Coloquio

Edición Nº24 - Marzo 2014

Ed. Nº24: Pasaportes de América Latina para el salvamento de judíos durante el holocausto

Por Efraím Zadoff

Resumen:

La actitud de los países de América Latina hacia los judíos durante la Shoá se desarrolló a dos niveles: las posibilidades de inmigración que oficial o extraoficialmente brindaron estos países a los refugiados judíos desde 1933 a 1945; el otorgamiento de pasaportes y documentos de protección que podían resguardar a judíos de la persecución y del exterminio.

Este trabajo es parte de una investigación más amplia que se ocupa del segundo tema. Generalmente la acción de otorgar pasaportes para salvar judíos fue asumida por algunos diplomáticos latinoamericanos sin consultar con sus gobiernos y a veces en contra de su política. Algunos de ellos arriesgaron y perdieron su carrera por esta actuación netamente humanitaria. Hasta el momento se han realizado investigaciones sobre los cónsules de Ecuador – Manuel Antonio Muñoz Borrero y de El Salvador – José Arturo Castellanos, ambos reconocidos por Yad Vashem como Justos de las Naciones.


El propósito de mi investigación es la de descubrir la actuación de otros cónsules como ser Rodolfo Hügli del Paraguay, José María Barreto y José Gambetta del Perú, Max Brunner de Haití, Alfonso Bauer de Dominicana, y otros. Mi intención es la de estudiar y conocer a fondo la actuación de estos cónsules y su contexto, y el de verificar si, al igual que los casos de Muñoz Borrero y Castellanos, también a ellos les corresponde una reivindicación y un reconocimiento por su acción en aras de salvar la vida de semejantes.


En las actitudes de los países de América Latina respecto a los judíos antes, durante y después de la Shoá se puede distinguir dos tipos de actuación:


a.    Referente a la inmigración de refugiados judíos que trataban de huir de Europa, y la disposición a extenderles visas.


b.    La posibilidad de protección de víctimas judías por medio de la entrega de documentos de nacionalidad – pasaportes o “promesas”.


Generalmente, en ambos casos las personas a las que acudían los refugiados eran cónsules –de carrera o honorarios– que se ocupaban de la emisión de la documentación correspondiente. Detrás de ellos, en sus países de origen, estaban el Ministerio de Relaciones Exteriores y su ministro y el jefe de gobierno. Todos ellos eran funcionarios públicos conocidos, que debían cumplir con las instrucciones emitidas por sus gobiernos.


La investigación realizada en las últimas décadas en los archivos diplomáticos de varios países latinoamericanos indica que ninguno de estos países sancionó leyes o decretos que limitaran expresamente la inmigración de judíos. Sin embargo esta limitación existió y fue transmitida como instrucciones de trabajo a los cónsules en Europa.1  Así es como tenemos en nuestras manos copias de circulares que instruían a los cónsules a investigar detenidamente a los solicitantes de visas y denegárselas en el caso que descubrieran su identidad de judíos. Estas circulares fueron emitidas por las cancillerías de Chile,2 Argentina,3 Uruguay,4 Brasil,5 Perú,6 Venezuela, México7 y últimamente se encontraron también las emitidas por Ecuador8 y Paraguay.9


Sin embargo, y a pesar de estas instrucciones expresas, son conocidos los casos de varios cónsules que emitieron, ya iniciada la guerra, visas de inmigración a judíos. Algunos de ellos lo hicieron eludiendo estas instrucciones o interpretando algunos aspectos de la política de su gobierno e, inclusive, influyendo sobre la misma.


Otros cónsules hicieron lo mismo otorgando un número mayor de visas y arriesgando su posición y su seguridad personal al actuar abiertamente en contra de la política de su gobierno. Uno de los casos es el del embajador brasileño en Francia en 1922-1943, Luis Martins de Souza Dantas, quien emitió cientos de visas diplomáticas a refugiados judíos, contrariando las instrucciones de los funcionarios de su ministerio y del propio ministro Oswaldo Aranha.10


Estos casos y muchos otros, tanto los que otorgaron visas, los que las vendieron expoliando a los refugiados o transgrediendo principios morales básicos, y los que las negaron, son conocidos y sus nombres son mencionados en miles de testimonios atesorados en los diversos archivos que se ocupan del tema.11


El segundo tipo de actuación se refiere a la entrega de documentos de protección a judíos. El caso más conocido es el de diplomáticos extranjeros en Budapest que salvaron decenas de miles de judíos a partir de octubre de 1944, bajo el gobierno fascista del partido Cruz de Flechas apoyado por los alemanes. Entre los documentos utilizados por estos diplomáticos había miles de pasaportes y certificados de ciudadanía de El Salvador emitidos por su consulado en Ginebra, Suiza, y distribuidos por el cónsul suizo en Budapest Charles Lutz.12


El caso menos conocido es el de la utilización de pasaportes y “promesas”, que brindaban protección a los judíos que los recibían, convirtiéndolos en posibles candidatos a operaciones de canje de prisioneros entre los Aliados y Alemania. Este trabajo se dedica especialmente a este tema.


Estos documentos fueron emitidos por diplomáticos latinoamericanos, en su mayoría apostados en Berna y Ginebra, Suiza y en Estocolmo, Suecia, ambos países neutrales durante la guerra. Los pasaportes eran de dos tipos: en forma de libreta, tal como el caso de los de Ecuador, Perú y otros, o una hoja de papel de tamaño oficio, como el caso de Honduras, Paraguay, El Salvador, etc. En ambos casos los documentos portaban las fotografías de las personas en cuyo nombre se habían emitido, que podía llegar a ser una familia entera en un pasaporte. A veces se les adjuntaba una certificación notarial para que se vean más convincentes.


Las “promesas” eran un documento que certificaba que su portador estaba bajo la protección del país emisor y que se le había prometido que al presentarse en un consulado de ese país recibiría su pasaporte.


El propósito de estos documentos no era el de permitir la emigración al país emisor13 sino que servían como documento de protección en dos situaciones:


a.    A mediados de 1942, los alemanes decidieron, especialmente en Bélgica y Holanda, que los judíos que no tenían ciudadanía serían los primeros en ser expulsados a campos de exterminio. En esta categoría estaban los judíos alemanes que habían emigrado durante los años ’30 y que por las leyes de Nürenberg habían perdido la ciudadanía alemana.14


b.    A fin de 1942, y con la intención de promover el canje de prisioneros con los Aliados, el departamento legal del ministerio de Relaciones Exteriores alemán propuso concentrar 30.000 prisioneros que podrían servir como rehenes para el canje por alemanes en poder de los Aliados. Estos alemanes eran prisioneros de guerra como así también alemanes que en el pasado habían emigrado a los países Aliados o a países neutrales, que habían sido recluidos en campos de detención por ser ciudadanos de un país enemigo y que deseaban retornar a la “madre patria”. El plan de los 30.000 rehenes, aprobado por el canciller Von Ribbentrop y por Heinrich Himmler, consideraba la concentración de judíos con ciudadanía –verdadera o ficticia– de los países Aliados o neutrales. Dada la importancia de estos “rehenes”, debían ser mantenidos en condiciones relativamente razonables, infinitamente mejores de las que sufrían la mayoría de los judíos en campos de concentración y trabajos forzados y por supuesto los salvaba de los campos de exterminio. Para este fin fue acondicionado el campo de Bergen Belsen como campo de transición.15


El primer transporte de algunos miles de judíos a Bergen Belsen se realizó a mediados de 1943 desde lugares en Polonia en los que se concentraron especialmente judíos con documentos extranjeros: Hotel Polski16 en Varsovia y la cárcel de Montelupich en Cracovia.17 Muchos de ellos portaban pasaportes de Paraguay y Honduras, y en menor cantidad de Ecuador, Perú, Haití y Guatemala, aunque la mayoría tenía “promesas”. Las esperanzas despertadas en los judíos que se acercaban a la liberación, se desvanecieron al poco tiempo. En octubre de 1943 las SS requisaron todos los pasaportes para verificar si eran reconocidos por los países emisores. Al comprobar que los países latinoamericanos no los reconocían, casi todos fueron enviados a Auschwitz. Sólo 350 se salvaron de ese transporte y permanecieron en Bergen Belsen.


El mismo proceso sufrieron los judíos que fueron enviados desde el sur de Polonia al centro turístico de Vittel en el noreste de Francia. En noviembre de 1943 las SS requisaron sus pasaportes y aguardaron hasta abril de 1944 para recibir el reconocimiento de los diferentes países. Finalmente, al no recibir este reconocimiento, fueron despachados a Auschwitz en mayo de ese año.18


Paralelamente a estas acciones, de enero a septiembre de 1944, los alemanes enviaron a Bergen Belsen desde el campo de tránsito de Westerbork en Holanda 3.670 judíos con pasaportes latinoamericanos y otros documentos, y fueron internados en la sección Campo Estrella (Sternlager). Su destino fue menos desgraciado que el de los demás y algunos cientos lograron ser canjeados por alemanes o sobrevivieron la derrota nazi.


Esto se debe al cambio en la política de Estados Unidos y en consecuencia de los países de América Latina, respecto al reconocimiento de estos pasaportes y a la posibilidad de realizar un canje de prisioneros. El marco en el cual se tomaron las decisiones al respecto fue el Comité Asesor de Emergencia de Defensa Política de las Américas, en cuya sesión de mayo de 1943 en Montevideo, decidió que no se reconocerían estos documentos ni se realizaría canje de prisioneros dado que no querían recibir refugiados. Detrás de esta decisión, además del mencionado rechazo por parte de estos países a la inmigración de judíos, estaba también la posición de Gran Bretaña y Estados Unidos contraria al traslado de mano de obra calificada a Alemania y la de recibir refugiados.19


La modificación mencionada en esta política comenzó con el cambio que se registró en Estados Unidos a comienzos de 1944 respecto a los judíos, a pesar de la política llevada por el Departamento de Estado. En ese momento se establecó el WRB – Comité para Refugiados de Guerra (War Refugees Board) que intentó ayudar en el salvamento de refugiados judíos. Este cambio fue acompañado de una nueva decisión del Comité Asesor de Emergencia del 31.5.1944 que reconocía a estos pasaportes como documento de protección pero con la condición expresa de que no sirvieran para la inmigración al país emisor. Esta decisión y la disposición al canje de rehenes fueron las que permitieron la negociación a fines de 1944 que condujo al canje en enero de 1945.


Los pasaportes latinoamericanos fueron conseguidos o adquiridos en consulados de países latinoamericanos en Berna y Ginebra, en Estocolmo, en Lisboa, y en algunos casos en Estados Unidos y algunos países de América Latina. Los países en cuyo nombre se emitieron estos pasaportes fueron: Paraguay, Honduras, Guatemala, Nicaragua, Perú, Venezuela, Haití, Costa Rica, El Salvador, Ecuador y tal vez algún otro.


Pasaportes de Ecuador


El caso de los pasaportes de Ecuador fue objeto de la primera parte de mi investigación. Los pasaportes fueron emitidos por el Dr. Manuel Antonio Muñoz Borrero, designado cónsul de Ecuador en Estocolmo en 1931. Cuatro años más tarde su posición cambió a la de Cónsul Honorario. El 6.2.1942 Muñoz Borrero fue despedido de su cargo por haber emitido pasaportes ecuatorianos y nunca pudo retornar a sus funciones en el servicio exterior de su país.


Su despido se debe a un hecho registrado durante la primera mitad de 1941. En esos meses, la compañía naviera sueca Johnson Line negoció con un grupo de 80 polacos residentes en la zona ocupada por la Unión Soviética y con Muñoz Borrero, con el conocimiento de su gobierno, la posibilidad de la inmigración de este grupo a Ecuador. Dado que este grupo carecía de pasaportes con los cuales conseguir las visas de tránsito correspondientes, Muñoz Borrero envió a Estambul, donde estaba el representante del grupo, 100 pasaportes firmados para que allí completen los nombres y fotos de los pasajeros. Por un mal entendido en el que estuvieron involucrados diplomáticos chilenos, llegó a Quito la información sobre el envío de estos pasaportes. Acto seguido, el Ministerio del Exterior de Ecuador despidió a Muñoz Borrero sin querer atender a sus razones para este procedimiento.


El gobierno sueco, tras recibir el anuncio de este despido en febrero de 1942, no tomó ninguna medida tal como solicitara el gobierno ecuatoriano y permitió a Muñoz Borrero continuar en sus funciones. Aparentemente, fue en la primera mitad de 1943 que Muñoz Borrero utilizó los pasaportes que recibió de vuelta de Estambul, y los emitió como documentos de protección para judíos residentes en Polonia y en Holanda. Esta fecha coincide con la época en que los alemanes decidieron implementar el plan de concentrar rehenes en Bergen Belsen.


Fue en este momento que un grupo de activistas judíos se dirigió a Muñoz Borrero solicitando pasaportes como documentos de protección para judíos en peligro. Entre ellos el rabino Abraham Israel Jacobson y un grupo de empresarios: Jacob Ettlinger, Fritz Hollander, Moritz Pineas y John Benzian. Probablemente, la idea de utilizar pasaportes como documentos de protección surgió al conocer la actuación en Suiza de organizaciones judías como el Vaad Hahatzalá, la Agencia Judía y la organización RELICO dirigida por Abraham Silberschein y la organización techo de moviemientos juveniles sionistas pionero – Hejalutz cuyo representante en Suiza era Natán Schwalb.


En primera instancia los destinatarios de estos pasaportes fueron judíos en Polonia que a mediados de 1943, tras el aniquilamiento del Gueto de Varsovia, fueron concentrados en el Hotel Polski en esa ciudad y posteriormente transportados a Bergen Belsen como señalé antes. De estas personas casi no hubo sobrevivientes y no se encontraron listas de los mismos, por lo que no se puede saber si entre ellos había quienes portaban pasaportes de Ecuador. La situación es diferente respecto al grupo de poco más de 300 judíos deportados a Vittel. En la lista detallada de nombres y nacionalidades están registradas 10 personas con pasaportes de Ecuador emitidos por Muñoz Borrero.


En diciembre de 1943 las SS requisaron los pasaportes para verificar su validez y permitieron a estos judíos dirigirse a familiares, a instituciones judías y al gobierno polaco en el exilio residente en Londres, para que intercedieran ante los gobiernos latinoamericanos a favor de un reconocimiento de estos documentos. También el gobierno de Estados Unidos, que en tanto había cambiado su política respecto al canje de rehenes y el salvamento de judíos, influyó sobre estos gobiernos y sobre la mencionada nueva decisión de Montevideo del 31.5.1944.20 Los gobiernos de Paraguay y luego de Ecuador, reconocieron la validez de estos pasaportes a partir de marzo o abril de ese año, pero procedimientos burocráticos por parte de estos países, y de España y Suiza que actuaban como potencias representantes de los mismos, impidieron que este reconocimiento arribe antes de fines de mayo, cuando estos judíos ya habían sido asesinados en Auschwitz.21


El segundo grupo que recibió pasaportes de Ecuador lo componían judíos alemanes emigrados a Holanda que carecían de ciudadanía. La protección que les brindaban los pasaportes los eximía de portar la estrella amarilla en sus ropas, los protegía de la expulsión al campo de trabajos forzados Vught en Holanda y a campos de exterminio, en los dos primeros años de ocupación.22 Finalmente les permitió ser elegidos para el envío al campo de Bergen Belsen, donde alojaban a prisioneros para el canje, en vez del campo de exterminio Auschwitz. Entre febrero y agosto de 1944, de los 3.670 prisioneros transportados a Bergen Belsen desde Westerbork, 96 lograron este destino gracias a pasaportes emitidos por Muñoz Borrero.


Este fue el único grupo que tuvo la oportunidad de salvar sus vidas gracias a estos documentos. El cambio mencionado en la política de los países americanos respecto al canje de prisioneros y al interés en salvar algunas vidas de judíos, promovieron las negociaciones entre los Aliados y Alemania nazi.23 Por su parte el gobierno de Ecuador accedió a no cancelar públicamente estos pasaportes y permitir su utilización como documentos de protección, no sin antes puntualizar que sus poseedores no se acreditarían a recibir visas de inmigración a ese país y debían entregar los pasaportes ni bien fueran liberados.


Finalmente, en enero de 1945 se llevó a cabo un canje de rehenes entre Alemania y los Aliados. Un tren con 301 judíos con pasaportes latinoamericanos, entre los cuales 69 portaban pasaportes de Ecuador, partió el 21.1.1945 de Bergen Belsen. Aparentemente 176 de ellos, incluyendo 31 con pasaportes de Ecuador, fueron obligados a descender antes de cruzar la frontera con Suiza debido a su estado de salud, y se los trasladó a los campos de Biberach y Wurzach en el sur de Alemania. Los 38 restantes arribaron a Suiza y de ahí, tras revisaciones y tratamiento sanitario, fueron trasladados, vía Marsella, al campo de refugiados Jean D’Arc en Philipville, Argelia.


Otros dos trenes que llevaban, entre otros, 15 judíos con pasaportes ecuatorianos, partieron el 10.4.1945 y el 23.4.1945, supuestamente a Theresienstadt. De estos 15 que viajaban en estos trenes, conocidos como “los trenes perdidos”, siete murieron en el camino.


Resumiendo, estos pasaportes emitidos por Muñoz Borrero postergaron la muerte de muchas decenas de personas. Los 10 judíos en Vittel vivieron durante algunos meses con la ilusión de que habían salvado sus vidas. De los 96 que llegaron a Bergen Belsen, 21 murieron por las terribles condiciones sanitarias y por la desnutrición imperante en este campo los últimos meses de 1944 y en 1945, o en vías de liberación. De los 263 judíos que recibieron los pasaportes de Muñoz Borrero, sobrevivieron 75.


Después de la guerra Manuel Antonio Muñoz Borrero no fue restituido al cuerpo diplomático de Ecuador. Permaneció en Estocolmo hasta comienzos de los años ’60. En 1962 se trasladó a México donde falleció en 1976. Muñoz Borrero mantuvo en secreto su actuación para salvar judíos, aún ante su familia, quienes se enteraron por primera vez de la misma de mi parte.


Esta investigación y la solicitud presentada a la comisión de Justos de las Naciones de Yad Vashem en nombre de representantes de cinco familias de sobrevivientes y del nieto del Rabino Abraham Israel Jacobson que actuó junto a Muñoz Borrero en la emisión de pasaportes en Estocolmo, es nuestro aporte para rescatar del anonimato a este héroe humanista. De este modo su actuación recibirá el merecido reconocimiento y agradecimiento por parte del pueblo judío, y por parte del gobierno y el pueblo de Ecuador.


Notas


1 Ver una reseña general del tema: Haim Avni, “Los países de América Latina y el Holocausto”, en Efraim Zadoff (red.) (2004), SHOÁ – Enciclopedia del Holocausto, pp. 85-94.
Irmtrud Wojak, “Chile y la inmigración judeo-alemana”, en: Avraham Milgram (ed.) (2003), Entre la aceptación y el rechazo – América Latina y los refugiados judíos del nazismo, pp.162-173.
3 Leonardo Senkman, “La cuestión de los refugiados judíos en Argentina y Brasil: la perspective de la política internacional y del neutralismo, 1928-1942”, en: Avraham Milgram (ed.) (2003), Entre la aceptación y el rechazo – América Latina y los refugiados judíos del nazismo, pp. 37-63.
4 Rosa Perla Raicher (2003), Uruguay, la comunhidad israelita y el pueblo judío, pp. 151-155.
5 Avraham Milgram, “O Itamaraty e os judeus”, en: Avraham Milgram (ed.) (2003), Entre la aceptación y el rechazo – América Latina y los refugiados judíos del nazismo, pp. 102-117.
6 Ver Juan del Campo Rodríguez (2012), El Tercer Reich visto pot Torre Tagle – Crónicas diplomáticas peruanas de la Segunda Guerra Mundial, Anexo 3 Decreto Supremo del 26 de junio de t936, Limitaciones a la inmigración y a las actividades de los extranjeros en el Perú, pp. 793-796. Ver también cita de Leon Trahtenberg (en una entrevista realizada el 31.3.2005) de una circular interna del Ministerio de Relaciones Exteriores de Perú del 9.9.1938, en: http://www.trahtemberg.com/articulos/669-historia-22-peruanos-murieron-en-auschwitz-.html .
7 Daniela Gleizer Salzman (2000), México frente a la inmigración de refugiados judíos: 1934-1940, pp. 123-146.
8 Ver Circular reservada No. 10-DC, Ministerio de Relaciones Exteriores de la República de Ecuador, Dirección General de Comercio y de Asuntos Consulares, Quito 29.12.1939; y a ídem, Sección Consular, Circular No. 25-SC19, 8.10.1942, copia de ambas en mi poder. Agradezco a Daniela Dorfzaun haberlas encontrado en el Archivo Histórico del Ministerio en Quito y enviado.
9 Ver informe del Cónsul General de Suiza en Buenos Aires al Jefe de su Departamento en Berna, 10.4.1940, en Swiss Bundesarchiv (Archivo Nacional suizo), Consuado de Paraguay en Ginebra, E2200.79-01#1970/171#6*. Ver también carta del Cónsul General del Paraguay en Zurich al Jefe de la Sección Consular del Ministerio de Relaciones Exteriores, Asunción, 24.5.1941. Agradezco a mi colega David Velázquez Seiferheld que me facilitó copia de este documento, tomada en el Archivo Nacional de Asunción, Paraguay.
10 Ver SHOÁ – Enciclopedia del Holocausto, p. 457 y Milgram (arriba n. 5), pp. 117-125.   
11 Por ejemplo en el Shoah Foundation Institute for Visual History and Education, (ShFI), University of Southern California, Los Angeles, Estados Unidos.
12 Sobre este caso ver: David Kranzler (2000), The man who stopped the trains to Auschwitz: George Mantello, El Salvador and Switzerland finest hour. El consul de El Salvador en Suiza, Cnel. José Arturo Castellanos fue reconocido en mayo de 2010 por Yad Vashem como “Justo de las Naciones”. http://www.haaretz.com/jewish-world/salvadoran-diplomat-who-helped-jews-during-holocaust-to-be-named-righteous-gentile-1.290339
13 La emisión de pasaportes comenzó aparentemente a fines de 1942, en tanto que Alemania prohibió la emigración de los países cuya conquista completó el 23.10.1941.
14 Desde el 30.1.1933 hasta la conquista de Holanda por los alemanes el 10.5.1940 ingresaron al país desde Alemania 33.000 judíos , 15.174 de los cuales aún permanecían en el momento de la conquista. Ver Dan Michman (1978), “Los refugiados judíos de Alemania en Holanda en los años 1933-1940” (hebreo), tesis de doctorado, Universidad Hebrea de Jerusalem, pp. 366-367.
15 Eberhard Kolb (1990), Bergen Belsen 1943-1945 (hebreo), pp. 18-23.
16 Abraham Shulman (1982), The Case of Hotel Polski – An account of one of the most enigmatic episodes of World War II.
17 Ver testimonio 40851 de Louise Gruner Gans, en ShFI, cuya familia recibió en el gueto de Cracovia un pasaporte de Honduras.
18 Ver lista de nombres de los deportados de Vittel y de Francia en general, en Serge y Beate Klarsfeld (1978), Memoria de la deportación de los judíos de Francia.
19 Arthur Morse (1998), While Six Million Died – A Chronicle of American Apathy, pp. 343-345. Max Paul Friedman, ‘The U.S. State Department and the Failure to Rescue: New Evidence on the Missed Opportunity at Bergen-Belsen“, Holocaust and Genocide Studies, 19:1, Spring 2005, pp. 26-40, sp. p. 40.
20 British National Archives (BNA), FO 371/42871.
21 A.W. Randall to Brotman, Board of Deputies of British Jews, BNA, FO 371/42755/6499, 14.4.1944.
22 Ver por ejemplo los testimonios de Vera Schlamm, ShFI 5239 y Helen Simon, ShFI 18838.
23 Rainer Schulze, ”“Keeping very clear of any ‘Kuh-Handel’”: The British Foreign Office and the Rescue of Jews from Bergen Belsen“, Holocaust and Genocide Studies, 19:2, fall 2005, pp. 226-251, sp. p. 236-237.