Coloquio

Edición Nº60 - Marzo 2023

Las diversas manifestaciones del antisemitismo

Por Mauricio Friedman

Primeros trazos

La humanidad no tiene memoria o quizás tiene una amnesia selectiva. Este articulo refleja la mirada y perspectiva de un educador, quién hace propia la máxima de que los individuos y los pueblos que no tienen memoria están condenados a repetir su pasado. 

Ese momento, el más obscuro y terrible acontecimiento de la humanidad, no fue el único ni el primero en donde el pueblo judío fue violentado y sometido a expulsiones, persecuciones y matanzas. Durante cientos de años sufrió la peor de las suertes en Europa y el Medio Oriente. Fue víctima de imperios y regímenes totalitarios, de guerras santas, de prejuicios y calumnias religiosas, de discriminación y ostracismo social. 

Con la llegada de la modernidad y de los nacionalismos exacerbados, fue una vez más perseguido y victimizado por un reimaginar de utopías y nuevos modelos sociales en donde el pueblo judío no tenía cabida ni lugar. El judío siempre fue la máxima expresión “del otro”, en muchos casos sirviendo como ejemplo del antivalor, del modelo o arquetipo que afirma la identidad desde el absoluto opuesto, del que muestra y demuestra aquel que “no soy yo” y en el que jamás me debo de transformar. 

La antropología social explica que incorporado al ADN de nuestra especie y tras miles de años de experiencia humana tribal, de vulnerabilidad ante el ambiente y otras tribus o grupos sociales, siempre en competencia por recursos e impulsado por el perpetuar de su linaje,  desarrolló mecanismos de defensa en donde por un lado le era necesario para su supervivencia  la identificación y pertenencia a un grupo particular y por el otro lado, la percepción del grupo rival como una amenaza existencial, como el enemigo a vencer. Miles de años han pasado desde que los humanos deambulamos como nómadas y recolectores por la tierra y sin embargo, estos mecanismos tan primarios, siguen activos.

Diseccionando el antisemitismo

Nada de esto que aquí se menciona es para justificar el antisemitismo o cualquier otro tipo de prejuicio o discriminación, sino para subrayar la importancia de hacer metaconciencia para comprender de donde surgen algunas de las conductas humanas más primitivas con el afán de hacerlas conscientes y modificarlas. Si las ciencias sociales como la antropología, la sociología y la psicología no alcanzan para explicar el racismo, los prejuicios y la discriminación que tanto daño le han hecho a grupos minoritarios y sectores de la sociedad, mucho menos serán suficientes para explicar el fenómeno que es el antisemitismo. 

La tradición judeocristiana trajo al pensamiento occidental, la idea de que la vida humana es sagrada, de que todo individuo esta hecho a imagen y semejanza de Dios, y que dentro de sí mismo contiene un espíritu de divinidad. Los antisemitas entendieron bien como anular y cancelar esta mirada universal que quedó tan profundamente arraigada en occidente, deshumanizar al judío, despojarlo de su cualidad humana para posteriormente destruirlo. De allí la propaganda Nazi que mostraba invariablemente al judío como un insecto, como un demonio, como un cerdo; de allí la retorica islamista chiita que una y otra vez habla del estado de Israel como un cáncer a extirpar. 

Despojar al judío de su cualidad humana fue un ejercicio educativo y cultural tan exitoso que los mismos judíos utilizaron la metáfora de que el judío era como el canario en la mina, alertando a los mineros sobre posibles peligros, que el antisemitismo era un odio que comenzaría con los judíos pero no terminaría allí, que sería el heraldo del declive y la descomposición social. La autora judía Dara Horn explica en su libro People Love Death Jews, que usar dicho símil, deshumaniza a los judíos, ya que la función del canario, un animal prescindible, es precisamente salvar la vida de los mineros, que sí son humanos. Identificado como el odio más antiguo, el antisemitismo ha logrado trascender y perdurar en el tiempo, mutando como un virus, adaptándose, incorporando el lenguaje conceptual y la cosmovisión del momento, encajando y reflejando perfectamente con el zeitgeist.

Enter Antisionismo

Hoy, a cientos de años en los que comunidades judías a lo largo de Europa eran perseguidas, enjuiciadas, condenadas y torturadas por falsas acusaciones y difamaciones de asesinar niños cristianos con propósitos rituales, un lenguaje de época que no sería aceptable ni adecuado en la actualidad, los judíos en Israel son acusados de asesinar niños palestinos. No se pretende argumentar que no han muerto cientos de civiles inocentes, dentro de ellos niños, en las décadas de guerra y conflicto entre palestinos e israelíes, pero los medios buscan, en la mayor parte de los casos, presentar una realidad totalmente distorsionada y adulterada. 

Argumentando que estos niños han sido intencionalmente asesinados por Israel,  los judíos son, una vez más, acusados de ser asesinos de niños, genocidas. El origen de todo el mal en el mundo. En ningún caso la muerte de estos niños fue propositiva e intencional, los grupos islamistas palestinos utilizan las ciudades palestinas como campos de batalla y a sus habitantes como escudos humanos. Estos niños han muerto, de manera trágica, en el fuego cruzado, en casas que fueron utilizadas para apilar y almacenar armamento, cohetes que serán dirigidos, en este caso sí, de manera intencional, contra la población civil israelí.

Durante la epidemia de la peste negra -una plaga que en el siglo XIV arrasó con una parte importante de la población europea (entre el treinta y el sesenta por ciento)- los judíos fueron acusados de envenenar los pozos y ser artífices de la devastación. Siete siglos después, los judíos han sido acusados por diversos grupos en redes sociales de ser los culpables detrás de la pandemia del Covid-19. No hay, en la historia de la humanidad, otro grupo minoritario que haya sido victimizado más que el pueblo judío. Sin embargo, en un mundo postmoderno, el judío no puede ser visto como víctima. Al contrario, para muchos grupos e ideologías es identificado como el victimario. 

La situación en EE.UU.

La comentarista Barry Weiss, explica en su libro How To Fight Anti-Semitism, que en Estados Unidos el antisemitismo proviene de tres ideologías y grupos sociales. 

Desde la extrema derecha y los grupos supremacistas blancos, el judío es el enemigo público número uno. En el 2017, empoderados por el clima político en los Estados Unidos, en Charlottesville Virginia, cientos de supremacistas salieron a la calle bajo el lema “los judíos no nos van a reemplazar”. Una frase que, a primera vista, nos deja perplejos y confundidos. Según un censo realizado por el Pew Research en 2021, los judíos en los Estados Unidos representan el 2.4% de toda la población adulta norteamericana. Ciertamente no son una amenaza demográfica bajo ningún parámetro, todo lo contrario, la mayor parte de los judíos en Estados Unidos está totalmente aculturada y se siente plenamente identificada con la nación norteamericana. ¿Dónde está la amenaza del supuesto reemplazo?

Estos grupos supremacistas blancos argumentan que los judíos están detrás de una conspiración para cambiar el carácter y la demografía del pueblo norteamericano. Ya que promueven y facilitan la inmigración a través de cabildeo político, la participación en organizaciones civiles, y el manejo de los medios de comunicación con una mirada cultural multiétnica y diversa. 

¿Qué hay de aquellas minorías étnicas en Estados Unidos que por lo general se identifican con el partido demócrata y la izquierda? ¿Seguramente ellos encontrarán a la minoría judía, amenazada por el mismo enemigo común, como un aliado y un socio? Todo lo contrario, la extrema izquierda en Estados Unidos identifica a los judíos como blancos, como parte de estos grupos hegemónicos, privilegiados y opresores.  

La actriz, conductora y comediante Whoopi Goldberg, se vio envuelta el año pasado en una controversia, tras asegurar que el Holocausto no tuvo nada que ver con un tema de raza, ya que tanto los arios como los judíos son blancos. Constatar que el Holocausto fue precisamente por un tema racial, es algo que cualquier persona puede hacer si lee libros de historia. Los discursos y argumentos de Hitler, Göring, Streicher y el resto de los propagandistas de la filosofía Nazi, la naturaleza de las leyes de Núremberg y las razones que dieron para perpetrar el Holocausto, están sustentados todos en temas de raza. 

Otros grupos minoritarios de afroamericanos acusan a los judíos de lo mismo, es decir, de una conspiración para reemplazarlos y oprimirlos. Lideres religiosos como Louis Farrakhan o escritores como Ronald Dalton Jr. aseguran que los judíos son adoradores de Satanás, que están involucrados en una conspiración internacional para reemplazar a los verdaderos hebreos, identificados por ellos como grupos étnico-nacionales africanos y nativos de varias partes del mundo, acusando a los judíos de explotadores y esclavistas. El pueblo judío que se ve a sí mismo bíblicamente como proveniente de esclavos y que fue por milenios, oprimido y victimizado, es actualmente acusado por estos grupos de ser victimario y esclavizador. 

Weiss también identifica a otro grupo importante como un generador de antisemitismo, muchas veces violento. Ese grupo es el islam radical, el islam que desde su mirada extrema, sunita, amenaza a las comunidades judías en Europa y cuyas sinagogas tienen que ser fuertemente custodiadas por guardias armados. Esta seguridad es proporcionada por el gobierno de dichos países o contratada de manera privada. En el Estado de Israel, este mismo grupo, ataca a la comunidad judía con atentados terroristas y lanzamientos de cientos de misiles dirigidos a su población civil. También el islam radical chiita, liderado por el ayatola Ali Khamenei,  amenaza constantemente la existencia del Estado de Israel, a través del desarrollo de un programa nuclear con claros fines armamentísticos, desde el entrenamiento, financiamiento y empoderamiento de milicias proxy regionales alineadas al régimen y desde la exhortación retorica a extirpar el cáncer del mundo, que a sus ojos es el Estado de Israel.

Las expresiones y manifestaciones antisemitas alrededor del mundo no son solamente verbales, si solo lo fueran, serian suficientemente preocupantes. El Holocausto nos enseñó que las palabras de odio y de incitación rápidamente se tornan en violencia. Veamos únicamente estos datos recopilados por la ONG Alums for campus fairness, en un reporte elaborado en agosto del 2021, en donde respondieron 506 alumnos universitarios judíos de diversas universidades a lo largo de todo Estados Unidos. El 95% manifestó que el antisemitismo es un serio problema en el campus universitario, 80% han experimentado o conocido a alguien que de primera mano sufrió de ataques verbales antisemitas, 44% vivenció o conoce a alguien que vivenció amenazas y violencia física dentro del espacio universitario. 

La globalización de la judeofobia.

Reportes de diversas organizaciones, algunas gubernamentales y otras no gubernamentales, como la Liga Antidifamación, la Agencia de la Unión Europea por los Derechos Fundamentales o el Departamento de Estado de los Estados Unidos, han reportado incrementos de incidentes y ataques antisemitas en Estados Unidos y Europa que van desde el 30% hasta el 60% en los últimos tres años.

Sin lugar a duda, una de las formas y manifestaciones más prevalentes y socialmente aceptadas del antisemitismo actual es el antisionismo. “Estoy en contra del Estado de Israel, pero eso de ninguna manera me hace antisemita” proclaman una y otra vez esos antisemitas que entienden que acusar a los judíos de envenenar pozos, de usar la sangre de niños para ceremonias rituales o sustentar que están asociados con el diablo, no es mas aceptado o razonable en el siglo XXI.

El Estado de Israel es como el judío entre las naciones, el Estado de Israel es el judío entre los Estados, estados que simbolizan y que representan a otros pueblos. La obsesión de estos antisemitas, autonombrados antisionistas, que provienen desde la academia, la izquierda, el islam radical o la derecha, es lamentable, lastimosa y francamente peligrosa. 

Observar a una persona que supuestamente se ha “despertado”, autodenominado woke, deslegitimar el estado judío y atacar violentamente a cualquiera que se muestre a favor o identificada con ese mismo estado, propositivamente olvidando que los grupos fundamentalistas palestinos y otros enemigos de Israel de la región son los mas grandes represores de mujeres, de la comunidad LGBT, de las minorías cristianas y de cualquiera que se interponga en su camino de dominación, control total y poder, no es solo paradójico sino francamente ridículo. 

Ver, de primera mano, la obsesión antisionista que se vive en Naciones Unidas, dentro de sus diferentes agencias e instituciones, en especial dentro del alto comisionado para los derechos humanos en contra del Estado de Israel, en donde repetidamente se alían las naciones antidemocráticas, dictatoriales, con los peores registros y cifras de abusos a los derechos fundamentales de sus propios nacionales y ciudadanos sería cómico si no fuera realmente trágico. 

Leer en las noticias sobre políticos que con fines populistas y electoreros se declaran antisionistas o en el caso de la alcaldesa de Barcelona, que decide romper los lazos de amistad con Tel Aviv -una de las ciudades mas gay friendly del mundo, una ciudad que es ejemplo de integración y coexistencia y que es el bastión del sector demográfico más liberal y universalista de todo Israel- es francamente kafkiano. 

Hacia una transformación cultural

De inicio expliqué, que mi mirada y perspectiva es la de un educador y como tal, desde ese tan particular lugar, siento la obligación de no solamente describir la realidad sino transformarla. 

No tenemos que aceptar el mundo y la realidad tal cual es, tenemos que trabajar incansablemente por cambiarla, por crear un mundo mejor, una sociedad que acepta y fomenta la diferencia, en donde toda expresión y estilo de vida que respeta y considera el estilo de vida e ideas de los demás tenga cabida, en donde las diferencias se resuelvan desde el dialogo, en donde se pueda estar de acuerdo en estar en desacuerdo y en donde la mayoría entienda que no existe democracia ni una sociedad justa y sana si no se cuida y respetan los derechos de las minorías. Y en esta exigencia, el Estado de Israel, no puede ser la excepción.

Mencioné diversas ciencias sociales que pueden ayudar a explicar el origen de los prejuicios, el racismo, la discriminación, el miedo y el odio al “otro”, pero también es importante considerar que la cosmovisión, la extracción de significado, la construcción de narrativas y de los valores sociales, son determinados por la cultura. 

La base del culturalismo se sustenta en la idea de que el ser humano crea y construye la cultura y la cultura construye y modela al ser humano en un bucle. La cultura se construye a través de la educación, en todos sus ámbitos y espacios, con todos sus agentes, y en el desarrollo y cuidado de la memoria histórica, social y nacional. El mundo cambió, la revolución que trajo la interconectividad de la world wide web permite hoy la diseminación de información y conocimiento, pero también la difusión inmediata, masiva y sin filtro de la desinformación y el odio. 

El pensador y educador Zohar Raviv explica que los algoritmos de las redes sociales agrupan a individuos que piensan igual creando lo que él denomina delusion of consent, es dec
bm ir, el autoengaño o delirio de creer que todos piensan igual. Esta nueva realidad ha atrofiado la habilidad de muchos para aceptar distintas ideas, de contrastar su cosmovisión con otras miradas y perspectivas, a veces opuestas, y de construir acuerdos a través del dialogo. Las nuevas generaciones han perdido la capacidad (si es que alguna vez existió) de profundizar, de matizar. Información no es conocimiento o comprensión, para eso se necesita comprender que hay grados y grises, contextos y complejidad. Esta mirada binaria, dicotómica de blancos y negros está polarizando y dañando a la sociedad toda. 

No debemos ser ilusos ni ingenuos: aquellos que han sido indoctrinados con el odio del antisemitismo, difícilmente cambiarán sus ideas y emociones con conocimiento y nuevas perspectivas. Pero si logramos, a través de la educación, un cambio cultural profundo, que le permita al individuo detentar libertad de pensamiento para transformar sus narrativas en otras que sean más plurales e incluyentes, quizás podamos evitar que más seres humanos sean indoctrinados en el antisemitismo, en el rechazo a la diferencia, en el racismo, en la xenofobia, en la homofobia, en el machismo y en cualquier otra forma de prejuicio y de odio. 

Al transformar la cultura, transformaremos nuestra realidad. 


Mauricio Friedman es Director del Departamento de Educación Judía en la Universidad Hebraica de México. Licenciado en Pedagogía y Magíster en Estudios Judaicos, con más de 20 años de experiencia en educación judía tanto formal como no formal. Trabajó por 12 años en la Agencia Judía dirigiendo el Departamento de Educación Bitui y trabajó para la Organización Sionista Mundial en el departamento de actividades para la diáspora. En la actualidad es también co-director del proyecto educativo Mejanjei Israel de Keren Hayesod en México.