Coloquio

Edición Nº2 - Diciembre 2010

Ed. Nº2: Actuar ya

Por Bernardo Kliksberg

Nuevamente recrudecen los ataques sobre la realidad del calentamiento global, y el cambio climático. Van acompañados del mensaje de que no hay responsabilidad del ser humano. Muy tranquilizador sino fuera porque no es cierto. La evidencia científica disponible va abrumadoramente en dirección opuesta. La situación se agrava, y si se cede a estos mensaje, se llegará al temido punto de no retorno posible anticipado por el panel de 2400 científicos de un centenar de países de la ONU, que ganó el Premio Nobel de la Paz.

El Centro Nacional de Investigación Atmosférica de los Estados Unidos termina de anunciar resultados muy inquietantes producto de sus investigaciones. Dice en que los próximos 30 años, la suba de las temperaturas que evidentemente se está produciendo (Moscú, con una ola de calor en el 2010 que causó muchísimas víctimas, es un ejemplo casi patético de los cambios), aumentarán las sequías en USA y el mundo en niveles nunca vistos anteriormente. Ya el Centro había comprobado en el 2004, que el porcentaje de tierras del planeta que están enfrentando sequías graves se había duplicado desde 1970, a inicios del 2000.

 

El nuevo estudio muestra que dos terceras partes del Oeste americano serán significativamente más áridas, en el 2030 y que extensas partes de ese país, pueden tener un riesgo en aumento, de sequías extremas. El director del estudio Aiguo Dai, advierte: “si las proyecciones de este estudio llegan a estar aun cercanas a darse, las consecuencias para el mundo pueden ser enormes”.

 

Su llamado de alarma fue precedido por otro similar de la Academia Nacional de Ciencias de USA. En mayo del 2010, informó al Congreso que: “el país debe actuar ya para reducir las emisiones de gases contaminantes, y desarrollar una estrategia nacional para encarar los impactos inevitables del cambio climático”. Y señaló que el calentamiento global es “causado principalmente por actividades humanas, y está poniendo, en riesgo, y en muchos casos ya afectando un amplio rango de sistemas humanos y naturales”.

 

Algunas soluciones están a la vista como junto a tratar de reducir que se siga envenenando la atmósfera, desarrollar a fondo energías limpias.

 

El mensaje negacionista está encerrando el tema en un problema ideológico. Está distante de serlo. La naturaleza es muy concreta. Como lo mostró el desastre causado por BP en el Golfo. Es posible alterarla sustancialmente, en perjuicio colectivo, con decisiones gerenciales erróneas, movidas por cálculos estrechos. Entre otros efectos, 11 trabajadores murieron, en la explosión, hubo daños cuantiosos a la vida marina, miles de pescadores, quedaron sin trabajo, los perjuicios ecológicos son invaluables.

 

El cambio climático está en plena marcha, y la humanidad debería estar centrada en encararlo. Sin embargo, ya Al Gore había advertido en su premiado documental que habría que enfrentar los vastos intereses que quieren evitar que se frenen sus prácticas creadoras de calentamiento global y depredación.

 

Ya el texto bíblico prescribía una detallada legislación para proteger el medio ambiente que comenzaba con el cuidado sistemático de los árboles, y las civilizaciones indígenas de nuestro continente desarrollaron prácticas ejemplares para preservar la madre tierra.

 

Es hora de hacer honor a ese legado. Lo que está en juego, una cuestión básica de ética intergeneracional. ¿Qué mundo recibimos, y qué mundo transmitiremos a la próxima generación?