El Gran Triunfo de Netanyahu
Por Marcos Peckel, Director Ejecutivo de la Confederación de Comunidades Judías de Colombia
Fallaron las encuestas, fallaron los resultados a “boca de urna” y como ya había sucedido en Israel en el pasado, sus habitantes se acostaron con la incertidumbre de quien gobernaría el país y amanecieron con Netanyahu triunfante y afianzado por tercera vez consecutiva en el cargo de primer ministro.
Los últimos días de la contienda electoral en los que no se permitía publicar encuestas, fueron los que le permitieron a Netanyahu, tras una agresiva campaña y una radicalización del discurso, obtener los votos que finalmente lo llevaron a la victoria, votos que por el temor de una llegada de la “izquierda” al poder, le arrebató a los partidos de extrema derecha como “Bait Hayehudi” –El Hogar Judío- y partidos religiosos. La consigna era ganar más escaños en el parlamento que la oposición laborista del nuevo partido “Campo Sionista” así la ganancia fuera a costa de los partidos de derecha, aliados naturales del Likud. La estrategia funcionó y Netanyahu aseguró así su permanencia en el poder.
Ahora comienza una faena no menos difícil como es armar una coalición de gobierno que consiga por lo menos 61 escaños, los requeridos para obtener la mayoría, lo que implica alinear diversas ideologías, programas de gobiernos y apetitos burocráticos. Una labor de fina orfebrería política con innumerables obstáculos y dificultades.
Hay diversas opciones de coalición y será Netanyahu quien decida su composición de manera que asegure gobernabilidad, estabilidad y libertad de maniobra.
El Likud junto con los partidos religiosos y de derecha suman 57 escaños. Le faltaría agregar un partido más entre los centristas “Kulanu” del exministro Kahalon o “ Yesh Atid” de Yair Lapid o ambos. La primera opción parece ser Moshe Kahalon, héroe de la sufrida clase media israelí tras haber abierto la competencia en el mercado de los celulares en Israel. Está por verse que exige Kahalon a cambio de hacer parte del gobierno. La opción de que Yair Lapid se una a la coalición de gobierno, aunque no es descartable, enfrenta una férrea oposición de los partidos religiosos a los cuales excluyó del último gobierno.
Otra opción de coalición sería con los partidos de derecha y de centro sin los religiosos, es decir el Likud, con Lapid, Kahalon, Benet y Liberman con lo que habría una colación de 63 miembros.
Y por último la tercera opción algo devaluada es la de un gobierno de unidad nacional encabezado por Netayahu, que incluiría el Campo Sionista y a otros partidos, aunque a la luz de los resultados y las primeras declaraciones es una opción remota.
Caso aparte merece el resultado obtenido por el partido árabe unido que logró la tercera mayor votación, alcanzando 14 escaños en la Knesset. Una unión de partidos con ideologías contradictorias – islamista, comunista y nacionalista árabe-, unidos por la necesidad de alcanzar el umbral. Habrá que ver su facción parlamentaria logra mantenerse unida y jugar un rol que favorezca a la amplia minoría árabe del país.
El nuevo gobierno encabezado por Bajamin Netanyahu, tendrá que enfrentar una vorágine regional que plantea tanto peligros como significativas oportunidades para Israel y el descontento de amplios sectores de la población por la gran inequidad y alto costo de vida en una economía con envidiables cifras macroeconómicas. Además una sociedad dividida entre el “sector nacional” de la derecha, opuesta a concesiones a los palestinos y que apoya los asentamientos en Judea y Samaria y el “Sector Democrático” que busca preservar el carácter judío y democrático del Estado a través del establecimiento de un Estado Palestino independiente al lado de Israel.
Netanyahu, con el renovado oxigeno que la da su victoria será el timonel de ese Israel en la turbulentas aguas del Medio Oriente.