Edición Nº60 - Marzo 2023
Contexto histórico del ascenso de Hitler al poder
Por Jonathan Karszenbaum
Introducción
El Partido Nazi obtuvo 810.000 votos en las elecciones de 1928, menos del 3% del total. En 1930 logró más de 6.300.000 votos, un 18% del total, convirtiéndose en la segunda fuerza política del parlamento. Dos años y medio más tarde, el 30 de enero de 1933, Hitler fue nombrado Canciller de Alemania. En los meses posteriores se consolidó una dictadura totalitaria y criminal que arrastró a Europa a la Segunda Guerra Mundial y llevó adelante el Holocausto, exterminando a seis millones de judíos.
Se cumplieron 90 años de aquella designación y las preguntas acerca de las causas y contextos que lo habilitaron se encuentran aún vigentes. ¿Cómo se dio un crecimiento tan vertiginoso? ¿Cómo era percibido el nazismo por la política de entonces? ¿Qué contextos políticos y económicos permitieron su desarrollo? ¿Cuál fue el rol de los principales dirigentes y partidos de la época?
La breve duración del período conocido como la República de Weimar (1919-1933) dejó lecciones importantes para identificar los factores que pueden poner en riesgo a las democracias y, por lo tanto, establecer alertas tempranas sobre los discursos y las agrupaciones que atentan contra los sistemas democráticos. Weimar fue la ciudad en la cual nació la constitución que reemplazó al régimen imperial desmoronado tras la rendición alemana en la Primera Guerra Mundial. Fue el propio Hitler quien por primera vez habló de una “República de Weimar” en un discurso de 1929 para designar despectivamente al sistema democrático que él rechazaba, pero del cual hizo uso para destruirlo una vez que llegó al poder.
El caótico nacimiento republicano
Hacia mediados de 1918 la situación en el frente alemán en la Primera Guerra Mundial ya era insostenible. Sus líderes militares Paul Von Hindenburg y Erich Ludendorff alertaban sobre la enorme dificultad de continuar la guerra.
En los primeros días de noviembre de 1918, un amotinamiento de marineros y obreros en Kiel precipitó la abdicación del emperador alemán y se constituyó un gobierno provisional liderado por el Partido Socialdemócrata (SPD) que firmó un armisticio. La crisis política desató intentos revolucionarios de izquierda inspirados en la Revolución Bolchevique. Los más relevantes fueron el levantamiento espartaquista en Berlín en enero de 1919 liderado por Karl Liebknecht y Rosa Luxemburgo, ambos de origen judío, y en abril la auto proclamada “República de Baviera”. La represión por parte del gobierno provisional socialista dejó herida su relación con los comunistas.
En aquél escenario caótico de posguerra se llevaron adelante elecciones en febrero de 1919 para una asamblea constituyente, cuya constitución se aprobó en julio y se promulgó en agosto. El sistema elegido fue parlamentario y proporcional, con un presidente como jefe de Estado y un Canciller como jefe de gobierno.
El triunfo fue de los socialdemócratas secundados por el partido que representaba a la minoría católica llamado Zentrum (Z) y en tercer lugar quedó el partido democrático alemán (DDP), de corte liberal. A la izquierda estaban los socialistas independientes (USPD), que dos años más tarde se unificaron en el SPD y ese espacio quedó para los comunistas (KPD). A la derecha estaba el partido conservador (DVP) y los nacionalistas (DNVP). En aquél período los judíos contaron con una exposición pública sin precedentes en ámbitos políticos, científicos, artísticos y culturales.
El gobierno provisional presidido por Friedrich Ebert cargó con la responsabilidad, y la culpa de haber firmado el Tratado de Versalles el 28 de junio de 1919. Los vencedores de la guerra impusieron duras condiciones a Alemania: perdió todas sus colonias y el 10% de su territorio, el ejército reducido a 100.000 hombres, el armamento limitado y debió asumir la responsabilidad de la guerra con el consiguiente pago de costosas reparaciones económicas.
La culpa de la guerra y de la derrota quedaron así asociadas al gobierno republicano y no a la etapa imperial; real artífice del fracaso militar. Los nacionalistas y conservadores, entre los cuales curiosamente se encontraban Hindenburg y Ludendorf, impulsaron el “Mito del Puñal por la Espalda” según el cual se acusaba de traición por la firma del tratado a los socialistas, liberales, masones y judíos.
Los golpes fallidos de la derecha
La inestabilidad política continuó en Alemania cuando en 1920 hubo un intento de golpe de Estado militar de derecha liderado por Wolfgang Kapp que fue finalmente frenado gracias a una huelga general.
A principios de 1922 un dólar estadounidense equivalía a 200 marcos alemanes (RM) y un año más tarde a 18.000 (RM). Ya antes de la hiperinflación, Francia y Bélgica ocuparon la región rica en minerales del Ruhr, para presionar a Alemania por el pago de la deuda. En mayo de 1923 el dólar estaba a 50.000 RM. En septiembre ya valía 160 millones y en noviembre llegó a 4.2 billones de RM (4.200.000.000.000).
Adolf Hitler había nacido en 1889 en la ciudad austríaca de Linz, entonces parte del Imperio Austrohúngaro. En su juventud se trasladó a Viena donde intentó infructuosamente ingresar a la Academia de Bellas Artes. En 1913 se trasladó a Múnich y con el estallido de la guerra, se presentó como voluntario en el ejército alemán, donde llegó al rango de cabo y recibió la Cruz de Hierro. Un mes antes del fin de la guerra fue herido por un gas venenoso y perdió temporalmente la vista. Ya como soldado desmovilizado, la inteligencia militar le asignó tareas de espionaje político.
El Partido Obrero Alemán (DAP) fue fundado en enero de 1919 por Anton Drexler. Allí recaló Hitler en septiembre de ese año como informante del ejército. Sus habilidades como orador, sus posturas extremistas y su agresividad, lo convirtieron en su líder absoluto. En 1920 se aprobó una plataforma política con orientación antisemita, antiversalles y ultranacionalista. Fue rebautizado Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán (NSDAP). Se creó un grupo paramilitar de choque liderado por Ernest Röhm conocido como Sturmabteilung (SA).
Durante la hiperinflación de 1923, el gobernador del Estado de Baviera Gustav Von Kahr, tenía la intención de marchar hacia Berlín junto a otros líderes y militares para tomar el poder, como Mussolini lo había hecho en Roma. Con esa idea en suspenso, decidió reunir a los líderes de los partidos de derecha en una cervecería en Múnich el 8 de noviembre de 1923, excluyendo al partido nazi, que se había vuelto muy radical.
Enterado de ello Hitler irrumpió en la reunión junto a las SA y había convocado también al general y héroe de guerra, Erich Ludendorff. La intención fue forzar a Kahr y a los líderes presentes a realizar la marcha hacia Berlín. En la madrugada, Kahr logró alertar a las fuerzas de seguridad y la incipiente rebelión fue reprimida. Murieron 16 nazis y Hitler fue apresado. Había fracasado así el llamado “Putsch de la Cervecería”.
El juicio que se llevó adelante contra Hitler lo benefició ya que logró exponer a nivel nacional sus ideas contra la democracia republicana, su odio al Tratado de Versalles y su antisemitismo. Cumplió nueve meses en prisión de los cinco años de condena original. Allí escribió su obra Mi Lucha donde volcó sus ideas racistas y expansionistas.
La breve estabilidad
Hacia 1924 comenzó un período de estabilización en la República de Weimar. El plan Dawes firmado con los vencedores de la guerra ese año, permitió la desocupación francobelga del Ruhr y reprogramó los pagos de indemnizaciones de forma más sostenible para Alemania. Tras la muerte del Presidente Ebert en 1925, el mariscal de campo Paul Von Hindenburg triunfó en las elecciones presidenciales derrotando a su antiguo subalterno Erich Ludendorff, quien contaba con el apoyo del partido nazi.
Este período es conocido como la “Era Stresemann” por el destacado rol de Gustav Stresemann como Ministro de Relaciones Exteriores de Alemania, quien lideró a los partidos de centro y derecha moderados en el llamado “bloque burgués”. El país regresó a la arena internacional y los acuerdos por la deuda externa dieron oxígeno al desarrollo republicano. Floreció el arte, la ciencia y la cultura en Alemania. Eran tiempos de la Bauhaus, de la Escuela de Frankfurt y de los grandes debates de la física moderna.
Para Hitler y su partido este período fue un tiempo de reagrupación, expansión nacional y crecimiento en número de afiliados. Sin embargo, con menos del 3% de los votos en 1928, el partido no era todavía relevante electoralmente. El referente de la derecha nacionalista era el DNVP, convertido en el segundo partido del parlamento. El crecimiento del partido nazi tras la crisis del 1930 le quitó votos, quedando paulatinamente con menos poder hasta la integración de sus miembros al NSDAP y su disolución definitiva en junio de 1933.
La “gran coalición” lograda por el SPD junto a los partidos de centro y liberales en 1928 se resquebrajó y se terminó de romper con la crisis de Wall Street desatada en octubre de 1929. El derrumbe de la economía norteamericana arrastró de forma más profunda a la alemana, que todavía no se había recuperado del todo de la guerra y que tenía además la problemática de las reparaciones de guerra.
El crack de Wall Street: crisis económica, polarización política y violencia callejera
La falta de acuerdo entre los socialdemócratas y los partidos burgueses acerca de cómo enfrentar la crisis, provocaron la caída del canciller socialista Müller e inauguraron un formato de emergencia conocido como los “gabinetes presidenciales” de orientación conservadora. El líder del partido centrista católico Heinrich Brüning fue designado canciller en marzo de 1930 por Hindenburg con el objetivo de enfrentar la crisis económica. Entre 1930 y 1932 Alemania pasó de tener dos millones de desocupados a seis millones.
La imposibilidad de acuerdos y la frágil coalición de los partidos burgueses Z, DDP y DVP, llevó al Presidente y al Canciller a gobernar por decretos-ley gracias al artículo 48 de la constitución de Weimar que los habilitaba ante situaciones de emergencia. Esta paulatina pérdida de poder del parlamento en favor de las dos cabezas del Estado alemán, fue clave para habilitar políticas de excepción aprovechadas por Hitler más adelante.
Como se ha dicho, el partido nazi logró convertirse en las elecciones de septiembre de 1930 en el segundo partido del Reichstag con el 18% y es importante destacar que el partido comunista (KPD) tuvo su mejor elección en la historia, creciendo un 40% en votos respecto de las elecciones dos años antes y obteniendo un 13% de las bancas. La amenaza del crecimiento comunista será capitalizada por Hitler para presentarse ante los sectores conservadores e industriales como una alternativa fuerte y agresiva para enfrentarlos.
La polarización política se intensificó producto de la búsqueda de soluciones rápidas y de la incapacidad del sistema republicano de dar respuestas a una crisis tan grande, siendo también acusado de ser ineficiente y, por supuesto, culpable de haber “atado a Alemania a las cadenas de Versalles”. Crecieron así los partidos antirrepublicanos como los comunistas, los nazis y los nacionalistas. Esto se expresó también en un aumento de la violencia política por parte de los grupos paramilitares de estos partidos.
En aquel año la desocupación encontró su pico máximo y la primera elección fue para la presidencia. Hindenburg, de origen conservador y monárquico, acudió a la contienda con el apoyo de los partidos de centro y los socialdemócratas. Obtuvo el 49.6% de los votos pero la novedad fue que en segundo lugar quedó Adolf Hitler con el 30.1%, quedando detrás el candidato comunista Thalmann con el 13.2% y el nacionalista del DNVP Dustenberg con el 6.8%. Recién en la segunda vuelta electoral en abril Hindenburg logró el 53% por sobre el 36% de Hitler, un incremento suficiente pero no contundente, con lo cual los nazis quedaron en el epicentro de la escena política. Para poder ser candidato, Hitler se había nacionalizado alemán.
A pesar del trabajo de Brüning en pos de la reelección de Hindenburg, este le quitó su apoyo, así como también el general Kurt Von Schleicher, quien lo había impulsado originalmente para el cargo. La caída del gobierno produjo la convocatoria para las elecciones de julio 1932, en las cuales el partido nazi se convirtió en el mayoritario obteniendo el 37% de los votos y quedando segundos los socialdemócratas con el 21%. Es un dato relevante que en tercer lugar quedaron los comunistas con algo más del 14%, que sumado al casi 6% de los nacionalistas, reflejaban un 57% de los partidos anti republicanos.
Hindenburg se rehusaba a nombrar a Hitler y designó como canciller al conservador Franz Von Papen. La debilidad de los partidos moderados y el crecimiento del partido nazi, dejaron un escenario de alta violencia política para el segundo semestre del año 1932.
Si bien en las elecciones de noviembre el partido nazi perdió dos millones de votos, no fue suficiente para quitarle su condición de primera minoría. Hindenburg nombró al general Schleicher como canciller, pero permaneció sólo dos meses en el cargo. El ex canciller Von Papen había negociado con Hitler la posibilidad de convertirse en su vicecanciller, con una mayoría del gabinete conservador y sólo tres ministros nazis. Ante el crecimiento de los comunistas y la imposibilidad de acuerdos políticos centristas en el parlamento, Hindenburg finalmente aceptó ese plan y el 30 de enero de 1933 nombró a Hitler como canciller de Alemania.
La consolidación del poder nazi
En menos de seis meses, el partido nazi quedó como partido único de Alemania. El primer paso para ello fue el incendio intencional del Reichstag el 27 de febrero del 1933, menos de un mes después de ser Hitler nombrado canciller. Se especula con que fue autoinfligido por los nazis, pero lo que sucedió es que se culpó a un comunista holandés de haber realizado un «ataque contra la democracia». Al día siguiente Hitler y Hindenburg firmaron un decreto de emergencia que suspendía derechos referidos a la libertad de prensa, de expresión y de asociación, entre otros.
Esto afectó severamente el clima democrático y, aún con la fuerte represión de sus principales rivales, los nazis obtuvieron el 43% de los votos en las elecciones del 5 de marzo para el parlamento. Hitler acordó con todos los partidos de derecha para formar gobierno pero le faltaban diputados para lograr una mayoría especial para su siguiente objetivo. Acordó con el Zentrum católico y se comprometió a no perseguirlos ni hostigarlos a cambio de los votos para obtener plenos poderes. Esto sucedió con la “Ley Habilitante” el 23 de marzo que le daba poderes de gobierno al Presidente y al Canciller, prescindiendo del Reichstag. Con los comunistas en prisión, sólo los socialdemócratas se opusieron a la ley, bajo presión extrema de las SA presentes.
Tras la Ley Habilitante, el camino a la dictadura quedó allanado. Comenzaron a funcionar los campos de concentración destinados a toda oposición política, periodística y religiosa. Los partidos políticos se disolvieron en los meses subsiguientes dada la intimidación ejercida desde el régimen nazi. Para cualquier forma de oposición las opciones fueron el campo de concentración, el exilio, el silencio o la riesgosa clandestinidad.
Hacia mediados de 1933, ya todos los partidos habían sido disueltos. En paralelo, las leyes antijudías se sucedían una tras otra, restringiendo sistemáticamente su desarrollo económico, civil y social. La consolidación del poder nazi se dio también en la persecución e intimidación de jueces, fiscales y miembros de las fuerzas de seguridad, ya sea por sus acciones o por sus filiaciones políticas previas mediante la intimidación o la directa expulsión de sus cargos.
Hitler fue por la consolidación total de su poder tomando revancha de quienes consideraba traidores y enemigos internos. Así, en la llamada “Noche de los Cuchillos Largos” el 30 de junio de 1934, se deshizo de Rohm y los líderes de las SA, a quienes consideraba una amenaza por exigir el control del ejército. Esa noche también fueron asesinados quien fuera considerado el gran traidor del Putsch de 1923, Gustav Von Kahr, el líder opositor interno Gregor Strasser y el ex canciller Kurt Von Scheicher. Sólo hubo algunas quejas aisladas respecto de este último.
El poder total y definitivo lo obtuvo Hitler tras la muerte de Hindenburg el 2 de agosto de 1934, al unificar el cargo de Presidente y de Canciller bajo la figura del Führer de Alemania. El régimen nazi se mantuvo casi intacto hasta su suicidio el 30 de abril de 1945 y la posterior rendición incondicional de Alemania el 8 y 9 de mayo de 1945. El saldo del régimen fue el exterminio de seis millones de judíos en el Holocausto y cinco millones de asesinados entre gitanos, opositores políticos, eslavos, homosexuales, Testigos de Jehova y otros grupos perseguidos. Al día de hoy la Segunda Guerra Mundial sigue siendo la tragedia humana más grande de la historia con un estimado de 60 millones de muertos.
Anexo: Evolución de las elecciones en la República de Weimar 1919-1933 (Fuente: Wikipedia)
Jonathan Karszenbaum es Director ejecutivo del Museo del Holocausto de Buenos Aires. Docente de Historia Judía en la escuela ORT. Fue Director Ejecutivo de las asociaciones de sobrevivientes del Holocausto Generaciones de la Shoá y Sherit Hapleitá, que en 2018 fueron incorporadas al Museo. Licenciado en Ciencias Políticas (UBA), graduado del Posgrado en Gestión Cultural y Comunicación (FLACSO) y Maestrando en Historia de la Escuela Interdisciplinaria de Altos Estudios Sociales (UNSAM).