Coloquio

Edición Nº33 - Marzo 2016

Ed. Nº33: La Defensa: difusión, denuncia y confrontación del nazismo en Ecuador

Por Daniel Kersffeld
Presencia y actuación del nazismo en Ecuador
 
Esta investigación abordará un aspecto hasta ahora poco tratado en los análisis históricos sobre el Ecuador del siglo XX: la aparición de un movimiento político amplio, diverso y plural que encabezó la lucha contra la penetración del nazismo en tiempos de la Segunda Guerra Mundial. La comunidad judía, que estaba cumpliendo sus primeros años de vida en Ecuador, tuvo una participación de importancia en este movimiento de denuncia a partir del periódico La Defensa, aparecido por primera vez el 29 de octubre de 1940, con la actuación destacada del periodista Benno Weiser al frente de dicha publicación.
Un elemento de importancia a tener en cuenta es que la construcción de la comunidad judía en Ecuador ocurrió al mismo tiempo que la formación de las primeras entidades de apoyo al nazismo, como si fueran dos procesos paralelos, obviamente en rechazo uno del otro pero con inevitables puntos de entrecruzamiento. Si bien en Ecuador hubo una presencia judía cada vez más amplia desde principios del siglo XX1, fue sobre todo en los década del ’30, más aun a partir del ascenso de Hitler al poder en 1933, que comenzó a conformarse una comunidad israelita compuesta mayoritariamente por inmigrantes de origen alemán y austríaco. Con el correr de los años, también hubo presencia rusa, italiana, checa, polaca y de otros países de Europa Oriental y de los países Bálticos, si bien el tono cultural de esos primeros tiempos estuvo marcado, de manera predominante, por aquellos judíos provenientes de tierras germánicas. Sería 1938 el año en que finalmente tomaría cuerpo la vida institucional judía en Ecuador con la creación, casi simultánea, de sus dos primeras entidades: la filial local de la organización internacional de ayuda Hicem y, principalmente, la Asociación de Beneficencia Israelita, la que reunía las funciones religiosas, culturales y sociales, y que por ende actuaría como el principal eje político de la joven comunidad que por aquellos años se compondría de aproximadamente 2.500 personas (Cohen, 1941).
 
En aquel tiempo también se produciría el crecimiento de la colectividad alemana en el Ecuador, la que existía desde el siglo XIX aunque siempre en carácter minoritario. Primero la irrupción del nazismo y luego la llegada de éste al gobierno, tornarían a esta comunidad en un creciente punto de apoyo internacional, si bien no todos los alemanes se pronunciaban en favor de Adolf Hitler, sino más bien en la recuperación del impero o del Reich alemán (Friedman, 2003). En este sentido, no tardaron en crearse distintas entidades que tomaron como modelo no sólo al partido nazi sino también a las distintas estructuras y departamentos que dependían de éste. Así, las reuniones del Partido y de las organizaciones dependientes de éste se hacían en la Casa Alemana de Quito, donde posteriormente operaría el Colegio Alemán y en la Hacienda “El Batán” del organizador de la facción pro nazi Heinz Schulte, llegado al país después de la Primera Guerra Mundial y que se había convertido en propietario de la panadería “La Vienesa” y, como otros austríacos y alemanes de su condición, casado con una mujer ecuatoriana (Friedman, 2003). 
 
A la cabeza de la organización formal en Ecuador se encontraba Walter Giese (Manning, 1981: 120)2, ex marino y jefe nacional de inteligencia de la Gestapo. Y aunque el representante del Estado alemán era el embajador Eugen Klee, éste recibía órdenes directas de Giese, probablemente porque Klee no era miembro del partido (Lauderbaugh, 2010: 278). 
 
Pese a que no contaba con un gran número de participantes, pues de 500 alemanes registrados en el Ecuador en 1937, sólo 58 pertenecían al partido nazi, la organización no tardaría en ramificarse y en estructurarse en diversos departamentos, según el mandato de Berlín para todas las filiales formadas fuera del territorio alemán (Kreuter, 1997: 230). La organización contaba con un organizador de la sección local, el Gauleiter (líder regional) Frank P. Partmuss; la sección de Inteligencia, a cargo de la Gestapo, liderada en este caso por el propio Giese; y la de Hacienda, con Heinz Zeinder al frente. Existían, incluso, divisiones de las SS y de las SA y una Comandancia de la Fuerza Aérea (Friedmann, 2004: 84). 
 
Además de Quito, también había secciones del Partido en Guayaquil, Cuenca y Riobamba, si bien su peso numérico era todavía menor al de la filial existente en la capital del país. En Guayaquil el jefe del partido era Adolf Kläre y para realizar sus labores contaba con el apoyo de dos personalidades de amplia influencia en el principal puerto del Ecuador: el cónsul alemán Bruckmann, quien también era el responsable de la Compañía de Químicos Bayer en el país, y el empresario John H. Kruger.
 
Más allá de todos los mencionados, la principal personalidad directamente vinculada con el nazismo en Ecuador fue el ex capital del ejército austríaco Irving Hauptmann quien a su llegada al país en 1931 adoptó el nombre con el que de ahí en más sería por todos conocido: el Dr. Alfredo Enrique Cuhne, considerado por la embajada estadounidense como el agente nazi más influyente y peligroso del Ecuador. El ex militar no tardaría demasiado tiempo en granjearse la confianza de las élites guayaquileñas por sus conocimientos medicinales y sobre el tratamiento de las enfermedades tropicales, a tal punto que la denominación de “doctor” pronto se hizo común y corriente al referirse a su persona. En 1935 Cuhne se estableció en Quito y llegó a ganarse la amistad del presidente Federico Páez, de quién obtuvo poder e influencia como principal asesor de la flamante Agencia de Detectives: dueño de extensas propiedades, convertido en el principal confidente del presidente, y en el organizador y jefe de su policía política, en 1937 la caída de Páez y su reemplazo por el Gral. Alberto Enríquez marcaría el declive de Cuhne. Luego de cumplir un año de prisión bajo la acusación de ser un espía del Perú, y aparentemente ya vinculado con el partido nazi luego de concretado el Anschluss (por el que se anexó el Estado austríaco al alemán), su persona fue rehabilitada: gracias al embajador germano se le restituyó un presunto título nobiliario e incluso se le otorgó el estatus de “As de la Aviación” por los servicios prestados en la Gran Guerra (Lauderbaugh, 2010; Meyer, 2014). 
 
Según estableció George M. Lauderbaugh (2010), el nazismo en su versión ecuatoriana se valió de tres estrategias para dar a conocer su ideario, doctrina y programa en el país. En primer lugar, la distribución latinoamericana de publicaciones realizadas en Berlín como la Revista Alemana o Alegría y Trabajo (Freude und Arbeit) en la que no sólo se reseñaba la mejor situación de la economía bajo el gobierno de Hitler, sino también el sensible mejoramiento en las condiciones de vida la clase trabajadora. En segundo lugar, la agrupación nazi ecuatoriana distribuía boletines, panfletos y distintos materiales para sumar apoyos y voluntades, incluso apelando a la producción de objetos con esvásticas (como tapas de radiadores), lo que motivó la pronta reacción de la embajada estadounidense. 
 
Finalmente, el tercer elemento, y el más importante, fue el esfuerzo para influir en la prensa ecuatoriana, principalmente a través de la agencia de noticias Transocean, ocupada en la distribución de noticias sin costo a los periódicos para dar a conocer la versión alemana de la guerra. Las operaciones estaban a cargo del Conde Heinrich von Mathusa, quien operaba como jefe de la Deutsches Nachrichten Büro (DNB) la agencia de noticias alemana, y quien luego sería señalado públicamente como principal “incitador de la agitación nazi” en el país. Con todo, el impacto de Transocean en la prensa ecuatoriana fue limitado: con los diarios El Telégrafo y El Comercio suscriptos a United Press y Associated Press, la agencia alemana sólo pudo insertar sus noticias en El Universo, caracterizado por la Legación estadounidense como “agresivamente pro nazi”. 
 
Pero el cuadro del nazismo en Ecuador no estaría completo si no se mencionaran aquellas figuras políticas, intelectuales, o con influencia en el mundo cultural, que mostraron públicamente su admiración hacia el Tercer Reich. Entre ellos, se encontraban personalidades como el intelectual de origen liberal, devenido luego en fervoroso nacionalista, Augusto Jácome; Jorge Luna Yépez, luego creador de la Acción Revolucionaria Nacionalista Ecuatoriana (ARNE); Julio Tobar Donoso, diplomático, jurisconsulto y canciller que, gracias al constante y fervoroso apoyo al régimen de Hitler, fue retribuido con la Gran Cruz de la Orden del Águila Alemana; Rafael Pino Roca, poeta y diplomático que contribuyó de manera decisiva a la interlocución entre Ecuador y Alemania; etc. 
 
Asimismo, los gobiernos ecuatorianos sucedidos a partir de 1933, año de la llegada de Hitler al poder, manifestaron en general un decisivo interés en el establecimiento de relaciones entre ambos países, cuando no una clara simpatía hacia el nazismo: pesaban, en este sentido, factores ideológicos, que definían a estos mandatos como conservadores y nacionalistas; el peso adquirido por el estamento militar (sobre todo durante el gobierno del Gral. Alberto Enríquez Gallo); y una impronta antiestadounidense y al mismo tiempo antisoviética, lo que motivaba el tendido de lazos con aquellos países que, justamente, podían ofrecer un balance en el escenario geopolítico internacional. 
 
La Defensa en el activismo de Benno Weiser
 
Como se pudo observar a partir de lo ya relatado, en Ecuador existió un creciente apoyo al nazismo desde mediados de los años ’30 y todavía más una vez comenzada la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, el peso específico alcanzado por esta corriente no debería ser medido en términos numéricos, ya que de todos modos la organización nazi local nunca alcanzó una densidad importante, sino sobre todo, por su estrategia de avance en la escena pública, principalmente, por medio de la prensa, a través de la que se buscaba obtener un espacio más amplio de apoyos a partir de la creación de un relato diferenciado de la guerra, en donde Alemania se presentaba como una potencia triunfante frente a los Aliados. 
 
Por parte de la colectividad judía local, el medio preferencial para dar a conocer sus opiniones o denunciar las actividades y campañas del nazismo fue el periódico La Defensa, publicado por primera vez a fines de 1940, y que si bien no era un medio comunitario contaba con una gran presencia de participantes de origen judío tanto dentro del cuerpo de redactores como en los rubros técnicos y administrativos. Su editor era el coronel Filemón Borja, quien también se había valido de su condición de miembro del Senado para denunciar las actividades del nazismo en el país, en una muestra de solidaridad que seguramente era incrementada por su matrimonio con una mujer de origen francés e israelita. El jefe de ventas del periódico era el berlinés Arthur Eichler, socialista y tipógrafo de profesión, que había huido de Alemania como “combatiente ilegal” contra el nazismo. La redacción del periódico estaba integrada por inmigrantes como Mijail Nerumenko y Wenzel Goldbaum, destacado abogado y académico de la Universidad Central del Ecuador y uno de los principales especialistas, a nivel internacional, en materia de derechos de autor (Kreuter, 1997). Junto a los anteriores también participaban el reconocido periodista Adolfo H. Simmonds, y Max Wasserman, responsables ambos de la asociación de protección a los judíos y de su emigración al Ecuador en los tiempos en que arreciaba el antisemitismo en Europa (Shtub, 1944-1945). 
 
Pero sin duda, el alma de La Defensa lo constituyó el austríaco Benjamín (Benno) Weiser Varon, quien casi a la fuerza y de manera inesperada, se convirtió en uno de los principales expertos en la Segunda Guerra Mundial en Ecuador, ya que por motivos periodísticos, siguió a diario y durante sus seis años de duración, los principales aspectos de la dramática contienda bélica (Weiser, 2014). Benno Weiser había llegado al país a fines de 1938, dejando trunca su carrera de medicina y una vez producido el Anschluss. Más allá del infortunio de su huida de Europa, Weiser arribaría a América con una gran ventaja: su gran conocimiento del idioma español. 
 
Una vez instalado en Quito con sus padres, Benno Weiser no tardaría en integrarse a las filas periodísticas del diario El Comercio, ya que su propietario, Carlos Mantilla, estaba a la búsqueda de alguien capaz de comprender perfectamente un conflicto que por el momento era predominantemente europeo, y que fuera hábil en su tarea de interpretarlo y divulgarlo en español (Weiser, 1943). En ese entonces, Weiser no sabía nada sobre periodismo, sin embargo, había resultado una buena experiencia su participación en los cabarets literarios de la noche vienesa, en donde comenzaría a desarrollar su pasión por la escritura al mismo tiempo que por la sátira política (López-Semeleder, 2011). No fue extraño entonces que, para sorpresa de buena parte de la sociedad ecuatoriana, la crónica de una tragedia como la Segunda Guerra Mundial adquiriese en su pluma un tono irónico e, incluso, humorístico3. Publicados ya varios artículos, y además de su colaboración El Comercio, con el seudónimo de “Bobby”, comenzó a escribir una columna diaria en Ultimas Noticias, conocida como “El mirador del mundo”, y que ahora firmaría como “Próspero”. Indudablemente, su figura se encontraba en ascenso ya que al cabo de un mes, fue el diario El Universo, de Guayaquil, el que solicitó reimprimir los artículos aparecidos en la víspera en Últimas Noticias. Su capacidad de análisis y visión prospectiva de la guerra eran tan profundas y certeras que hasta miembros de la clase política ecuatoriana, como el ex canciller Luis Bossano, solicitaron entrevistarse directamente con él (Weiser, 2014). 
 
Pese a que en todo momento evitó referirse en sus artículos a la cuestión política local, Benno Weiser no tardó en vivir su primer enfrentamiento, ésta vez, con un parlamentario conservador que se había opuesto de manera solitaria a solicitar un indulto para un grupo de intelectuales que iba a ser asesinado por la dictadura de Francisco Franco, en España, mereciendo por ende la crítica del periodista austríaco. Al siguiente día, el aludido protestó contra “el extranjero” que había osado criticar a un representante de la nación: varios diputados defendieron al columnista en tanto que desde el Senado, el coronel Filemón Borja, lo hizo en términos muy laudatorios. Dada la similitud de intereses entre Weiser y Borja no resultó extraño que entre ellos surgiera una profunda amistad y camaradería que pronto dio lugar a la conformación de la sociedad política que el 29 de octubre de 1940 comenzó a publicar la revista La Defensa. El nuevo periódico tenía 12 páginas y, como expondría su principal redactor, se trataba de “un semanario pro-aliado en el que podría tocar temas vedados en mi columna, es decir las actividades de los nazis dentro del Ecuador” (Weiser, 2014).
 
Uno de los artículos que más repercusión generaría fue el que apareció en el número 8 de La Defensa. La nota se tituló “Tropas de Asalto en nuestra Capital” y en ella se mostraban fotos de unos cuarenta alemanes y hombres de la alta sociedad ecuatoriana, que en el patio de la embajada germana, frente a la “Casa Alemana” y en la hacienda de Heinz Schulte, hacían el típico saludo nazi vistiendo camisas pardas y portando brazaletes con esvásticas. El revuelo fue inmediato, más aún porque en el artículo se habían incorporado los nombres completos de la mayoría de ellos. Un mes más tarde, todo este grupo de comerciantes ingresó en la lista negra conformada por el gobierno a pedido de Estados Unidos de los países Aliados. 
 
Logros de una política de denuncia
 
En todos los casos, La Defensa acusó a varios residentes de haber planificado actos de sabotaje y espionaje aunque no siempre sus aseveraciones tuvieron una base realmente comprobable (Kreuter, 1997: 234). Por lo general, en todos sus números la revista llamaba al boicot de las tiendas que supuestamente eran propiedad de agentes o simpatizantes del nazismo. Y pedían al gobierno acciones más efectivas que fueran más allá de la clausura de los negocios en cuestión o de la inclusión de sus propietarios en la “lista negra” (Friedman, 2004)4. 
 
Mientras tanto, la propaganda a favor del nazismo florecía en Ecuador, si bien éste se encontraba distante del principal escenario de la conflagración internacional. Así, y según mencionaba el propio Weiser a partir de sus investigaciones, existían no menos de siete semanarios pro alemanes y pro nazis, en dónde él mismo eran atacados en la consideración de que buscaban “romper el monopolio” de la interpretación de la guerra a los ecuatorianos. Una de las revistas tenía incluso una columna firmada como “Anti Bobby”, en tanto que otra poseía un espacio editorial titulado “Anti Próspero”, y eso sin mencionar las caricaturas denigrantes que se hacían de Weiser resaltando sus rasgos judaicos a fin de deslegitimar la información que día a día brindaba al país. Con todo, esta continua agresión hacia el periodista austríaco no hizo sino aumentar su popularidad y la difusión y circulación de sus artículos entre los principales diarios del país. 
 
En este contexto, y presionado en su política comercial, como muchas otras naciones de la región, el Ecuador tomaba en esta época las primeras medidas en respuesta a las demandas de los Estados Unidos a fin de ahuyentar aquellas versiones referentes a que bajo su neutralidad, se llevaba a cabo un solapado acercamiento a Berlín. Así, el 1° de abril de 1941, y junto con otros países de la región como México, Venezuela y Perú, desde Quito se impartió la orden de incautar un conjunto de barcos mercantes de bandera alemana que desde hacía un tiempo se encontraban atracados en sus puertos (Tannembaun, 1944). Por otra parte, la situación en el país tendió a enrarecerse cuando por primera vez en la historia del país, el 24 de mayo de 1941, aniversario de la Batalla de Pichincha, en la que las fuerzas patriotas triunfaron sobre las fuerzas realistas, se celebró en Quito una manifestación antijudía. Las reacciones no se hicieron esperar y La Defensa nuevamente encontró un espacio dentro de la opinión pública aliadófila para continuar con su política de denuncias y revelar en muchos casos las actividades del nazismo en la escena política ecuatoriana.
 
Las denuncias públicas promovidas por La Defensa no tardaron incluso en generar distinto tipo de rispideces con el gobierno de Carlos Arroyo del Río, particularmente, con su Ministro del Interior, Aurelio Aguilar Vázquez, prestigioso abogado cuencano entre cuyos clientes estaba la Sociedad Ecuatoriana de Transportes Aéreos (SEDTA), empresa de origen alemán que según el servicio secreto británico desarrollaba actividades encubiertas5. La polémica tomó tal dimensión pública que a principios de junio de 1941 Weiser y Borja fueron citados en el Ministerio del Interior: Aguilar Vázquez no sólo se quejó por el tono crítico de La Defensa hacia Hitler, sino que incluso llegó a afirmar que la libertad de prensa existente en Ecuador no podía ser aplicable a un periodista extranjero. Además, la discusión se había desarrollado en un momento en el que a partir de la manifestación pro nazi del 24 de mayo, las protestas a favor de uno u otro bando finalmente comenzaban a hacerse notar en las calles de Quito y de los principales centros urbanos del Ecuador (Weiser, 2014). 
 
El enfrentamiento entre Weiser y el Ministro no tardó en alcanzar amplias repercusiones nacionales e incluso internacionales. Para los medios del exterior quedaba claro que el intento de censura a Weiser y La Defensa se debía sobre todo a las presiones ejercidas por la representación alemana en Ecuador dados los inocultables lazos comerciales existentes entre ambos y, puntualmente, respecto a algunos miembros del gobierno ecuatoriano. En todo caso, el incidente significó para la publicación antinazi un verdadero éxito en sus ventas, alcanzando en su número semanal un total de cinco mil ejemplares en circulación (López-Semeleder, 2011). 
 
Fue notorio, con todo, el cambio que comenzó a operarse desde el gobierno en torno a sus relaciones con los Estados Unidos y Alemania, y La Defensa operó en este sentido como un eficaz medio de control político en el resguardo de los intereses de los Aliados en el Ecuador. Más allá de las controversias ocurridas a nivel de la política interna, se pudieron observar algunos gestos demostrativos en el progresivo alejamiento del país respecto al Eje. En este sentido, el día 5 de junio, el gobierno expulsó al Conde alemán Heinrich von Mathusa, director de la agencia de noticias Deutsches Nachrichten Büro por considerarlo un “agitador nazi”, en una decisión a la que no resultó ajena las campañas de denuncia de La Defensa, y cuya noticia cobró también un claro alcance internacional. Por otra parte, finalmente el 15 de agosto de 1941 el gobierno de Arroyo del Río decidió clausurar el periódico pro nazi Voz Obrera, uno de los principales medios de expresión del nazismo local. Pero más importante resultó la iniciativa tomada el 1° de septiembre, cuando Ecuador finalmente decidió suspender el funcionamiento de la línea aérea SEDTA, motivo principal de la controversia desatada entre Weiser y el Ministro del Interior ecuatoriano. 
 
El ataque a Pearl Harbor el 7 de diciembre de 1941 marcaría un indefectible cambio en la política interna y externa del Ecuador, con la entrada de Estados Unidos en la guerra, y el alineamiento del país a esta decisión, lo que lo llevaría a cortar sus relaciones diplomáticas con Alemania. A partir de este momento, y según un decreto del 12 de diciembre, las agencias vinculadas con el nazismo y que se encargaban de la difusión y promoción de diversos panfletos políticos en apoyo al gobierno de Hitler, debían desaparecer así como también se implementaría una política sistemática de deportación de aquellos alemanes con simpatías nazis (Estrada, 2006). 
 
Benno Weiser continuaría escribiendo en La Defensa si bien el perfil crecientemente aliadófilo del gobierno de Arroyo del Río rebajaría el nivel crítico de muchas de sus denuncias. Hacia 1945, quien fuera conocido por todos como el mejor intérprete de la Segunda Guerra Mundial abandonaría definitivamente el Ecuador para establecerse en los Estados Unidos, donde comenzaría a su labor de cronista y periodista agregando ahora las actividades diplomáticas y el activismo político en torno al sionismo y a favor del nacimiento del Estado de Israel. 
 
 
Notas
1 Debemos señalar, en este sentido, la presencia de Robert Levi (o “Roberto Levi Hoffman”), quien llegó al Ecuador en 1909 para ocupar el cargo de químico jefe del futuro Instituto de Salud e Higiene Municipal de Guayaquil y de Julius Rosenstock, quien vivió en el país desde 1913, cuando fue contratado por el gobierno de Leónidas Plaza para dirigir la construcción del ferrocarril en el tramo entre Quito y Sibambe. Son sin duda dos casos excepcionales, y a partir de ellos habrá que esperar más de dos décadas para que la inmigración israelita proveniente de Europa adquiriera características más amplias.
2 En 1942 Giese fue requerido por el gobierno alemán para realizar labores de inteligencia sobre los barcos aliados en el Canal de Panamá. Ese mismo año fue expulsado de Ecuador y más tarde, también de Argentina. En 1943 organizó la representación de los agentes alemanes en Argentina desde su base, ahora en España. A fines de 1944, y bajo presión de los Aliados, las autoridades españolas forzaron su huida a Alemania.
3 Uno de los primeros artículos de Weiser se refirió al inminente ingreso de Italia en la guerra, y tuvo por título El niño Mussolini: “Un niño vivaz pero celoso. Ha acumulado miles de soldados de plomo, cañones y aviones, pero Adolfito, su hermano mayor, siempre lo aventaja. ¡Cuidado! Ese chico puede cometer cualquier locura en su afán de igualarlo”. Al siguiente día publicó Italia en vísperas de la guerra, en donde afirmaba que “El nuevo César levanta su brazo en un antiguo saludo. El dux latino se ha convertido en el Duce italiano. Nada faltaba. Ni las águilas romanas, ni los fasces. ¡Qué genio ese Duce: alcanzó a conducir a una nación entera de la edad moderna hacia la antigüedad!” (El Comercio, 21 de abril de 1940).
4 La “Lista Negra” se creó a fines de 1941 cuando se anunció la inmediata ruptura de relaciones diplomáticas con Alemania. Para ello se creó un Comité Interaliado bajo la presidencia del francés Pierre Lafargue, que se ocupó de reunir todos los datos e información sobre los alemanes que debían ser internados. Durante el transcurso de 1942 varios de los alemanes sindicados como nazis salieron del país, o se escondieron en sitios recónditos del Ecuador, pero la mayoría fue recluida y luego enviada a Crystal City, Texas, y un grupo menor, a Cuenca. Con todo, hubo excesos y se detuvo a alemanes que no necesariamente estaban vinculados con el nacionalsocialismo, así como también a judíos de origen alemán.
5 La SEDTA (Sociedad Ecuatoriana de Transportes Aéreos) había sido fundada en 1938, era controlada indirectamente por Lufthansa y operaba con personal alemán. Había sido una empresa muy popular en el país porque fue la primera en desarrollar los vuelos directos en Quito y Guayaquil, obteniendo luego el monopolio en esta importante ruta aérea. Hasta su desaparición a fines de 1941 esta empresa fue acusada por el servicio británico de inteligencia de desarrollar actividades nazis en Ecuador (Lauderbaugh, 2010).
 
 
Bibliografía
 
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  • Estrada Ruiz, Jenny. Segunda Guerra Mundial, lista negra en Ecuador. Quito: Cámara Ecuatoriana del Libro, 2006.
  • Federal Reserve Bank of New York. Second War Loan. 1943. https://fraser.stlouisfed.org/docs/historical/ny%20circulars/1943_02617.pdf
  • Friedman, Max Paul. Nazis & Good Neighbors. The United States campaign against the Germans of Latin America in World War II. USA: Cambridge University Press, 2003.
  • Friedman, Max Paul. “‘Todos son peligrosos’ Intervencionismo y oportunismo en la expulsión de los alemanes del Ecuador, 1941-1945”, ProcesoS, Revista Ecuatoriana de Historia. N° 20, 2004.
  • Kreuter, María Luise. ¿Dónde queda el Ecuador? Exilio en un país desconocido desde 1938 hasta finales de los años cincuenta. Ecuador: Abya-Yala, 1997.
  • Lauderbaugh, George M. “Estados Unidos y Ecuador durante la Segunda Guerra Mundial: conflicto y convergencia”. En Zepeda, Beatriz (coord.) Ecuador: relaciones exteriores a la luz del Bicentenario. Quito: FLACSO, 2010.
  • López-Semeleder, Elisabeth. Ich war Europäer. Der Roman von Benno Weiser Varon in deutscher Übersetzung; eine funktionale Übersetzungskritik nach dem Modell von Margret Ammann. Masterarbeit, University of Vienna. Zentrum für Translationswissenschaft, 2011.
  • Shub, Louis. “Latin America”, American Jewish Year Book. Vol. 46 (1944-1945).
  • Tannembaun, Frank. “An American Commonwealth of Nations”. En Foreign Affairs (1944). http://www.foreignaffairs.com/articles/70725/frank-tannenbaum/an-american-commonwealth-of-nations.
  • Weiser, Benno Yo era europeo. Quito: Editorial Fernández, 1943.
  • Weiser, Benno. “Una historia de la guerra”. En Un blog para leer (2014) http://mdarena.blogspot.com/2014/06/una-historia-de-la-guerra.html
  • La Defensa (Quito) 1940-1944 (Fundación Biblioteca Ecuatoriana Aurelio Espinosa Pólit, Quito, Ecuador).