Coloquio

Edición Nº4-5 - Agosto 1980

Ed. N°4-5: Un hecho social visto por un psicoanalista

Por  Isidoro Berenstein Z’L

Manifestaciones alejadas del holocausto*

1. El hecho

Una de mis notas dice: «El holocausto impregna casi todos los aspectos de la vida en Israel: lo cotidiano y lo excepcional, lo familiar y lo personal, lo social y lo histórico, lo político y lo literario». Lo médico y lo científico no podía escapar a la significación derivada de ese acontecimiento doloroso e irracional, como vi en casi todos los historiales de pacientes a mi cargo.

Tomaré en consideración un acontecimiento social con amplia difusión, en su momento, en los medios masivos, como los diarios y la televisión. En lo aparente fue un episodio personal y aislado. La repercusión pública surgida hablaba de fuertes meca­nismos de identificación con el personaje. Frecuente­mente una persona se convierte en un personaje cuando ayudado por la realidad concreta, opera una modificación de la misma coincidente con impulsos, fantasías inconscientes, levantamiento de prohibicio­nes que el común de los mortales tiene en estado reprimido o desmentido. Una vez hecho público pueden surgir poderosos elementos emocionales pro­vocando encendidas y enconadas discusiones a favor o en contra.

Toda identificación se basa en rasgos comunes. Para la comunidad judía el Holocausto es un rasgo común. Casi todos hemos perdido algún familiar. Algunos han perdido casi todos. Perduran integrantes del grupo directamente atacados, sus hijos y actualmente sus nietos, la segunda y tercera generación.

Este artículo contiene el análisis de un personaje y no de una persona. No la conocí directamente, me faltan sus datos biográficos. Para el personaje en cambio, he recurrido a datos de otras fuentes, y al resultado de discusiones con colegas médicos y psi­cólogos.

El psicoanálisis como teoría es un instrumento único. Me he valido de algunas de sus formulaciones para hacer inferencias válidas. Un análisis del tipo emprendido aquí es de utilidad para profundizar sobre las consecuencias psíquicas de la agresión, considerando el Holocausto como un trauma social masivo provocado por el hombre, también para en­tender algunos mecanismos de la transmisión de la irracionalidad.

El hecho ocurrió en mayo de 1979 en la ciudad de Naharía, en el norte de Israel. Eran frecuentes las incursiones de terroristas árabes provenientes del sur del Líbano. Ese día, mejor dicho, esa noche, lograron desembarcar tres de ellos. Amparados por la oscuri­dad entraron a la ciudad y quisieron tomar una casa de departamentos. Sus integrantes, posiblemente aler­tados por los desusados ruidos nocturnos respon­dieron a tiros, por lo cual los terroristas se alejaron. Trataron de entrar a otra casa de donde luego se alejaron para intentar hacerlo a» una tercera casa de departamentos. En uno de éstos vivía la familia Harán, compuesta por Dany, casado con Smadar, pareja joven, alrededor de veintiocho años, y dos hijas, la mayor, cuyo nombre no recuerdo, de cinco años e Yael, la menor, de dos años y medio. Una vecina entró al departamento para advertirles del peligro y la proximidad de los atacantes. No pudo volver porque ya subían por las escaleras. Decidieron esconderse en una bohardilla, pero como la pequeña lloraba, al parecer Smadar pidió al marido que buscara el chupete. Dany y la hija mayor así lo hicieron y Smadar, la hija menor y la vecina lograron esconderse. Mientras esperaban al marido y a la hija mayor oyeron la entrada de los terroristas a la vivienda. Se los llevaron a ambos y luego se escucharon disparos. Los habían matado.

Smadar posteriormente contó lo ocurrido en la bohardilla. Yael asustada por la oscuridad preguntó donde estaban. La madre respondió para tranquili­zarla: «Estamos viajando en un tren». Respuesta extraña y espontánea, por lo tanto producto cercano a lo inconsciente. Yael lloraba y constituía un serio peligro porque podía denunciar la presencia de las tres personas. La madre trató de callarla tapándole la boca, hasta que dejó de llorar primero y de respirai después. Había matado a su hija para poder sobrevivir

2. Destino y significación.

El ser humano recurre a la noción de destino para explicarse lo inexorable, lo que no puede cambiar, lo repetitivo, la falta de opciones. Optar equivale a elegir por lo menos entre dos posibilidades de acuerdo al significado otorgado a cada uno de ellas. La elección de una opción y la no elección de otra configura el acto de dar significado. Destino es la oposición semántica de significación y desde ésta se define y ubica aquel. Destino equivale a asignificación y falta de opciones. Significación implica elección entre dos opciones diferentes sobre lo que tienen de semejante. El destino es una marca semántica próxima a la compulsión de la repetición, la huida de la significa­ción, la desagregación de las cualidades, la desestruc­turación o en términos psicoanalíticos de mayor nivel, de especulación, la fusión instintiva a predominio del instinto de muerte. Opuesto a la compulsión repetitiva se establece el principio de placer y la entrada en la significación, el establecimiento de opciones, primero próximas al deseo, luego mediatizada por el principio de realidad, la agregación de cualidades, la fusión instintiva al predominio del instinto de vida.

Los relatos basados en la noción del destino como inexorable, por lo general se desenvuelven en la mera descripción, aparentemente no explicativa. Reservan la ilusión de que los hechos hablan por sí solos. La realidad es incognoscible en sí misma, solo es posible conocer distintas aproximaciones a la misma mediante los instrumentos interpretativos, los cuales abren sucesivas significaciones. Cada interpretación plantea opciones diferentes. Toda descripción interpreta los hechos y permite la apertura y el acceso de nuevos niveles de realidad. La interpretación depende del interpretador, siempre incluido en el mundo de los fenómenos, quien dispone de una mayor gama de opciones y que a su vez abre otras nuevas.

El destino se describe ligado a lo biológico por una parte y por la otra a los grandes, acontecimientos sociales. Como si la significación del ser humano ligado a su propia historia se moviera entre esos dos más allá: la biología y la cultura.

La noción de significado y de opciones se relaciona íntimamente con la de historia. Nada hay fuera de la historia, a pesar de ser ésta escrita después de ocurridos los hechos, cuando desde el momento actual es posible interpretar y reordenar los hechos pasados de acuerdo a su significación. La historia, mejor dicho los hechos históricos no se repiten, se establece entre ellos una relación de transformación: Contienen un invariante constituido por el sistema de relaciones devenido inconscientemente, solo sujeto a reconstrucción a partir de signos perceptibles en la superficie de los hechos. Lo mencionado es una estructura cuya materialidad se conforma según acon­tecimientos pasados o hechos actuales. El invariante es suceptible de experimentar mutaciones dentro del sistema de relaciones. Hay transformaciones de la historia, tanto de la historia individual como de la h