Monin, José. Los Judíos en América, Buenos Aires, 1930.
32 Schvartzman, Pablo. Los Judíos en América, Buenos Aires, 1963.
33 La fuente Machain, Ricardo. Los Portugueses en Buenos Aires, Madrid, 1931.
Medina, José Toribio. La Inquisición en el Río de la Plata, Editorial Huarpes, Buenos Aires, 1945.
34 Medina, José Toribio. La Inquisición en el Río de la Plata, Editorial Huarpes, página 360. Buenos Aires, 1945.
35 Medina, José Toribio. La Inquisición en el Río de la Plata, Editorial Huarpes, páginas 362-364, año 1945.
36 Ugartcche, Félix. Hombres del Coloniaje, Buenos Aires, 1931.
García, Juan Agustín. La Ciudad Indiana, en la Biblioteca Argentina de Historia y Política, Hyspamó- rica, Buenos Aires, 1986.
Saban, Mario Javier. Reportaje en El Nuevo Periodista, Año 4, N° 203, pág. 55, Buenos Aires, 1988.
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Saban, Mario Javier. Las Raíces Judeoportuguesaa de la Argentina, en la revista La Luz N51.429, año 58, pág. 14, Buenos Aires, 1988.
Saban, Mario Javier. Las Ascendencias Portuguesas Judaizantes de los Próceros y Familias Tradicionales de la República Argentina. Trabajo aprobado por el Comité Académico Internacional del Quinto Congreso de Investigadores Sobre Judaísmo Latinoamericano organizado por LAJSA (Latin American Jewish Studies Association).