Coloquio

Edición Nº26 - Octubre 1994

Ed. Nº26: El fracaso del asentamiento judío en la Isla de Tobago

Por Mordechai Arbell

El asentamiento de judíos en Tobago estuvo directamente relacionado con el esfuerzo de los holandeses en colonizar lo que se denominaba en inglés “the Wild Coast” de las Américas, la cual se extiende entre el Caribe y Brasil. Su límite sur es la desembocadura del río Amazonas y su extremo norte la desembocadura del Orinoco. Los holandeses ya comerciaban en la región en una época tan temprana como la segunda mitad del siglo XVI.

 
Esta Wild Coast —“costa agreste”, “costa brava” o “costa salvaje”—, disfruta de un clima apto para cultivar la agricultura tropical, de cuyos frutos había una demanda creciente en los mercados europeos. Por esto mismo, era atractiva para los holandeses, británicos y franceses. Más todavía, porque los españoles y portugueses, que ya poseían bases en todas partes de América del Sur, América Central y sectores de Norteamérica, no habían llegado todavía a esa región.
 
La población nativa indígena era escasa y, al menos según los informes de los capitanes de navíos que estuvieron en contacto con ellos, dotados de una naturaleza mansa y pacífica.
 
La Wild Coast era de especial interés para Zelanda, uno de los componentes más activos de las Provincias Unidas de los Países Bajos (Holanda) en la colonización de las Américas. Las avanzadas holandeses en las islas del Caribe, en aquel tiempo se dedicaban mayormente a comerciar, la actividad de corso y la navegación, pero las iniciativas adoptadas para la Wild Coast tenían como propósito la colonización.
 
A comienzos del siglo XVII, las avanzadas holandesas con factorías destinadas a desarrollar agroindustrias y procesado de alimentos, comenzaron a cultivar a todo lo largo de la Wild Coast. Estas factorías tenían el objetivo de desarrollarse a sí mismas para ser colonias más permanentes. Estamos hablando de Orange y Nassau en la desembocadura del río Amazonas, Fuerte Kijkoveral junto al río Essequibo, y los puestos del Berbice y de los ríos Demerara, Pomeroon y Moruca en lo que después fue la Guyana Británica y hoy es la República de Guyana. Otros puntos de avanzada holandeses estuvieron junto a los ríos Marowyne, Surinam, Commayne y Corentyn, en el territorio que fue conocido como Guayana Holandesa y actualmente es la República de Suriname; y en Cayena, que hoy es la Guayana Francesa.
 
Los gobernadores españoles de las islas de Trinidad y Margarita, al borde de la Wild Coast, y en la tierra firme venezolana, alertaron muchas veces a su gobierno acerca de las actividades holandesas, y tuvieron lugar muchas expediciones militares españolas para destruir a las surgientes colonias de los Países Bajos, en algunas ocasiones con éxito.
 
En 1621 la Compañía Holandesa de las Indias Occidentales fue creada para preservar y promover los intereses holandeses en el continente americano. Uno de sus objetivos era “suprimir los recursos que extrae de sus posesiones americanas Felipe IV, rey de España y Portugal”.1 En cierta forma, esta Compañía de las Indias Occidentales fue un instrumento bélico contra España y este objetivo dictó muchas decisiones de la compañía al enviar la misma colonos al Nuevo Mundo.
 
Una de estas decisiones fue la inclusión de Tobago en el esfuerzo para colonizar la Wild Coast. Tobago, pequeña isla cercana a la costa de las Guayanas (la Wild Coast), podría servir así de puesto marítimo y base para la defensa contra los españoles. Tobago estaba mejor ubicada que la isla holandesa de Curazao, puesto que los buques procedentes de la Recife holandesa en Brasil, o de los Países Bajos, podían echar allí el ancla sin ser observados por los españoles. Además, la Compañía de las Indias Orientales destinó a Tobago para ser también una colonia agrícola para el cultivo y refinado de azúcar y cacao, y para la producción de aguardiente.
 
En su política primigenia la Compañía de las Indias Occidentales había considerado la posibilidad de que hubieran judíos entre los colonos y gradualmente permitió el ejercicio de la religión judía aunque la Iglesia Reformada Holandesa fue la única permitida en las colonias al principio. Ante la presencia creciente de judíos en las colonias, los sacerdotes no practicaron misionerísmo y evitaron ostentar sus vestiduras sacerdotales en público.2
 
Resulta interesante que el Código de Trabajo de la Compañía de las Indias Occidentales estatuyó que “los negros y esclavos deben ser bien tratados y hay que darles asueto en los momentos apropiados cuando es hora de acudir a la iglesia… y no ser cargados con trabajo en las festividades”.3 Esta disposición nunca fue puesta en vigor, salvo por parte de los judíos, quienes no permitieron a sus esclavos trabajar en Shabat.4 Los plantadores cristianos mostraron un resentimiento franco cuando los judíos de la Wild Coast liberaban a sus esclavos después de 49 años de servidumbre, obedeciendo la ley judía del Año Jubilar.5
 
La ola real de inmigración judía a la Wild Coast comenzó tras la caída —a manos de los invasores portugueses— de las dos colonias holandesas ubicadas en Pernambuco, Brasil: Recife y Olinda (denominada “Mauricia” por los holandeses). La historia de la colonización del Brasil holandés es breve (1630-1654). Sin embargo, el éxito que obtuvieron allá los colonos judíos en cultivar caña de azúcar y refinarla, su eficiencia en la navegación y el comercio y su valiente defensa ante los ataques portugueses, hicieron de ellos un elemento humano muy atractivo para la colonización de la Wild Coast. Se hicieron esfuerzos especiales para atraer judíos a las nuevas colonias holandesas, mediante cartas-patente y decretos que les otorgaron a los judíos derechos, privilegios y protección.
 
En el parágrafo 7 de una franquicia otorgada por la Compañía Holandesa de las Indias Occidentales (en Amsterdam) a David Cohén Nassy y asociados, por una colonia judía en Cayena, fechada el 12 de setiembre de 1659,6 se encuentra que “les será permitido a los judíos tener libertad de conciencia con culto público y una sinagoga y escuela, de la misma manera como es permitido en la ciudad de Amsterdam, en acordancia con las doctrinas de sus mayores, sin impedimento tanto en el distrito de esta Colonia como en otros lugares de nuestros Dominios, y ellos disfrutarán de todas las libertades y exenciones de nuestros demás colonos…”.
 
Para no quedar superados y también con el propósito de atraer judíos, los británicos, quienes por esa época ocuparon Surinam, donde ya había población judía en la denominada “sabana judía”, emitieron una franquicia de privilegios a los judíos de Surinam el 17 de agosto de 1665,7 declarando que “toda persona de la nación hebrea… poseerá y disfrutará todos los privilegios y libertades… y será considerado inglés nativo… no sufrirá ninguna molestia en la observancia de su Shabat… y para tener un tribunal propio”.
 
En 1658 y 1659, judíos que habían escapado del Brasil se unieron con judíos procedentes de Holanda, de Saleh en Marruecos y probablemente de Hamburgo y comenzaron a asentarse junto a los ríos Pomeroon y Moluca. El mayor británico Scott, quien redactó en 1669 una relación acerca de las posesiones holandesas en Essequibo y Pomeroon, dejó asentado que “una gran colonia de holandeses y judíos expulsados del Brasil por los portugueses se afincaron aquí y, siendo cultivadores experimentados, pronto surgió una colonia floreciente”.8 El asentamiento de Pomeroon, donde residieron la mayoría de los judíos, fue denominado “Nueva Middelburgh”. Esta colonia fue descripta como “la más floreciente de las que los holandeses jamás tuvieron en América”.9 Lamentablemente, fuerzas armadas británicas provenientes de Barbados destruyeron la colonia en enero de 1666. Se supone que los judíos de Pomeroon huyeron a la “Sabana Judía” en Surinam.
 
Un destino similar le cupo al floreciente asentamiento judío de Cayena. Allí, una vez más, los judíos provenientes del Brasil se superaron a sí mismos en la producción de caña de azúcar e índigo. En 1664 los franceses capturaron Cayena y la rendición de los holandeses estuvo condicionada a que se iban a preservar los derechos de los judíos. Los franceses no cumplieron tal promesa, la colonia fue saqueada y parte de los judíos de Cayena huyeron a la “Sabana Judía” en Surinam. Se dice que otra parte de los mismos fueron llevados por los franceses a La Rochelle —en Francia— desde donde ellos se trasladaron a los Países Bajos.
 
 
Esto no le sucedió a la colonia judía en Tobago. En julio de 1654 judíos refugiados procedentes del Brasil peticionaron a los Estados Generales de los Países Bajos permiso para erigir un asentamiento propio en Tobago. Curiosamente, esta petición no tuvo respuesta.10 La explicación dada fue que los hermanos Lampsins, de Zelanda, estaban presionando la obtención de derechos en la isla en aras de sus propios intereses comerciales.
 
La isla de Tobago estaba habitada por tribus indígenas: los arawak y los caribes. En el siglo XVI fue visitada por marineros y mercaderes, pero sus residentes no nativos con mayor grado de asentamiento fueron piratas y bucaneros que vinieron a ella para ocultarse y para refaccionar sus navíos.
 
En el siglo XVIII, sorprendentemente, el primer país europeo interesado en Tobago fue el ducado de Curlandia, consistente en dos provincias occidentales de Letonia, entre el mar Báltico y el golfo de Riga. Luteranos muy religiosos y poseedores de una escuadra, su duque, Jekabs (Jacobo) se interesó sobremanera en posesiones de ultramar. Eran fuertes sus contactos con los protestantes holandeses y él estaba relacionado por matrimonio con accionistas de la Compañía Holandesa de las Indias Occidentales. Es por esto que vino a interesarse por Tobago, lo cual coincidió con el interés por Tobago que también se le despertó a la Compañía, que estaba colonizando la Wild Coast y necesitaba una base allí.
 
Intentos efectuados por los zelandeses holandeses en 1634 y 1637 y por los letones en 1639 y 1642 acabaron en desastre. Los ataques lanzados por los españoles desde Trinidad o por la aguerrida tribu de los indios caribes, lograron la destrucción de los asentamientos.
 
La primera colonia exitosa de Tobago fue fundada en 1652 por 80 familias curlandesas letonas en lo que sigue siendo conocido hasta hoy día como la “Gran Bahía de Curlandia”. La colonia fue denominada “Jekabspills” y se le dio a la isla entera el nuevo nombre de “Nueva Curlandia”. Se permitió que extranjeros se asentaran en Tobago siempre que aceptaran voluntariamente la autoridad del duque de Curlandia. En consecuencia, llegaron algunas familias holandesas, alemanas, francesas e inglesas.
 
Paralelamente, la influyente familia zelandesa Lampsins, con intereses financieros en la Compañía Holandesa de las Indias Occidentales, también estaba interesada en la isla. Adrián Lampsins, “poseyendo grandes cualidades era, además, considerado un taimado embaucador”.11 En el año 1654 desembarcaron 50 zelandeses que se establecieron en el lado opuesto de la isla y denominaron a la misma “Nueva Walchern”.
 
Muy curiosamente, ambas colonias ignoraron cada una la existencia de la otra durante un tiempo. Entre ambos asentamientos había indios caribes que acosaban a los colonos y gradualmente fueron agotando sus recursos, pese al arribo de nuevos pobladores, de tiempo en tiempo, procedentes de Letonia y los Países Bajos.
 
Según un informe de 165812 en Tobago no había más de 40 letones capaces de portar armas, comparado con 500 zelandeses además de franceses que se establecieron aceptando el gobierno holandés. En 1659 los letones se rindieron a los holandeses.
 
En 1660 la familia Lampsins principió a colaborar con el rey de Francia, Luis XIV; y Cornélius Lampsins fue elevado al título de barón de Tobago otorgado por los franceses. Los cultivadores franceses fundaron una colonia denominada “Le Quartier des Trois Rivières”, cercana a la hoy conocida como “Little Courland Bay”.
 
Bajo esas extrañas circunstancias en que holandeses, franceses y letones guerreaban por el control de Tobago mientras los indios caribes continuaban con sus incursiones, un representante de los judíos de Livorno, Italia, Paulo Jacomo Pinto, inició negociaciones en Amsterdam para el transporte de judíos de Livorno a las nuevas colonias en 1658 y en 1659 con un segundo contingente, comprendiendo 120 almas. También fue acordado que el grupo de Livorno pasaría primero por Zelanda. Esto es lo que sabemos de los documentos del Reijkkarchief de La Haya sobre las Indias Occidentales, en las actas correspondientes al 24 de febrero de 1659. Este grupo fue desembarcado en Tobago y abandonado allá para ser “reducido a la pobreza y el infortunio”.13 No obstante eso, un grupo adicional de 152 judíos de Livorno zarparon a bordo del “Monte del Cisne” el 20 de julio de 1660. El destino debía haber sido Cayena, pero también ellos arribaron a Tobago.14 Entre los pasajeros estaba el famoso poeta judeoespañol Daniel Le vi de Barrios, cuya esposa Débora murió en Tobago. De estos dos, o quizás tres, viajes podemos percatarnos de que los judíos de Livorno se dirigían a Pomeroon y a Cayena y por alguna causa, o en virtud de una política predeterminada, fueron dejados en Tobago.
 
De las actas de la Compañía de las Indias Occidentales sabemos que en enero de 1661 Paulo Jacomo Pinto actuó en representación de los que quedaban en Tobago, “colonos que, por accidente, fueron desviados a la isla de Tobago y reducidos a la pobreza casi absoluta”. En julio de 1661 “se presentó Abraham Israel Orta solicitando restitución del pago que había efectuado… porque fue desviado a Tobago en vez de llegar a Pomeroon”.
 
Debería notarse que los parnasim (dirigentes) judíos de Amsterdam adoptaron en agosto de 1661 una resolución prohibiendo a sus jazanim (cantores litúrgicos) “de hacer «mishebéraj» (bendición al anunciarse una donación) ni aceptar ofrendas para otras instituciones que no sean las seis reconocidas oficialmente… teniendo en cuenta las grandes y urgentes necesidades que existen actualmente… por causa de las desdichas que nuestros hermanos han soportado en… Tobago y otras islas a las que viajaron, habiendo retornado en extrema pobreza y requerido asistencia”.15
 
Muchos de los judíos de Livorno que se habían embarcado a esa peligrosa travesía, eran originarios de Orán, en Argelia, que en ese tiempo estaba bajo dominio español. Los “marranos” de España preferían ir a Orán y Mers-el-Kebir, donde por un lapso podían vivir en relativa seguridad. Ante el incremento de la persecución por parte de la Inquisición española, muchos escaparon a Livorno, donde retornaron al judaísmo.16 En Livorno formaron parte del segmento pobre de la comunidad judía y ansiaban, por consiguiente, una vida mejor, siendo atraídos por la promesa de un Nuevo Mundo. Gestores holandeses les fueron enviados especialmente para atraer a esa gente a las nuevas colonias. También cabe la sospecha de que Paulo Jacomo Pinto tenía un interés pecuniario en enviar esas personas a aquel destino.
 
Los investigadores no se ponen de acuerdo sobre si Tobago servía solamente de punto de tránsito o si había judíos que querían asentarse definitivamente en la isla.
 
Los letones curlandeses retornaron a Tobago y permanecieron allá por lo menos hasta 1693. En 1678 el asentamiento holandés fue aniquilado por las fuerzas francesas.
 
Algunos de los judíos de Tobago retornaron a Amsterdam, como fue el caso del poeta Daniel Levi de Barrios, y también el de Abraham Israel Orta, antes mencionado. Algunos de los que estaban destinados a Cayena sólo llegaron allá para ser expulsados en 1664.
 
Sin embargo, algunos se quedaron. Entre los solicitantes de dote a la “Santa Companhia para dotar donzelas” de Amsterdam, una organización judía que otorgaba dotes a novias pobres, figura una Sara, hija de David Peres de Tobago. La familia Fernandes Tobago añadió “Tobago” a su apellido.17
 
En un cartel colocado ante el Monumento Letón erigido en 1978 en Courlander Point, la Oficina de Turismo de Tobago anuncia, en base a la investigación histórica, que “bajo el gobierno benevolente (con interrupciones de 1639 a 1693) de los duques de Curlandia en Letonia, letones, holandeses británicos, franceses, judíos, caribes y gambianos formaron un asentamiento internacional de hombres libres ” (Gambia era en ese entonces una colonia letona en el África).
 
Judith, hermana de Daniel Levy de Barrios, tuvo dos hijos, uno de los cuales murió en Tobago en 1680,18 mientras el otro falleció en aquel mismo año en la Martinica. Estos dos casos prueban que los judíos habitaron en Tobago incluso después que se fueron los holandeses y quedaron bajo el gobierno letón.
 
En mi último viaje a Tobago, yo busqué alguna evidencia física de la presencia judía, pero no obtuve nada. Las únicas sepulturas judías eran la del Sr. Baber Isaacs y de su esposa, inhumados en el camposanto del Hospital de Scarborough (capital de Tobago). Los vecinos me contaron que el cadáver de su padre había sido llevado a Barbados para ser sepultado puesto que en Tobago no había cementerio judío.
En la tumba de Barbados la inscripción dice: Consagrado / a la memoria de / ISAAC BABER ISAACS / quien falleció / en la Isla de Tobago / el 20 de tamuz 5624 / 24 de julio de 1864 / y fue enterrado aquí el 29 del ídem / a la edad de 38 años.19 Las tumbas en Tobago son de Rudolph Sydney Baber Isaacs, nacido en 1847, muerto en 1885, y de Abigail Evena Baber Isaacs, nacida en 1865 fallecida en 1885.20
 
* * *
 
La historia judía de Tobago es única, comparada con los otros asentamientos judíos en el Caribe y las Guayanas. Es el único lugar donde no hubo una real intención de desarrollar vida judía, ni de iniciar una colonización dotada de una sólida base económica que fuese apta para una instalación con perspectivas de permanencia. Algunos de esos judíos retornaron a Amsterdam, otros se marcharon a Cayena —su destino original— y unos pocos llegaron a la Martinica cuando los judíos todavía podían residir allí, antes de que los franceses, con su infame “Código Negro”, los expulsaron.
 
Usualmente, los judíos defendieron fervientemente sus recién adquiridas tierras y libertad. Los judíos de Recife combatieron valientemente contra los invasores portugueses. Pomeroon fue abandonada tras su destrucción total a manos de los británicos. Los judíos de Cayena fueron expulsados por la fuerza por los franceses, y la Guardia Nacional Judía defendió la “Sabana Judía” de Surinam con tal denuedo contra los franceses, que su coraje fue elogiado en las crónicas francesas. Los judíos de Tobago no demostraron tamaño cariño por su nueva tierra, o quizás no tuvieron oportunidad de hacerlo.
 
Yo he arribado a la conclusión de que las causas del fracaso de la colonización judía en Tobago fueron:
1) Una gran parte de los colonos de Livorno eran “marranos” de la Argelia española. Ellos vinieras a los enclaves holandeses sin conocimiento del idioma, ni experiencia en agricultura, industria ni navegación. Carecían de la experiencia y habilidad de los judíos refugiados de Recife que lograron transformar las junglas de Essequibo, Pomeroon y Cayena en colonias florecientes.
2) Después de haber vivido como “marranos” por más de 200 años y tras una estadía relativamente breve en Livorno —donde retornaron al judaísmo— se encontraron viajando rumbo a Tobago careciendo del sentimiento de comunidad, ni teniendo conocimiento de la vida judía, sus tradiciones y religión.
3) La familia Lampsins, barones de Tobago, gobernaba desde Amsterdam. Su único interés era hacer dinero. Ellos no se preocuparon del bienestar de los colonos.
4) Las negociaciones con los judíos de Livorno se hicieron mediante intermediarios a los que se pagaba por cada colono que podían reclutar. No consideraban en absoluto el bienestar de los colonos como prioridad. Paulo Giacomo Pinto fue, al parecer, el único responsable en rumbear a los judíos de Livorno hacia las colonias holandesas. Su desempeño parece dudoso. Sabemos de él que luego fue uno de los judíos ricos de Holanda, en tanto que sus clientes fueron reducidos a la hambruna.
5) Los colonos judíos generalmente tuvieron líderes fuertes que los guiaron. Tal fue el rol de David Cohén Nassi en Cayena y después en Surinam, Isaac da Costa en la colonización de Curazao, Rafael de Mercado en Barbados, y otros. Los judíos de Tobago no tuvieron ningún liderazgo que conozcamos, capaz de actuar y motivarlos para defender sus intereses.
6) La oportunidad del arribo de los judíos a Tobago fue la peor posible: 1658-1660 fueron años de guerra entre los colonos holandeses y curlandeses y el creciente asentamiento de franceses con la bendición de los Lampsins. Al mismo tiempo los indios caribes y arawak continuaban con sus incursiones. Bien pudo haber sido que los judíos no tuvieron dónde asentarse.
 
En la necrópolis de la “Sabana Judía”, en Suriname, hay tumbas de judíos nacidos en Livorno. La única que yo he visto es la de Abraham Mendes Vais.
 
Los descendientes de la familia Morpurgo en Suriname, a los que yo entrevisté, afirman que proceden de Padua, Italia, se embarcaron en Livorno y vía Tobago y Cayena llegaron a Suriname.
 
Durante mi último viaje a Tobago, en setiembre de 1992, mientras escudriñaba vestigios de la presencia judía en la isla, me pareció inconcebible su ausencia al observar un país tan floreciente, bendecido con un clima moderado, puertos naturales, antiguas plantaciones que siguen produciendo; y entonces comprendí en toda su tragedia lo triste del fracaso de la colonización judía allí, especialmente si se tiene en cuenta que en las vecinas Guayanas, con su densa jungla y clima agobiante, los judíos fueron tremendamente exitosos.
 
(Traducción del inglés: Pedro J. Olschantky)


Notas

 
1 Goslinga, The Dutch in the Caribbean and on the Wild Coast, pág. 89
2 Goslinga, The Dutch in the Caribbean, pig. 338.
3 Hamelberg, Nederlanders 1, Doc., pág. 107.
4 Hamelberg, Nederlanders 1, Doc., págs. 100-102.
5 Arbell, investigación personal entre descendientes de las familias Arrías y Cotinho.
6 Historical Essay on the Colony of Surinam, pág. 183.
7 Historical Essay on the Colony of Surinam, pág. 188.
8 Oppenheim, “An Early Jewish Colony in Western Guiana”, pág. 128.
9 Oppenheim, “An Early Jewish Colony”, pág. 137.
10 Goslings, The Dutch in the Caribbean, pág. 338.
11 Anderson, The First Colonization of Tobago, paper 7, pág. 5.
12 Anderson, The First Colonization of Tobago, paper 7, pág. 7.
13 Oppenheim, “An Early Jewish Colony in Western Guiana”, Supplement Data, págs. 57, 67.
14 Schollberg, La poesía religiosa de Miguel de Barrios, pág. 10: “El 20 de Julio de 1660, que fue el ayuno del 9 de Av, Miguel y su esposa se embarcaron en Liorna en la nava ”Monte del Cisne“ con 152 correligionarios. Pensaban probar fortuna en el Nuevo Mundo. Apenas llegaron a Tobago, colonia holandesa en aquel entonces, se le murió la esposa. En esta isla recibió sepultura”.
15 Emmanuel, “Fortunes and Misfortunes of the Jews in Brazil”, pág 23.
16 Fey, Historie d’Oran, pág. 211.
17 Cardoso de Betancourt, “Notes on the Spanish and Portuguese Jews”, pág. 37.
18 Peterse, Daniel Levi de Barrios, pág. 16.
19 Shilstone, Jewish Monumental Inscriptions in Barbados – grave 110, pág. 58.
20 Copiado por M. Arbell.


Bibliografia selecta
 
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