Para analizar la importancia y trascendencia de esos ataques, hay varios atajos epistemológicos posibles. Recurriremos a un enfoque “casuístico” que, sin demasiadas ambiciones explicativas, intentará señalar al lector la multitud y gravedad de los acontecimientos que se denuncian y, por ende, la trascendencia del tema elegido.
A finales de 2018, cuando iniciábamos este trabajo, pareció inevitable convocar, como caso emblemático, la figura de Donald Trump. Su “centralidad”, tanto por su cargo, cuanto por su uso y abuso de transgresiones a los principios elementales del orden político liberal, le presentan casi como la encarnación del problema. Es más: ¡su “leit-motiv” político es un muro! Icónica expresión de encierro, opresión y privación de libertad.
Podrá afirmarse que el “trumpismo”, (su autoritarismo, oscurantismo y nacionalismo cerril, mercantilista y frívolo), aparece más como “síntoma” de la problemática investigada que como verdadero “ejemplo” de un problema de fondo cuyo análisis resulta complejo aquí. Pero todo lector sabe que, simultáneamente, existían y existen procesos diferentes que, no obstante, apuntan al mismo problema. Nombremos sólo dos más.
Uno acontece meses atrás, en el consulado saudí en Estambul. Allí, el periodista saudita, Jamal Khashoggi, fue descuartizado por un comando enviado por Ryad a Turquía sin que, hasta hoy, haya explicación del crimen y, menos aún, determinación de responsabilidad alguna. El segundo, tiene lugar hace 4 años, el 7 de enero de 2015, en París: la irrupción de un comando islamista en los locales de la publicación “Charlie- Hebdo” para ejecutar a trece trabajadores de la redacción y herir a otros once.
En el breve período reseñado (01/2015–12/2018), los escenarios políticos nacionales e internacionales del mundo se pueblan de centenares de crisis, conflictos, cambios políticos, ataques al multilateralismo, al Estado de derecho, a los DD.HH., y verdaderas aberraciones institucionales (en comparación al statu quo reinante durante la postguerra) cuya enumeración es prácticamente imposible.
Al “trumpismo” (su zaga de espionaje, intromisiones rusas, errores, improvisación, irresponsabilidad, corrupción; en definitiva, su populismo anti-democrático y anti-liberal), y a los otros dos síntomas mencionados, se suman cientos de eventos anómalos y convergentes en operar como ataques al ordenamiento político democrático liberal. Mencionemos otros: la invasión de Latinoamérica por iglesias evangélicas y pentecostales transformadas en actores claves de la política; la irrupción de China como un “gangster super-power” , ignorante del Estado de derecho, del que muchos se disputan obscenamente sus favores, o las tres o cuatro guerras de religión que se llevan a cabo entre el Mar Negro, el Mediterráneo, el Mar Rojo, el Golfo Pérsico, y buena parte del África, algunas de ellas acompañadas de catástrofes humanitarias de gran escala.
Lo que llamamos “el cuestionamiento del ordenamiento político de la democracia liberal” no requiere, entonces, identificación más cuidadosa. El problema está abrumadoramente presente en el siglo XXI, aunque su análisis exhaustivo resulte difícil de agotar en el espacio limitado de este trabajo.
II.- Algunas consideraciones históricas sobre nuestro tema de investigación.
Hay acuerdo entre académicos y políticos que la democracia liberal es un régimen basado en un conjunto de ideas filosóficas, políticas y económicas, nacido entre el Renacimiento y la Ilustración, y concretado, históricamente, en dos regímenes políticos pioneros, en 1776 y 1789, en EE.UU. y Francia.
Menos conocido es que esa democracia liberal y sus supuestos políticos y filosóficos siempre fueron cuestionados. Desde el siglo XVIII, hasta los siglos XIX y XX, la democracia liberal estuvo sistemáticamente acompañada de contrapropuestas filosóficas y políticas que, someramente, podemos designar como anti-modernas, autoritarias y/o anti-liberales. Esto es de importancia porque el fuerte cuestionamiento a la democracia liberal que padecemos es erróneamente presentado, a veces, como radicalmente novedoso, o bien como un fenómeno excepcional, sólo constatable en unas escasas coyunturas históricas.
A ello ha colaborado la conocida pero hoy desvalorizada propuesta de Francis Fukuyama1, donde no sólo se anunciaba el triunfo definitivo del ordenamiento democrático liberal: la idea proclamaba la desaparición definitiva de los relatos no liberales y “el fin de la historia” como resultado de una incuestionable superioridad del modelo liberal triunfante. Esto no fue, ni es, ni será así.
Por el contrario, una de nuestras tesis es que la dupla “democracia liberal/autoritarismos anti-liberales” es una contradicción que sirve de marco al desarrollo de todo el proceso histórico de la modernidad política. Esta afirmación puede aparecer como cuestionable pero no lo es si la argumentación se organiza con el cuidado y precisión debidos.
– La modernidad política, y el llamado ordenamiento político de la democracia liberal, siempre estuvieron enfrentados con enemigos que desearon su contención y/o destrucción. El auge inicial, paralelo y simultáneo, tanto del Iluminismo como el del Anti-Iluminismo, la Santa Alianza contra Francia y Bonaparte y la convocatoria del Congreso de Viena (intento de destrucción de la modernidad política por la cuasi totalidad de las monarquías europeas en 1815), la consolidación del movimiento “Sturm und Drang” y su transformación en “el romanticismo”, son ejemplos inequívocos que de la democracia liberal, hija de la Ilustración, siempre tuvo que luchar por su supervivencia y la idea de una superioridad política definitiva, clara y permanente, es una simpática (pero peligrosa) fantasía del pensamiento ilustrado.
– En el siglo XIX, Nietzsche generará nuevos cuestionamientos a la Ilustración introduciendo transformaciones a la tradición filosófica, fundamentalmente alemana. La posterior emergencia del existencialismo, la obra de Heidegger y seguidores, reafirmarán la idea de que, aun desde la filosofía, las bases del orden democrático liberal nunca dejarían de ser desafiadas.
– Entre 1815 y 1914, sin embargo, parte de Europa y América, asisten a cierta afirmación de la democracia liberal y a la consolidación de algunos regímenes de esa naturaleza. Pero, en el mundo, seguirán predominando instituciones autoritarias y anti-liberales. Ambos programas políticos, entonces, mantienen una puja histórica constante y el período mencionado será un siglo de limitada consolidación del programa liberal democrático.
– Pero, de 1914 en adelante, el crecimiento del movimiento obrero, cooptado por corrientes anti-liberales marxistas, el nacionalismo creciente y los efectos de la crisis de 1929-30, crearán las condiciones para que los autoritarismos antiliberales comiencen uno avasallante período de expansión. Las dos décadas que van de 1930 a 1950, luego las cuatro de Guerra Fría y, hasta 1989-90, constituyen una consistente continuidad de más de siete décadas de ataque sistemático a la democracia liberal que estuvo cerca de ser derrotada por los empellones franquistas, fascistas, nazis, bolcheviques, maoístas y diversos derivados “populistoides”.
– Recién la coyuntura de 1989-90 y el desmoronamiento de la URSS, permitirá esbozar la idea de que estábamos asistiendo al “triunfo histórico definitivo” de la democracia liberal. Al respecto, Graham Allison señalará las peculiaridades de esa coyuntura2 acotando lúcidamente: “…el fin de la Guerra Fría generaría un momento unipolar pero no una era unipolar…”3. El momento unipolar duraría una década: de 1989 a 2001. Aunque le pesare a Fukuyama, la historia no se había terminado.
– El atentado del 11/09/2001, la internacionalización del terrorismo islámico y la globalización del activismo comercial y político de la siniestra autocracia china, pautaron el inicio de un nuevo ataque frontal a la democracia liberal. Los años del siglo transcurridos aparecen, cada vez más, como un nuevo retroceso sistemático, crecientemente generalizado, del programa democrático liberal en casi todas las dimensiones del mundo contemporáneo.
III.- Algunas hipótesis sobre la crisis del liberalismo del siglo XXI.
Las constataciones anteriores requieren algunas hipótesis que intenten dar cuenta del alarmante estado de cosas señalado. Veamos algunas.
• La crisis del liberalismo contemporáneo sólo sería un nuevo, pero conocido, “revival” de la recurrente batalla del anti-Iluminismo contra el programa democrático liberal,
• como fuese el caso de la lucha del romanticismo contra el pensamiento ilustrado y moderno durante el siglo XIX, o el del ataque de los totalitarismos a las democracias occidentales modernas desde inicios del siglo XX.
• Otra hipótesis, parecida pero no idéntica, es que estemos ante problemas internos a la tradición filosófica y política de la Ilustración. En ese caso, las falencias del relato democrático liberal provienen de los cambios y nuevos desarrollos sociales que ni la reflexión teórica ni los actores políticos atinan a integrar al relato moderno. La crisis del liberalismo, entonces, se explicaría por la incapacidad de la tradición filosófica occidental para enfrentar temas, conflictos y desafíos propios del siglo XXI.
• Una tercera hipótesis de la crisis es proponer que estamos ante un proyecto antidemocrático y antiliberal poderoso, radicalmente nuevo, innovador, y portador de un relato intelectual totalmente nuevo y filosóficamente consistente y no ante el simple “retorno” del desafío anti-Iluminista. Se trataría de una concepción de la Modernidad que estaría, “superando hegelianamente”, si se quiere, la contradicción “Ilustración/anti-Ilustración” que analizásemos arriba.
Los indicios de la crisis del liberalismo son tan variados y contradictorios, que es probable que resulte dificultoso correlacionarlos con una sola de las hipótesis enumeradas. Lo que corresponde metodológicamente es, con modestia, tratar de relacionar las hipótesis con algunos procesos significativos característicos del período actual e intentar descifrar las modalidades de esas relaciones.
Hay al menos cinco procesos políticos, sociales y económicos que, en nuestra opinión, resultan significativos para intentar dar cuenta de la profunda crisis del liberalismo contemporáneo
A.- La supervivencia del pensamiento totalitario
Una visualización mínimamente objetiva de lo acontecido tras la disolución de la URSS indica que los movimientos totalitarios, (partidos comunistas de todo pelo -estalinistas y “desestalinizados”-, fascistas y filo-fascistas, guerrillas y narcoguerrillas, populismos, etc.) continuaron operando incansablemente, aunque, a veces, en segundo plano. Si su poderío disminuyó por una década, estuvieron presentes en casi todos los conflictos políticos nacionales e internacionales. Buenos ejemplos del vigor del totalitarismo, son la creciente vitalidad del régimen chino, la reproducción “neo-zarista” de Rusia o el “neo-otomanismo” turco. Para culminar, la explosión planetaria de los populismos confirma el incontenible crecimiento del modo autoritario y anti-liberal de hacer política y el ataque a la narrativa democrático-liberal.
B.- El anti-universalismo: auge nacionalista y “revival” religioso
Hay una frase de Julien Brenda, en su antiguo libro “La trahison des clercs”4, que denuncia el nacionalismo de 1927, (es decir, de hace 92 años) y que, hoy, la podríamos aplicar, sin dificultad alguna, a Nigel Farage, a Salvini, a Orban o a Marine le Pen; todos urgidos por reciclar un relato neo-fascista para aprovechar la crisis migratoria europea.
Pero si el “nacionalismo” es una forma recurrente de conjugar el anti-universalismo, la promoción de la religión en el terreno de la sociedad política no lo es menos. Sólo es otra manera de militar contra la idea de una humanidad constituida por hombres racionales, iguales y universales.
Ahora es el turno al texto de Carlo Augusto Viano, “Laici in genocchio”5, de exponer cómo, la irrupción de diversas sectas religiosas en el espacio de la polis (léase, en la política propiamente dicha) recrea formas “anti-universales” que lesionan directamente, no solamente el carácter laico del estado democrático liberal, sino que, incluso, cuestionan el ineludible proceso de secularización que toda sociedad democrática y liberal requiere para existir6.
Cómo no cuestionarnos sobre el derrotero político actual y futuro si se constata que, además del fuerte desarrollo del autoritarismo totalitario, las sociedades contemporáneas están soportando el crecimiento simultáneo de dos fenómenos claramente anti-liberales: el nuevo auge del nacionalismo y un “revival” religioso que cuestiona tanto la laicidad como una elemental secularización que permita pensar la sociedad como una construcción social universalista y racional.
Estas tres tendencias mencionadas no son estrictamente “novedosas”: ya se han opuesto a la democracia liberal múltiples veces. Pero cabe la posibilidad de que, además, estemos ante una situación histórica inédita. Quizás, en las últimas décadas, el mundo ha sufrido transformaciones que trasiegan, quizás sin mayor consciencia de ello, procesos que hacen cada vez más difícil una organización liberal y democrática en la sociedad futura.
C.- La globalización y sus consecuencias.
Un fenómeno que es necesario analizar es el de la globalización porque, aunque no sea estrictamente novedoso, su desarrollo y expansión han sufrido una aceleración radical en las últimas décadas.
Un eje conceptual general (es decir un eje filosófico) que englobe las distintas variantes de la globalización, puede encontrarse en la idea de que es un proceso de “racionalización del mundo”. Esta es, en realidad, una relectura de la idea weberiana de modernización (que puede objetarse), pero que permite una aproximación al desarrollo, entrecruzamiento y superposición de espacios sociales locales, nacionales, transnacionales e internacionales. Ulrich Beck expresará la idea en “Power in the Global Age, A New Political Economy”7 pero enunciándola de manera bastante más ambiciosa.
Analizar la “globalización” requeriría entonces comprenderle:
• Como un proceso largo, iniciado con la Modernidad, avanzando en etapas no forzosamente secuenciales ni “ordenadas“, en las que se despliega esa “racionalización del mundo”. Y ello en distintas modalidades de relacionamiento entre actores históricos, sociales, políticos, culturales, que tienden a operar, desordenadamente pero siempre más allá de fronteras nacionales y reconstruyendo “fronteras redefinidas” por lo que Beck define como “el contexto del cosmopolitismo metodológico”.
• La “globalización” alude siempre a un proceso de pérdida de competencias de los estados nacionales. Sobre la economía, primero (y ello en favor de los “mercados globales”), pero luego esas pérdidas ya se verifican en distintas dimensiones y competencias de esos estados nacionales incluso mucho más allá de competencia económicas.
• Allí nace la tensión existente entre la globalización y el modelo de ordenamiento político de la democracia liberal. La globalización creciente, lo que desafía directamente, es el contrato social “nacional”8 que ve nacer nuevas modalidades de regulación que no integran el contrato originar y erosionan el núcleo mismo de la concepción contractualista de la modernidad “nacional”.
• Es entonces imposible intentar mantener incambiados la filosofía y el perfilamiento general del ordenamiento político de la democracia liberal en condiciones en las que la
• globalización se torna particularmente aguda. Además de relegar actividades de ordenamiento y regulación “nacionales”, concebidas solidariamente con el contrato
• social clásico y el modelo democrático-liberal, se está desarrollando un complejo tejido social “globalizado” que, hasta ahora, sólo tiene dos alternativas: o bien opera por fuera de todo contrato social, y deja abiertas o sin respaldo regulatorio múltiples actividades9, o bien se intenta construir un contrato social supra-nacional en el que la gestión de los procesos globalizados en marcha, encuentren regulaciones institucionales legítimas10.
En esta perspectiva, la globalización, al impactar tanto sobre la función fundadora del contrato social como sobre las capacidades regulatorias de la juridicidad que aquel propugna, es uno de los elementos que debemos incorporar como cuarto “factor” potencialmente explicativo de los problemas a los que se alude en nuestro trabajo.
D.- La “sociedad de la información” o revolución de la división del trabajo, revolución digital, automatización y robotización.
Dentro de las últimas transformaciones que contribuyen al debilitamiento del modelo democrático-liberal debemos mencionar un quinto proceso también relevante. Ese proceso denominado, con cierta imprecisión, “emergencia de la “sociedad de la información”, refiere a algo más que a la simple universalización del acceso “intensivo a informaciones”11. De lo que se trata es de una rápida transformación de las modalidades de la división del trabajo. Y esa transformación descansa en un trípode que es la digitalización, la automatización y la robotización12 de las sociedades contemporáneas.
Es fácil tropezar con descripciones de las sociedades de la información, como la citada. Pero comprender las sociedades de la información, sólo trasciende un mero enfoque sociológico, si se analiza como una “revolución de la división del trabajo” y, más concretamente, como una “revolución tecnológica digital” que pone en jaque las modalidades tradicionales de regulación institucional de la sociedad democrático-liberal.
Por primera vez en la historia, parte de las actividades sociales son ejecutadas sin soporte físico alguno. Toda actividad social tenía un “lugar” o “espacio” determinados, un “autor” humano (directo o indirecto) y un “tiempo” más o menos preciso. Hoy, el lugar donde se producen, residen y transcurren múltiples actividades sociales es “la web” o “la nube”. Y, nuevamente, las posibilidades de regulación social en la web no son fácilmente compatibles con las que presupone el contrato social de factura democrático-liberal.
Cuidado, no todo sucede en “la nube”: pero el número de actividades sociales que dejan de tener un anclaje material se incrementó vertiginosamente en las últimas décadas.
Igualmente información siempre hubo; es la revolución digital (y sus sucedáneos) los que permiten que la capacidad técnica de generar, distinguir y replicar al infinito la información, genere condiciones para esa transformación de la sociedad toda, vía la automatización y la robotización y que se designa como “sociedad de la información”.
La aparición de la tecnología digital no solamente constituye una transformación radical de cómo se puede crear, almacenar y difundir “relatos” (gráficos, numéricos, imágenes sonidos, tecnológicos, científicos, etc.). Las redes de la sociedad digital, automatizada y robotizada, se simplifican y, por lo tanto, se abaratan, por lo que ahora se despliegan hasta lugares del planeta donde nunca se pensó tener comunicación fluida.
Simultáneamente, la revolución digital es decisiva porque impacta en la organización del proceso de producción, por ende, en el formato de la división del trabajo y en el de la sociedad. Esas transformaciones, como en el punto anterior referido a la globalización, no han podido ser coherentemente enmarcadas por la legislación basada en un Estado de derecho que descansa, como sabemos, en una idea tradicional del contrato social nacional cuyas limitaciones ya son claras13.
IV.- ¿Hay espacio aún para la filosofía moderna?
De lo que acabamos de ver parece claro que el relato democrático liberal se encuentra atrapado en una combinación de dos de nuestras hipótesis. Por un lado, asistimos a un nuevo embate de los modelos tradicionalmente enemigos de liberalismo: totalitarismo, nacionalismo y retorno del irracionalismo y del anti-universalismo bajo un formato religioso. Por el otro, las transformaciones profundas sufridas por la sociedad contemporánea han hecho aparecer desarrollos históricos que ni teóricos ni políticos atinan a integrar armoniosamente al modelo democrático-liberal.
La crisis del liberalismo que vivimos se explicaría tanto por el accionar de sus enemigos tradicionales como por la incapacidad de la tradición filosófica moderna para enfrentar temas, conflictos y desafíos propios del siglo XXI.
En lo que hace a nuestro trabajo, entendemos que no es posible concluirlo sin poner en cuestión, además de los dos elementos ya mencionados, un último aspecto predominantemente filosófico que no puede ser ignorado.
Después de más de trescientos años de modernidad y de doscientos de paulatina afirmación del modelo democrático liberal, no es posible no preguntarse si no hubo en las últimas décadas, además de los procesos señalados, una transformación filosófica de envergadura dentro de la modernidad misma que es la que abre la posibilidad de que, tanto relatos antidemocráticos y antiliberales ya antiguos, como nuevas versiones de los mismos generadas a partir de la década de los 90, puedan aglutinarse todos en un nuevo movimiento políticamente regresivo como el que se consolida ante nuestros ojos día tras día.
Si trascendemos la coyuntura que celebró la disolución de la Guerra Fría, veremos que, más allá de ella, pocos advirtieron que la desaparición del contradictor político de Occidente, auguraba males de otro tipo aunque detuviese las pujas entre EE.UU y la URSS. En realidad, de aquel supuesto triunfo, nació un nuevo y robusto “revival” de la contra-ilustración antidemocrática: se llamó la “post-modernidad”.
En “The Death of Truth. Notes on falsehood in the age of Trump”14, Michiko Kakutani intenta explicar desde una perspectiva filosófica, este generalizado y virulento ataque a la democracia liberal, como un efecto de la expansión del pensamiento post-moderno desplegado por filósofos como Derrida, Deleuze o Baudrillard entre los años 70 y el fin de siglo. En términos generales, entendemos que la propuesta es compartible (aunque no podamos discutirla aquí en profundidad) porque esa empresa fue y es un cuestionamiento al corazón mismo de la modernidad política.
Notas
1 Fukuyama, Francis, (2002). “El fin de la historia y el último hombre”. Ed. Planeta, Barcelona.
2 “En la secuela de la desintegración de la Unión Soviética y de la campaña del Presidente Boris Yeltsin para “enterrar al comunismo”, los americanos fueron comprensiblemente capturados por una oleada de triunfalismo. El adversario en el que se habían centrado durante más de 40 años se mantuvo al margen cuando el muro de Berlín se vino abajo y Alemania se reunificó.”….“A medida que el puño de la opresión soviética se retiraba, la gente libre en Europa del Este abrazaba la economía de mercado y la democracia”…. “El Presidente de EE.UU, George H. W. Bush declararía la existencia de “un nuevo orden mundial”. (“The Myth of the Liberal Order. From Historical Accident to Conventional Wisdom”), Allison Graham, Foreign Affairs, July- August 2018, p.4) (Trad. JBS).
3 Ibídem.
4 “El ataque a lo universal avanzó en la vida social y política así como en los refinados círculos de la epistemología y la metafísica. Aquellos que durante siglos habían exhortado a los hombres, (…), a amortiguar el sentimiento de sus diferencias, ahora han venido a alabar, según el lugar donde se da el sermón, su fidelidad al alma francesa, la inmutabilidad de la consciencia alemana o el fervor de sus corazones italianos” (Trad. JBS de la versión inglesa) Benda, J, ”The Treason of the Intellectuals” con introducción de Roger Kimball, Trad. Richard Timball, Ed. Transaction Publishers, USA-UK, 2014, p. 9.
5 “…la expresión “laicos de rodillas” puede indicar una sensación de capitulación, casi de derrota de la cultura laica, (…) frente a la reconquista religiosa del espacio público. Una revancha impresionante. No han transcurrido (…) dos decenios de cuando la (…) fórmula “Ya no hay religión” se había convertido en una broma (…): se refería (…) al presunto desorden moral y social que la moralina anti-laica imputaba a la secularización…”. (…) “Y bien, no sé en verdad cómo no se logra ver el estado desastroso en que ha (re)caído el mundo desde que “De nuevo hay religión” y los laicos están de rodillas.” C.A. Viano, (2006), “Laici in genocchio”. Laterza, Roma- Bari. Citado por Michelangelo Bovero, (2007, 23-80), “Dignidad y laicidad. Una defensa de la ética laica” in Revista Internacional de Filosofía Política -Igualdad y Diversidad, ANTHROPOS/UNAM/UNED, México-Madrid.
6 “Hoy, en Estados Unidos, más de la mitad de los evangélicos blancos creen que Dios desempeñó un papel decisivo en la elección de Trump. Sí, el presidente menos cristiano que podamos imaginar, el predicador al que las mentiras hacen libre, sería un enviado de Dios que ha venido a redimir a losamericanos.” “Elegido por Dios”, Victor Lapuente, Diario El PAIS, 06/02/19, Madrid.
7 “Aquí se incluye el hecho de que es necesario liberar los conceptos básicos de la sociedad “moderna” – hogar, familia, clase, democracia, dominación, estado, economía, esfera pública, política, etc.- de las fijaciones del nacionalismo metodológico y redefinirlos (…) en el contexto del cosmopolitismo metodológico”. “Power in the Global Age…” (2005, 50). Cambridge, Polity Press citado por Castells, M., (2009, 42). (Trad. JBS)
8 “La idea no es tanto que los estados pierdan el poder de autodeterminación ante el mercado global, o ante las instituciones transnacionales, aunque bien podría ser el caso. Más bien la idea, importante en el seno de la tradición contractualista, es que allí donde hay interacción corresponde que haya regulación. Dada la creciente globalización debería existir una regulación transnacional creciente y, en consecuencia, ello conllevaría una disminución de la importancia del estado. Después de todo, las regulaciones requeridas a nivel transnacional o internacional succionan a los estados buena parte de los poderes tradicionales de la soberanía – y, desde este punto de vista, no sin razones”. Kleingeld, Pauline. (Oct. 2006, 559).: “Defending the plurality of States, Cloots, Kant and Rawls”. Social Theory and Practice, Vol. 32, Issue 4, “Cosmopolitanism and the State”, Philosophy Documentation Center. Stable URL (Consulta 10/02/2019) (Trad. JBS)https://openaccess.leidenuniv.nl/bitstream/handle/1887/8605/1_050_
003.pdf?sequence=1&origin=publicationDetail
9 El proyecto de la Unión Europea es un “on going project” que, entre sus imperfecciones, destaca el haber desarrollado interacciones sociales que, desbordando ampliamente las regulaciones nacionales, aun no responden a normatividad supra-nacional alguna por lo que “permanecen fuera” de todo contrato social pertinente. En otras palabras, hay sectores de la vida de la Unión Europea que transitan de manera “alegal” o “para-legal”.
10 El texto citado de Pauline Kleingeld analiza conjuntamente (y confronta) tres autores particularmente relevantes, (Cloots, Kant y Rawls) que adelantan otras tantas propuestas, en los siglos XVIII, XIX y XX respectivamente, de modalidades de institucionalización que “superen”
la instancia contractual y regulatoria nacional.
11 “La diseminación urbi et orbi de las tecnologías digitales que permiten procesar y comunicar volúmenes de información inimaginables hace sólo cuarenta años, junto con la transformación de los procesos productivos, afectan la organización de las actividades humanas y son aludidos con la noción de “revolución informacional o digital”. El producto de esta revolución es la configuración progresiva de sociedades informacionales, intensivas en el uso productivo de la información como recurso distintivo” . (Becerra, Martín: “De la concentración a la convergencia. Política de medios en Argentina y América Latina” (2016, 64), Paidós, Buenos Aires.
12 “La revolución de la innovación está ocurriendo en todos los campos científicos y tecnológicos. Esta ola de cambios sin precedentes es empujada por los avances en las tecnologías de la información, pero refiere a un espectro mucho más amplio. No estamos simplemente ante una revolución de la información, estamos ante una revolución tecnológica”. (…) Nosotros hoy (1996) podemos imaginarnos un panorama razonablemente claro de lo que puede suceder con el desarrollo tecnológico en las próximas tres décadas”..” (Trad. JBS). “Emerging technologies: What´s ahead for 2001- 2030“. Halal, William.; Kull, Michael.; Leffmann, Ann.; (1997, 20-28). “The Futurist”, Calvin College. Michigan. Consulta 04/02/2019. Stable URL https://www.calvin.edu/~dsc8/documents/EmergingTechnologies-
Hallal-Kull.pdf
13 A modo de ejemplo, dos casos “ejemplares“ donde el orden jurídico de Europa y sus países integrantes ha sido “dejado de lado” hasta ahora: 1.- la escandalosa práctica de tributación (o mejor, de tributación “ficta”) logrado por empresas como Google, Apple, Facebook o Amazon que tributan sobre el total de sus ventas europeas en aquel sistema impositivo nacional que ofrece el “tratamiento más privilegiado”, 2.- la práctica de grupos financieros, como UBS, que “organizan la fuga” de los capitales de sus clientes europeos hacia Suiza, de forma de que no tributen en sus países respectivos, lo que, de hecho, es una actividad de “ciber-blanqueo”.
14 El “…principal argumento (de los postmodernos) consiste en que no existe una realidad objetiva independiente de la percepción humana: el conocimiento necesariamente pasa por los filtros de clase, raza, género y demás variables”. “…al rechazar la posibilidad de una realidad objetiva y atar la verdad a la perspectiva de las personas, el posmodernismo consagró el principio de subjetividad respecto a la realidad misma”. López Noriega, Saúl, “Cómo matar a la verdad”. Comentario al libro de Kakutani in Revista NEXOS, México, 23/01/19. Consultado 02/02/19: https://www.nexos.com.mx/?p=40629