Edición Nº48 - Mayo 2019
Ed. Nº48: La esencia judía de la Kabalah
Por Max Godet
¿Qué nos espera después de la muerte? ¿Tendrá está vida un propósito, o todo se trata de una gran casualidad?
Éstas y otras muchas preguntas relacionadas al sentido de la existencia, han despertado el interés y la curiosidad entre los grandes filósofos y pensadores de todas las generaciones. Aunque la ciencia haya llegado prácticamente a su cima y conocemos casi cada detalle de todo lo que hay en nuestro planeta, aún así, preguntas como ¿qué es el alma? y ¿qué es Dios? siguen siendo relevantes para la mayor parte de la humanidad. La búsqueda por la espiritualidad sigue siendo un fenómeno creciente en todo el mundo.
Además de ser la fuente de las religiones y creencias monoteístas, el judaísmo o la cultura hebrea ha aportado de manera muy significativa al misticismo. Según la tradición judía, el patriarca Abraham transmitió los conocimientos basales de la espiritualidad a sus cuatro hijos que tuvo con su esposa Ketura después del fallecimiento de Sarah, y los envío hacia el oriente. Los hijos de Abraham habrían enseñado estos conocimientos místicos e influenciaron a la creencia de varios pueblos y religiones como el hinduismo y posteriormente el budismo. Muchos de los conceptos místicos del judaísmo como la anatomía del alma, la reencarnación, la meditación como herramienta para la ascensión a la dimensión espiritual, la definición de Dios como la sabiduría infinita que mantiene el universo funcionando en su perfección, entre muchos otros, aparecen también como fundamentos importantes en dichas religiones. De ser así, la influencia hebrea se destacaría también en el misticismo universal.
Durante siglos, o milenios, el misticismo ha sido una columna fundamental dentro del judaísmo, aunque no muy explotada y popularmente conocida. Esta filosofía esotérica es llamada de Kabalah que literalmente significa recibimiento, indicando que sus conceptos basales habrían sido recibidos o revelados desde el plano espiritual, directamente de la Sabiduría Infinita.
La Torá tiene dimensiones internas y externas. Las dimensiones externas, que se podrían considerar como el cuerpo del texto bíblico, son las leyes y las historias. La dimensión interna, que es el alma de la Torá, es la Kabalah. Por ejemplo, “No robarás” es la dimensión externa de la Torá. Comprender cuáles son las dimensiones más profundas del robo y qué daño espiritual se puede hacer robando, es la dimensión interna.
La Kabalah nos da un mapa interno de la existencia. Es un mapa del funcionamiento interno de lo que hay y ocurre en el mundo físico, que experimentamos todos los días. Es un guía a través de las dimensiones invisibles del universo. La realidad tiene muchas capas. La sabiduría mística judía tiene co.o objetivo, ayudar a cualquier persona a conectarse con su alma y a desarrollar una relación más profunda con el Creador. El propósito y beneficio de aprender de la dimensión espiritual, es unir el Cielo y la Tierra.
Según la tradición Kabalistica hay cuatro niveles de conocimiento de la Torá. El primero se llama pshat, que significa el significado simple o literal del texto. El estudio debe comenzar con el peshat antes de siquiera comenzar a contemplar ir más allá al siguiente nivel.
El segundo nivel es remez, que significa pista. Serían las interpretaciones de la Torá que no se expresan explícitamente, sino que solo se mencionan en el texto. El tercer nivel de conocimiento de la Torá es drash, la interpretación. Hay una literatura completa de drash llamada Midrash que contiene muchos cuentos alegóricos relacionados al texto bíblico. Siempre hay un significado más profundo. El cuarto y más alto nivel de conocimiento de la Torá es sod, que significa “secreto”. Sod es la dimensión esotérica de la Torá que trata los asuntos de un mundo superior. Se ocupa de las preguntas más profundas sobre el Creador, el universo y el alma del hombre. Es esta sección de la Torá es el principal campo de investigación y enseñanzas de la Kabalah.
A diferencia de las otras dimensiones de la Torá, la Kabalah nunca fue enseñada públicamente. La principal condición siempre fue, estar suficientemente versado en todos los demás aspectos de la Torá antes de embarcarse en la tradición mística. Por varios siglos se transmitió de maestro a discípulo, quien a su vez recibiría esta antigua y secreta tradición.
El Zohar (el Libro del Esplendor) es el texto basal de la Kabalah. Tradicionalmente se le atribuye al maestro talmúdico del siglo segundo, Rav Shimon bar Yochai, aunque los estudiosos modernos atribuyen su autoría o compilación a Rav Moisés de León quien vivió en España en el siglo XIII. Después de la expulsión de los judíos de España, muchos de los principales cabalistas se sintieron atraídos por la ciudad de Safed en el norte de Israel, convirtiéndola gradualmente en el centro principal para el estudio de la Kabalah.
El mayor Kabalista de Safed fue, sin dudas, el rabino Isaac Luria (1534–1572), conocido como AriZal, quien introdujo un sistema completamente nuevo de Cabalá, que todavía se llama sistema luriano.
Una de las innovaciones lurianas es el concepto de shevirat hakelim (la destrucción de los vasos) y tikkun olam (la reparación del mundo). Esta doctrina postula que Dios creó dos universos; éste y uno anterior. El núcleo espiritual de estos universos consiste en orot (luces) y kelim (vasos). La luz es un símbolo de la energía creativa de Dios, mientras que las vasijas son un símbolo de los receptáculos que reciben y aprovechan la energía. En el primer universo, es llamado de olam ha-tohu (mundo del caos), la luz divina era demasiado intensa para los vasos. Esto dio lugar a la “destrucción de los vasos” y la implosión de ese universo.
En el segundo universo, el que habitamos (llamado olam hatikun), la luz divina es mucho más tenue y, por lo tanto, adecuada para los vasos limitados que, combinados, crean y sostienen el universo. Los vasos destrozados arrojaron chispas de la luz anterior al nuevo universo, donde se han incrustado. El propósito de la vida en este mundo (el mundo de la reparación) es descubrir estas chispas sagradas y devolverlas a su origen. Esto, se logra a través de la práctica de buenas acciones, de la elevación de la materia de diversas maneras, y eliminación del ego. Una vez que se hayan liberado todas las chispas y se haya completado el tikun (reparación), viveriamos la era mesiánica, una era de evolución y expansión de la conciencia.
Hay diez vasijas o emanaciones a través de las cuales se crea el mundo físico. Estas emanaciones son llamadas de sefirot. Estas vasijas son canales de luz. Son Dios y de Dios, pero no pueden definirlo o limitarlo. Lo que verdaderamente es Dios está más allá de estas descripciones, más allá de la primera sefirá, emanación, llamada Keter o corona. Cuando los kabalistas leen historias en la Torá, cada personaje y lugar representa una configuración de las Sefirot.
Las diez Sefirot están ordenadas de arriba a abajo y de derecha a izquierda en la representación más común del Árbol de la Vida. Sus nombres, desde el más alto hasta el más bajo, son: Keter, corona. Jojma, sabiduría. Binah, percepción. Jesed, generosidad. Guevurá, valentía. Tiferet, belleza y harmonia. Netzaj, victoria y eternidad. Hod, majestad. Yesod, Fundación. Maljut, el reynado, la materia.
El orden de las Sefirot representa el desarrollo o la cadena de emanación a través de la cual se manifiesta lo divino, desde lo más alto y eterno, hasta el más mundano y perecedero. Este proceso de descenso de la luz divina es llamado de Seder Hishtalshelut. Otras dimensiones y seres en el mundo físico también reflejan esta imagen o estructura divina, incluidos los árboles frutales, los pájaros y los colores del arco iris. A este concepto se refiere el texto bíblico al decir que el hombre fue creado al imagen de Dios. La estructura del cuerpo humano es similar a la del “cuerpo” del Creador. Expandir la imagen de Dios a las dimensiones del mundo físico fue una de las grandes innovaciones de la Kabalá.
El gran Kabalista español, Rav Abraham Abulafia (1240-1291), fue uno de los principales maestros y difundidores de la tradición mística judía en la edad media. Es mas conocido entre los estudiantes de mentalidad filosófica y que anhelan probar una experiencia mística directa a traves de técnicas de meditación. La práctica intensa de las técnicas meditativas del Rav Abulafia impulsa al alma a un estado de receptividad despierta, donde la influencia divina activa puede alcanzar e iluminar al intelecto humano.
Abulafia fue único entre los místicos judíos al proporcionar instrucciones precisas para la práctica espiritual personal. Sus textos y practicas muy particulares, lograron una amplia circulación entre las elites místicas judías a pesar de una severa prohibición y censura de los rabinos de su época, que temian las interpretaciones equivocadas y la mal utilización de este conocimiento. Estas técnicas pueden proporcionar saltos cortos hacia estados reveladores de conciencia.
En las últimas décadas, el interés por la Kabalah ha crecido de manera abrumadora entre judíos no observantes y también no judíos que buscan una espiritualidad que sea aplicable a la vida moderna y conteste a los grandes cuestionamento relacionados a la existencia y al plano espiritual. Aunque el estudio real y tradicional de la Kabalah es desaconsejado o prohibido por las autoridades rabinicas, para los que no tienen amplio conocimiento de la Torah, y viven de acuerdo a sus leyes, los elementos universales de esta sabiduría son accesibles para cualquier persona, sea o no judía.
Grandes maestros Kabalistas de las últimas generaciones, como el Rav Yehuda Ashlag, incentivaron el estudio y la difusión de los conceptos universales de la Kabalah, a todos que buscan la espiritualidad y el desarrollo personal.