Coloquio

Edición Nº3 - Enero 2011

Ed. Nº3: Ley de lealtad o racismo

Por Alberto Spektorowski

La población de Israel se ha visto conmocionada en los últimos meses por una serie de proyectos de ley que invitan a reflexionar sobre la posibilidad de que Israel se este volcando abiertamente al racismo. Estas iniciativas promovidas por senadores de la derecha conservadora de Israel, y por rabinos municipales, orillan los bordes de lo que una sociedad democrática liberal puede permitirse, y por esa razón la discusión ha superado ya los bordes soberanos de Israel y ha contribuido aún más al miedo o desconfianza que vienen teniendo diversas organización de derechos humanos con respecto a Israel. 

En la iniciativa de la ultima semana del mes de Noviembre de 2010 por ejemplo rabinos de diversas ciudades de Israel le piden a la población judía de Israel de no alquilar o vender casas a ciudadanos israelíes de origen árabe. Esta iniciativa se agrega a toda una serie de proyectos de ley que tienen un solo fin, discriminación de la población árabe israelí que demás esta decir son ciudadanos legales del Estado de Israel.

Hasta ahora, la mayor preocupación de las diversas organizaciones de derechos humanos y activistas y políticos en Israel se focalizaba en los territorios ocupados/liberados de Judea y Samaria en donde se estaba gestando un nuevo apartheid a raíz de las diferencias de derechos políticos que poseían los colonizadores judíos vis-a-vis los palestinos.
La población Palestina en Judea Samaria y Gaza ya con más de 4 décadas sin derechos políticos, sigue sufriendo la ocupación israelí que en los últimos tiempos se ha manifiestado en la construcción de caminos separados para judíos y palestinos. Para muchos israelíes esta clase de apartheid sobre la marcha representaba un manchón duro de borrar para el pueblo judío, y fundamentalmente una mancha que tiene poca defensa en el sistema de justicia internacional. Si bien el argumento del terrorismo y del combate al terror puede ser utilizado y comprendido, la pregunta que queda es cuanto tiempo más el estado de Israel seguirá ocupando y construyendo para judíos en Judea y Samaria sin asumir al mismo tiempo la responsabilidad ciudadana para con los palestinos.
 
Sin embargo mientras el caso de los palestinos en los territorios ocupados es un caso debatible en el marco de las leyes de seguridad, y dado al hecho que Israel aún no anexo formalmente los territorios, el caso que estamos tratando ahora compete a ciudadanos israelíes que tienen o deberían tener todos los derechos en el marco de la ley israelí.
Las nuevas leyes de lealtad a fin de obtener ciudadanía israelí deben ser incluidas en el marco de muchas iniciativas de ley que tienen como fin hacerles entender a ciudadanos israelíes de origen árabe que sus derechos ciudadanos son condicionados a su lealtad a la condición del estado de Israel como estado judío.
 
¿Que es la nueva propuesta de ley de lealtad?
 
La nueva propuesta de ley de lealtad es una propuesta que viene en la cabecera del partido nacionalista Israel Beitienu liderado por Avigdor Liberman el actual Ministro de Relaciones Exteriores de Israel. La propuesta básicamente esta destinada a nuevos inmigrantes no judíos que quieren adoptar la ciudadanía israelí. A ellos se les exige aceptar y jurar lealtad al carácter judío y democrático del estado de Israel. Es decir que los que según la propuesta de ley deben jurar lealtad son solamente los no judíos, dado a que los judíos que lleguen a Israel son automáticamente ciudadanos en base a la ley del retorno
 
Los entendidos comprenden claramente que la ley va destinada casi exclusivamente a árabes parientes de ciudadanos israelíes.
Muchos en Israel percibieron el carácter racista de la ley de ciudadanía. Entre ellos el propio Ministro de Justicia A. Neeman. Este último ha propuesto una enmienda a la ley a fin de que incluya a judíos también, y de esa forma se transformaría la ley en universal, es decir que su carácter inherentemente discriminatorio estaría mas oculto dentro de un marco de universalidad. De esta forma la ley de lealtad se podría presentar mas en línea con la serie de leyes de nacionalidad y lealtad democrática que existen en países europeos o que están en proceso de legislación en el marco de lo que se denomina como leyes de integración nacional.
 
De esta forma se podría exigir a un americano religioso ortodoxo que jure lealtad no solo al estado judío sino al Estado democrático de Israel.
 
Lo que destacamos en este articulo es que la reforma a la ley de lealtad propuesta por A. Neeman, no transforma la le ley en una ley liberal. La ley sigue siendo discriminatoria hacia la ciudadanía árabe. Aunque no sea esto de mucho consuelo sin embargo, la reforma propuesta por Neeman, incluiría a Israel dentro de una tendencia mas o menos similar que se esta dando en varios países europeos, denominada integración cívica nacional. Bajo ese titulo, países europeos también levantan barreras de exclusión cultural a ciudadanos musulmanes. Aunque la ley de lealtad en Israel al igual que las leyes de integración nacional en Europa van destinadas a inmigrantes, lo que es claro para todos, es que dirigen un mensaje muy claro a parte de sus ciudadanos. Este mensaje es sencillo, este país tiene una cultural nacional la cual debe ser aceptada si o si.
 
Sin embargo, lo interesante de lo que sucede en Israel es que mismo la reforma propuesta por Neeman aún no ha sido aceptada, y ello contribuye mas aun a poner en tela de juicio lo que la gran mayoría del mundo democrático evitó considerar, que es la viabilidad de Israel como estado democrático y judío al mismo tiempo.
Hoy en día la autodefinición de Israel se está cuestionando más que núnca. El sociólogo israelí Sami Samooha afirma que Israel es una democracia étnica y no una democracia liberal. Esta tesis muestra a Israel bajo una tensión teórica que aparentemente ya no resiste más, y ello dado a que la presión que ejerce la ciudadanía árabe demandando derechos ciudadanos en base de igualdad, se esta tornando difícil de sostener.
 
He aquí la clave del problema, que aunque tiene relación con el proceso de paz Palestino Israelí, en realidad es un problema de otra índole.
 
Los mas cabales representantes de esta nueva actitud de la ciudadanía árabe es el partido Balad. Este partido ha basado su capital político en una posición cada vez más extrema contra los árabes ciudadanos de Israel, especialmente contra su representación política. Este partido nacionalista árabe propone una redefinición democrática de la identidad ciudadana de Israel. Es decir en vez de la definición de Israel como un estado judío, Balad propone una definición de estado binacional. Balad es un partido árabe que representa al voto joven y orgulloso de la ciudadanía árabe israelí. Sus líderes son intelectuales en su mayoría y sus seguidores estudiantes universitarios bien versados en el discurso multicultural y liberal. Su meta política es desafiar constantemente las inconsistencias de la idea del estado judío democrático, creando de esta forma una situación de presión
 
Aunque no se puede determinar con precisión milimétrica, lo que si se puede afirmar es que la nueva actitud de esta nueva generación de árabes israelíes orgullosos y firmes en sus pretensiones nacionales, hizo volcar a una gran parte del electorado judío israelí al partido de Israel Beiteinu y a sus demandas de reafirmación o unificación del concepto de la ciudadanía israelí al concepto de judío
 
La propuesta del partido Israel Beiteinu, cuenta con muchos adeptos, se podría decir que cuenta con la aprobaron de la mayoría del país, y es muy probable que pase el voto en la Knesset. Esa posible mayoría de aprobación en la Knesset concuerda con los sondeos de opinión pública del Instituto Israelí para la Democracia que en su publicación anual «Auditing Israeli Democracy, 2010» nos muestra a las claras la actitud de la población judía hacia los árabes ciudadanos. El 86 % de los judíos en Israel creen que decisiones importantes para la vida del estado de Israel deben contar con la aprobación de la mayoría de los ciudadanos judíos, no de todos los ciudadanos. Un 62% considera que mientras siga el conflicto con los palestinos la opinión de los árabes en materia de seguridad y política exterior no debe tomarse en cuenta. Estos sondeos de opinión publica muestran a la clara que la democracia étnica, es decir el estado judío y democrático le pone mucho mas énfasis a la parte judía que democrática Esta posición tiene mucho que ver con la nueva actitud ciudadana desafiante de los partidos políticos árabes.
 
La pregunta es como llegamos a esta situación.
 
Precedentes
 
Cuando el rabino racista americano Meir Kahane fue elegido a la onceava Knesset, fue desafiado por un despliegue parlamentario amplio. Sin embargo a pesar del bloque anti Kahane, este ultimo cosechó en 1985 una gran victoria sin proponérselo y por razones contradictorias. En el esfuerzo por poner el partido fuera de la ley para las próximas elecciones, la legislatura exigió un arreglo en las Leyes Básicas de la Knesset. No se deben aceptar partidos políticos que se presenten en las elecciones si estos niegan el carácter judío y democrático de Israel. La nueva cláusula presentó un nuevo problema a una constitución no terminada. Por un lado la ley aparentaba presentar obstáculos a partidos como el de Kahane que se definían como anti- democráticos, pero al mismo tiempo la ley sin tener la intención, creó difíciles condiciones a partidos árabes israelíes que no podían aceptar al estado de Israel como estado judío. Ese precedente es el que legitima, bajo un marco «inclusive universal», determinado en el concepto «democrático y judío» lo que todo el mundo entiende que es la discriminación «legal» de los árabes.
 
Por muchos años los árabes fueron discriminados a través de un sistema de leyes y regulaciones que tocaban todos los aspectos de la vida: desde propiedad de tierras a derecho a alquiler de apartamentos. Visto desde esta perspectiva la propuesta de los Rabinos de Tzfat de no alquilar casa a los estudiantes árabes puede verse como una medida que no se diferencia de lo que ya es aceptado popularmente. Lo que si se podría decir es que son propuestas que tienden a radicalizar la discriminación, a poner a Israel más en tela de juicio frente al mundo. Estas leyes al igual que la otra tanda de leyes destinadas a cerrar municipalidades pequeñas a ciudadanos árabes que quieran asentarse o comprar propiedades en ellas, radicalizan aun más un conflicto teórico que es aparentemente irresoluble.
 
Más aún, y quizás en clara representación de la magnitud del conflicto teórico, es el hecho de que también la campaña anti discriminación tiene un carácter discriminatorio, y ello dado a que la discusión en contra de la discriminación se pretende llevar desde una perspectiva de ética judía y no universal.
 
En el caso de Kahane el juez de la Suprema Corte de Justicia Meir Shamgar trató de justificar su propuesta de excluir a Kahane del Parlamento en base al derecho judío. En el caso de las propuestas racistas de no alquilar casa a los árabes el rabino Yosef Shalom Elyashiv aduce que esta es una propuesta que contrasta con el judaísmo. En ambos casos la defensa de los ciudadanos árabes o la condena al racista Kahane se hace desde principios judíos lo que produce un debate que concierne solo a judíos y no a todos los ciudadanos.
 
En otras palabras, lo que está sucediendo es que el concepto de ciudadanía se esta relacionando cada vez más a la religión, siendo este un proceso que no solo lleva a Israel a conflictos con la minoría árabe sino que también puede poner en conflicto a judíos religiosos con judíos seculares. Estos últimos no quieren permitir más presencia religiosa en sus vidas públicas y privadas. La pregunta para estos seculares sin embargo es si su lucha por la democracia no esta perdida de antemano. En otras palabras, volvemos al sentido del estado judío, en que forma, o en que sentido la idea esta en conflicto con la democracia que impone inclusión universal, cuando el sentido del estado judío impone exclusión. Esa pregunta es determinante para el futuro del estado de Israel
 
¿Por que?
 
Para todo el mundo es claro que Israel incluyendo los territorios de Judea y Samaria es inviable. Jamás podrá ser un estado democrático. La pregunta sin embargo es aun más punzante. ¿Podrá sobrevivir el estado judío sin Judea y Samaria en el mundo liberal como un estado nacional judío?
Mucho afirman que eso esta en duda.
 
¿Nos estamos aislando del mundo democrático? ¿Podremos subsistir?
 
El filosofo Francés Americano Toni Judt había escrito ya hace muchos años en una editorial en el New York Times Review of Books, que Israel había llegado tarde al mundo de los nacionalismos. Precisamente en el momento que el mundo se está multi-culturalizando y liberalizando, Israel llega al nacionalismo étnico cuando éste se delegitima. La posición de Toni Judt se unía a las corrientes Intelectuales post sionistas e inclusive anti sionistas que no solo crecían en las universidades americanas sino que muy claramente se alimentaban en las universales israelíes. Las criticas no solo se referían a la forma en el que estado de Israel se había creado, sino que también eran criticas a su concepto de ciudadanía.
Hoy sin embargo se puede percibir un fenómeno que reconforta no solo a la derecha israelí que se ha abanderado del derecho judío a colonizar Judea y Samaria. Este fenómeno también reconforta a muchos judíos nacionalistas «no-colonizadores» que son la gran mayoría de la sociedad israelí. Para estos últimos, llegar a un acuerdo con los palestinos en base a dos estados para dos pueblos no implica que Israel no se adjudique el derecho a ser un estado judío. Tanto los israelíes defensores de la colonización en Judea y Samaria como los que la detractan tienen el mismo criterio con respecto al concepto de ciudadanía.
Es decir de ninguna forma estarían dispuestas a aceptar que el Israel no sea un estado judío. En otras palabras mismo la gran mayoría de los israelíes que desean la paz con los palestinos en base a dos estados para dos pueblos, desean esa solución porque consideran que el estado judío dejara de ser tal, si la colonización de Judea y Samaria prosigue. En otras palabras si es que queremos un estado etnonacional judío, Judea y Samaria debe ser entregado a un estado palestino.
 
¿Y que tiene eso que ver con Europa?
 
En contra de lo predicho por Toni Judt lo que esta sucediendo en la Europa liberal y multicultural es una ola creciente de afianzamiento de la derecha radical y un volcamiento de la poblaciones a posiciones anti-Islámicas muy claras. Hasta en Suecia la derecha anti-inmigrantes y anti-Islámica gana posiciones. También la derecha liberal parece volcarse a posiciones nacionalistas muy claras que parecen decirles a las minorías de inmigrantes que Europa es un continente de democracias nacionales, en donde las minorías se deben adaptar a la cultura de la mayoría.
Precisamente lo que Toni Judt pensaba que no podía darse en el mundo liberal moderno se esta dando a consecuencia del «nuevo discurso de ciudadanía» de las minorías musulmanas inmigrantes. Estos últimos al igual que los jóvenes ciudadanos árabes israelíes exigen una democracia más sustancial, más respetuosa de sus derechos como minorías. En otras palabras les exigen a los estados nacionales que cambien sustancialmente sus perspectivas de «identidad nacional y cultural»
 
Es cierto que en Israel la minoría árabe es una minoría nacional y no una minoría de inmigrantes. Sin embargo los nuevos jóvenes musulmanes de Europa son nacidos en Europa, son ciudadanos europeos y se sienten culturalmente apegados a Europa. Sin embargo como ya mencione, al igual que los ciudadanos árabes israelíes los ciudadanos musulmanes europeos son críticos del concepto de ciudadanía del lugar en el que viven. La critica se basa en conceptos liberales y democráticos, como la protección del derecho cultural de las minorías, el derecho a la libertad religiosa etc. Lo que encontramos en Europa a través de la ley en contra de la Burqa (el velo integral que cubre a todo el cuerpo y cara de la mujer) en Francia o la ley contra la construcción de minaretes en Suiza, leyes que se están expandiendo en toda Europa es que precisamente en contra de lo que decía Toni Judt, lo que tenemos es una reacción nacional contra el multi-culturalismo. Aunque muchos en Europa vean con muy malos ojos a la política israelí de colonización y vean con dudas también el concepto del estado nacional judío por considerarlo anti liberal, ahora se están encontrando con su propia realidad, que es que sencilla. «Nos parecemos bastante a Israel». Aunque el concepto de ciudadanía en los países Europeos a diferencia del de Israel, separa a la religión del estado, de cualquier forma el nacionalismo cultural europeo no quedo de lado. Es más, ante la minima presión de minorías desafiantes como las musulmanas, las «mayorías» están dispuestas a cercenar aunque sea en un mínimo los derechos liberales a manifestar la religión como a uno le plazca.
 
¿Se viene un nuevo fascismo disfrazado?
 
Muchos de los críticos a Israel aducen que Israel se esta tornando en una sociedad fascista y racista. De ahí que la democracia se encuentra en peligro. También muchos críticos «liberales» en los Estados Unidos ven a Europa con preocupación.
 
En realidad hay de que preocuparse, pero no necesariamente de una caída de la democracia sino muy probablemente de lo que se puede definir como la «calidad democrática». Decía el filosofo canadiense Will Kymlicka que la calidad de un estado liberal se mediría por la forma en que este le de respuestas morales a sus minorías nacionales, (Quebec, árabes israelíes, Vascos, Catalanes, Escoceses, etc.) y a sus minorías de inmigrantes (musulmanes en Europa). Los estados de la Unión Europea liberal han resulto medianamente sus problemas con minorías nacionales en forma de políticas de «devolución económica y política». Sin embargo no han podido resolver sus problemas con las minorías musulmanas. O mejor dicho las esta resolviendo con el martillo de la «mayoría democrática». En Israel la mayoría democrática le está diciendo a la minoría árabe que debe ajustarse al estado democrático judío aunque a esta última no le sienta bien. Ni hablemos a minorías «no judías» y no palestinas que han llegado como refugiados de África o como obreros. Este es otro tema que merece un estudio aparte. Estos últimos no desafían al estado judío de Israel, sino que quieren integrarse a él. Para un republicano francés «anti-islámico», la presencia de obreros que quieren integrarse y defender la cultura republicana francesa es bien recibida al menos teóricamente. En Israel ese es todo un tema porque implica la conversión religiosa. Es decir que inclusive en el marco de los «nacionalismos post multiculturales» Israel todavía corre en la retaguardia.
 
Entonces cabe la pregunta, ¿es que vamos hacia un nuevo fascismo disfrazado? Mas bien que no. ¿Pero es que estamos en una democracia liberal? Tampoco. Más bien que nos estamos alejando de ella. En otras palabras, aparentemente los derechos individuales son conservados y protegidos tanto en Israel como en Europa, por lo menos por ahora. Los derechos grupales de minorías étnicas o religiosas se están empezando a mirar con sospecha. El caso es que para muchos «liberales» es necesario cercenar el derecho de las minorías étnicas que practican culturas anti liberales (musulmanes) por ejemplo. En Israel tampoco se necesita ser un fascista para reconocer que la verdadera disputa con los árabes es una disputa que esta ligada a dos narrativas nacionales contrariadas.
 
En ambos casos llegamos a la misma conclusión, las «mayorías» quieren un nacionalismo democrático pero culturalmente exclusivo. Las minorías que acepten el principio de la «hegemonía nacional de la cultura dominante» serán básicamente bienvenidas. Las que lo nieguen tendrán que enfrentarse con la mayoría democrática. Esto no implicaría el cercenamiento de derechos individuales, pero si el cercenamiento por aprobación mayoritaria de derechos culturales/ religiosos que se perciban como desafiantes de la identidad nacional.
 
Ante este desarrollo y volviendo al primer punto, lo interesante es que si Israel quiere permanecer a un mismo nivel de «discriminación» nacionalista cubierta bajo un manto universal debe aceptar la reforma de la ley de lealtad como es propuesta por A. Neeman. Dejarla en su estado actual, es un paso mas a la discriminación «sin cosmética».
Liberales en el mundo tienen todo el derecho a sentirse frustrados. Supongo que los Vargas Llosa, premio novel de literatura tienen de que preocuparse sin ninguna duda. Tanto como liberal anti nacionalista en general y como amigo de Israel en particular.
 
Por el otro lado nacionalistas, democráticos o no democráticos ven cierta luz y esperanza en un mundo «post políticamente- correcto». Estos últimos no son ni fascistas ni quieren tirar abajo el edificio de los derechos liberales. Muchos de ellos inclusive al estilo Sarkozy pretenden no dejar la cuestión nacional en propiedad de la derecha racista. La gran pregunta es, si podrán lograr ese ejercicio teórico y practico.
 
El tempo lo dirá. Mientras tanto…huele mal.