Coloquio

Edición Nº4 - Febrero 2011

Ed. Nº4: La iniciativa de paz olvidada

Por Yosef Govrin

La propuesta de Costa Rica ante la ONU para Medio Oriente

Antecedentes

En reuniones realizadas en el Ministerio de Relaciones Exteriores de Israel, durante su visita a dicho país en el verano de 1971, el canciller de Costa Rica, Gonzalo Fassio, sugirió que se preparara el borrador de una resolución en nombre de varios países latinoamericanos, de Europa Occidental, y quizás también africanos, para ser ratificada en la vigésimo sexta Asamblea General de la ONU, si surgía en algún momento un debate sobre Medio Oriente.

Se decidió que el borrador instaría a: la resolución pacífica del conflicto árabe-israelí mediante negociaciones directas y sin precondiciones; la reincorporación del Embajador Gunnar Jarring, enviado especial del Secretario General de la ONU para el proceso de paz en Medio Oriente, para negociar un acuerdo de paz entre las partes en el que se definirían fronteras seguras y acordadas a las que se retirarían las fuerzas israelíes; una solución justa y definitiva al problema de los refugiados palestinos árabes; y libre paso para los buques en aguas internacionales (con la intención de permitir el paso de los buques israelíes por el Canal de Suez y los Estrechos de Tirán).


También se acordó que el canciller abordaría en primer lugar a los vecinos centroamericanos de su país, luego a México, Argentina, y Brasil y sólo posteriormente a países externos a América Latina.

A su regreso a Costa Rica, Fassio envió cartas a los cancilleres latinoamericanos en las que describía sus simpatías por Israel y explicaba sus motivaciones para lanzar esta iniciativa, creada al amparo de los principios de la política exterior de América Latina, a saber: negociaciones directas entre las partes de un conflicto; resolución de los asuntos en disputa sólo a través de medios pacíficos; definición de fronteras permanentes como resultado de acuerdos bilaterales; respeto por la independencia y soberanía de todos los estados de la región; y la garantía de no intervención en los asuntos internos de los estados.

Desarrollo de la iniciativa de la ONU
Después de una intensa actividad de los representantes de Israel y Costa Rica en las capitales latinoamericanas y Nueva York, y después de corregir y depurar la redacción original de la iniciativa, once países latinoamericanos expresaron su voluntad de apoyarla, en principio: Barbados, Bolivia, Colombia, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Haití, Nicaragua, República Dominicana y Uruguay. Al mismo tiempo, en un esfuerzo por ampliar el círculo de adeptos o al menos evitar la oposición activa, hubo conversaciones con México, Argentina, y Brasil, y países de Europa Occidental y África.

Algunos de los países que expresaron su voluntad de respaldar la iniciativa condicionaron el apoyo a la incorporación de cambios en la redacción del borrador de propuesta y a que se presentara como iniciativa latinoamericana (y no necesariamente sólo de Costa Rica). También exigieron que se analizara la redacción del borrador de propuesta en el foro completo del bloque de países de América Latina.

Cuando se presentó la iniciativa para debatirla en dicha reunión, México, Argentina y Paraguay expresaron su disenso. Sus temores principales eran:

  • Dudas sobre si los países del bloque de América Latina debían presentar borradores de propuesta en ese momento;
  • Preguntas respecto de si el momento escogido indicaría simpatía por Israel; y
  • La redacción unilateral de la Resolución 242 de la ONU, en la que había una omisión obvia del principio de no adquirir tierras por la fuerza.

Algunos países pequeños no dieron respuesta alguna, en tanto que otros favorecían una iniciativa latinoamericana basada en la fórmula de Costa Rica. Tomando en cuenta las diferencias de opinión expresadas en la reunión, los participantes decidieron crear una comisión formada por representantes de Argentina, Brasil, Costa Rica, México, y Panamá.
Entre sus objetivos figuraba analizar si el bloque de países latinoamericanos debía presentar un borrador de propuesta en la siguiente Asamblea General de la ONU y, en ese caso, formularlo sobre la base del borrador de la iniciativa costarricense y el informe del Secretario General de la ONU, que describía el contenido fundamental de los memorandos israelíes, egipcios, y jordanos en el que definían sus posiciones respecto de soluciones al conflicto árabe-israelí, presentados al Embajador Jarring durante su mediación entre ambas partes. En ese momento, Jarring había expresado su permanente preocupación por la insistencia de cada una de las partes en que la otra aceptara ciertos compromisos antes de formular las disposiciones para un acuerdo de paz. También le preocupaban los discursos de los cancilleres de Israel y Egipto en la ONU.  
Jarring había sido nombrado para el cargo de mediador en 1967 después de la aprobación de la Resolución 242 del Consejo de Seguridad el 22 de noviembre de 1967. Dicho documento declaraba, entre otros aspectos, que se basaba en los principios de la Carta de la ONU que exigía una paz justa y duradera que incluía la retirada de Israel de los territorios capturados en la Guerra de los Seis Días; el fin de las hostilidades; y respeto y reconocimiento de la soberanía e independencia de los países de la región. Los viajes de Jarring entre los estados árabes e Israel continuaron hasta mediados de 1968, con resultados infructuosos, principalmente debido a diferencias en la interpretación de la Resolución 242 del Consejo de Seguridad de la ONU por entre los estados árabes -que exigían la retirada absoluta de las tropas israelíes de todos los territorios capturados durante la Guerra de los Seis Días- e Israel, que interpretaba la resolución literalmente, entendiendo que los obligaba a retirarse de los territorios ocupados (es decir, no de todos los territorios). Esta diferencia en el abordaje de ambas partes afectó las negociaciones, impidiendo que la mediación de Jarring acercara sus posiciones.

La comisión de trabajo de los países latinoamericanos se reunió una vez sin arribar a conclusión alguna. Viendo la fisura existente y la parálisis ulterior, Costa Rica decidió abandonar su presentación formal de la iniciativa e incorporarse a una nueva formulada por Uruguay, que señalaba, entre otras cuestiones, que la Resolución 242 de la ONU contenía «los elementos necesarios para alcanzar una paz justa y duradera» y expresaba su admiración por la mediación del Embajador Jarring. También instaba a las partes a reiniciar negociaciones a través de Jarring, y a los estados miembro de la ONU a contribuir a la creación de una atmósfera de paz.

La propuesta de Uruguay era similar a la original de Costa Rica en cuanto a los principios generales. Lo que caracterizó a dichos principios fue el apoyo a la continuación de las conversaciones de mediación de Jarring sin precondición alguna. A pesar de las diferencias de opinión entre los países del bloque latinoamericano respecto de la necesidad de seguir adelante con la iniciativa, Costa Rica y Uruguay decidieron someter sus propuestas a debate sin la aprobación del bloque latinoamericano. La delegación israelí ante Naciones Unidas las respaldó, al igual que algunos países de Asia y África.

Cuando se sometió a votación la iniciativa de ambos países (Documento A/L 652) -a la que se incorporaron Haití y Barbados- en la vigésimo sexta Asamblea General de la ONU el 13 de diciembre de 1971, perdió: cincuenta y seis países votaron en contra, dieciocho a favor, y cuarenta y siete se abstuvieron. De los países del Caribe, América Central y del Sur, Barbados, Bolivia, Costa Rica, El Salvador, Haití, Nicaragua, República Dominicana, y Uruguay votaron por la propuesta y Cuba votó en contra. Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Guayana, Honduras, Jamaica, México, Panamá, Paraguay, Perú, Trinidad, y Venezuela se abstuvieron; y Guatemala estuvo ausente.

Después de la votación, el embajador de Ecuador ante la ONU, Denites, anunció que había tenido la intención de votar por la iniciativa, pero estaba esperando el consentimiento de su gobierno, y cuando lo obtuvo, ya era demasiado tarde. El embajador de Colombia ante la ONU, Espinosa, explicó los motivos de la abstención de su país: esperaba que la resolución presentada por Costa Rica y El Salvador incluiría un borrador de resolución afro-asiático (Documento L/A 650) después de incluidas las modificaciones al documento introducidas por los países de Europa Occidental, (y aceptadas por la mayoría de la Asamblea). Expresó sin embargo su esperanza de que se renovara el cargo de Jarring a fin de promover la Resolución 242, y que Israel y los países árabes
«lograran una paz justa y equitativa que no sólo les permitiera vivir sin temor, sino también cooperar en extensos emprendimientos de empresas colectivas para beneficio de árabes e israelíes» «los pueblos árabe y judío que han aportado tantas páginas de gloria a la historia de la humanidad merecen un porvenir mejor que el cruel destino de destruirse mutuamente.  Aquellos que han hecho grandes logros en la ciencia, las artes y la política tienen el derecho, incluso la obligación, de seguir viviendo para alcanzar una paz beneficiosa que les permitirá una vez más sorprender a los pueblos del mundo con los admirables frutos de su ingenio».

Por otra parte, en un cable al canciller de Israel, Abba Eban, fechado el 22 de diciembre de 1971, que resumía los resultados de la iniciativa de su país y otros países latinoamericanos, el Canciller Fassio señalaba, entre otras cuestiones,

«…Me complace expresar nuevamente la voluntad de mi gobierno de actuar con miras a la preservación de las justificadas aspiraciones de Israel y su pueblo, que se ha ganado una profunda admiración por su seriedad y su ética de trabajo, y merece todos los esfuerzos por ayudarlo a preservar su soberanía, libertad, y paz. Desde esta perspectiva, Costa Rica ha logrado una victoria moral en su iniciativa de paz, en la medida en que el plan contó con aprobación unánime, a pesar de las dificultades políticas. Hago llegar mis mejores votos por la buenaventura y prosperidad del Estado de Israel, y su felicidad».

Conclusión

Los obstáculos a la iniciativa incluyeron la desunión en el bloque de países latinoamericanos debida a la objeción activa de Argentina, México, y Brasil, que inicialmente estuvieron a favor de la misma pero posteriormente se abstuvieron. Otro obstáculo fue la participación de países europeos, principalmente Gran Bretaña y Francia, que condicionaron su apoyo al borrador de resolución afro-asiático (pro-árabe) a la aceptación de sus enmiendas. Los egipcios acordaron incluir las modificaciones de los europeos al borrador de propuesta afro-asiático a fin de darle más peso legal, aun cuando eran más moderadas que la redacción original. El hecho que los norteamericanos se abstuvieran en esa ocasión, en tanto que en votaciones anteriores habían tomado una postura pro-israelí, constituyó otro obstáculo.

Por otra parte, surgieron algunas consecuencias positivas de esta iniciativa. El borrador de resolución de Costa Rica y Uruguay fue la propuesta más pro-Israel que se hubiera sometido a votación en la Asamblea General de la ONU desde la Guerra de los Seis Días de 1967. Además, la existencia de esta iniciativa contribuyó a morigerar y moderar el borrador de resolución afro-asiático, pro-árabe, y la voluntad de los egipcios de incorporar enmiendas.

Significativamente, el lenguaje moderado del borrador de propuesta afro-asiático, en comparación con propuestas anteriores, llevó a la reducción del número de países latinoamericanos que apoyaban a Israel. Por ejemplo, un borrador de propuesta de países latinoamericanos de junio/julio de 1967, que los árabes rechazaron (y respecto del cual Israel se abstuvo de votar), contenía un texto mucho más enérgico con respecto a Israel que el borrador de propuesta que los árabes sometieron en el borrador afro-asiático de diciembre de 1971. Por supuesto, entre otros factores, también se debe tomar en cuenta que el texto egipcio se suavizó después de la muerte del Presidente Gamal Abdel Nasser.
Finalmente, un número significativo de países latinoamericanos demostró una vez más que constituyen una fuente importante de apoyo a Israel en la escena internacional. Los países
latinoamericanos que respaldaron la iniciativa de Costa Rica no eran un bloque unificado. Su postura reflejaba las relaciones bilaterales entre ellos, y su larga historia de amistad con Israel. Este es un punto importante a resaltar actualmente, cuando Israel traza su curso en América Latina.

* Articulo original en ingles, publicado por The Israel Journal of Foreign Affairs, Vol. V, No. 1, (2011)