Coloquio

Edición Nº18 - Diciembre 2012

Ed. Nº18: El hombre que inventó la palabra sionismo

Por Egón Friedler

¿Quién inventó la palabra sionismo? ¿Herzl, Nordau, Jabotinsky, Bialik, Jaim Weitzman? La respuesta es: ninguno de ellos. Fue un personaje curioso: Natan Birnbaum (1864-1937) un escritor, periodista, pensador y activista sionista en Viena antes de Herzl que luego desempeñó un rol destacado en el Primer Congreso Sionista.

Birnbaum nació en Viena en una familia con raíces en Europa Oriental. Estudió leyes, filosofía y estudios del Medio Oriente en la Universidad de Viena entre 1882 y 1886. En 1883 a la edad de 19 años, fundó Kadima, la primera organización de estudiantes judíos en Viena con una clara orientación sionista, más de una década antes de que Herzl se convirtiera en el vocero y líder del movimiento. En 1885, siendo aún un estudiante fundó el periódico “Auto-emancipación” adoptando el nombre del célebre panfleto de Leo Pinsker. La publicación, con algunas interrupciones fue editada entre 1885 y 1894 y en ese último año cambió de nombre convirtiéndose en el “Diario Popular Judío” (Juedische Volkszeitung). En él acuñó las palabras “sionista” y “sionismo” (1890) y “sionismo político” (1892). Según el historiador del sionismo Alex Bein “Durante la década 1885.1895, Birnbaum fue la más destacada personalidad intelectual en los círculos judíos nacionalistas en Austria y Alemania”. En el primer Congreso Sionista fue electo Secretario General de la Organización Sionista pero pronto renunció por desavenencias con Herzl. Birnbaum fue inclinándose cada vez hacia un sionismo cultural, postulando al mismo tiempo un nacionalismo diaspórico. Adhirió a la tesis autonomista para los judíos de Europa Oriental, aprendió el idioma Yidisch y se postuló como candidato al Parlamento austríaco en Lemberg en 1907 pero perdió frente a un candidato polaco. (Según algunas versiones él habría obtenido la mayoría de los votos pero a facción polaca trampeó la elección). Birnbaum fue uno de los principales organizadores de la primera conferencia sobre el idioma Yidisch que tuvo lugar entre el 30 de agosto y el 3 de setiembre de 1908 en Czernovitz (hoy en Moldavia) contando con la asistencia de los mayores escritores en ese idioma vivos. Birnbaum vivió en esa ciudad entre 1908 y 1911 y publicó dos periódicos “Dos Folk.” (El pueblo) y Wojenblat (Semanario). A partir de 1912 se acercó al judaísmo religioso y en 1916 se convirtió a un régimen de vida ortodoxo. Más tarde escribió que él no había buscado a Dios sino que Dios lo había buscado a él. Entre 1919 y 1922 fue Secretario General de Agudat Israel, una influyente organización religiosa no-sionista. Pero también en las filas ortodoxas fue un inconformista. No encontró la espiritualidad que esperaba y fundó una institución de “Olim” con un programa específico de transformación de las masas, que unía los ideales religiosos con los del retorno a la tierra y la agricultura. A la llegada de Hitler al poder en Alemania en 1933 abandonó Berlín, ciudad en la que había vivido la mayor parte del tiempo entre 1911 y 1933 y huyó a Holanda. Allí editó durante 4 años la publicación “Der Ruf” (El llamado) de la cual artículos seleccionados fueron publicados en un folleto en 1936. En esta publicación a la que denominó su “testamento para el pueblo judío” escribió : “El ideal es crear un nuevo judío, basado en la Torá, cercano a la naturaleza y a Dios, creador, armonioso y feliz”. Natan Birnbaum falleció en Scheveningen, Holanda en 1937. Uno de sus tres hijos, Salomón, profesor de Yidisch y de paleografía hebrea, editó en 1956 una selección de sus obras con el título “El Puente”.

En su “History of Zionism”, Walter Laquear trazó con claridad y brillantez un perfil de este judío errante en el campo de las ideas : “Birnbaum tenía muy buenas razones para convertirse en uno de los líderes del movimiento sionista cuando respondiendo a la iniciativa de Herzl éste cobró nueva vida. Pero por una serie de razones (en parte por su propia falta) nunca encontró su lugar en el nuevo movimiento. Pronto lo abandonó y dejó el sionismo por el socialismo, predicando una activa política nacional en la diáspora, una idea que pocos años antes había rechazado como imposible. El antiguo hebraísta se convirtió en un ferviente defensor del Yidisch, que entonces era visto negativamente por la mayoría de los sionistas. El librepensador se unió a la organización ultra-ortodoxa Agudat Israel, de la cual se convirtió en uno de los líderes. En cada etapa de su errático desarrollo intelectual defendió sus convicciones con profunda convicción. No le faltaron ni profundidad intelectual ni honestidad, pero su inestabilidad lo descalificó como líder político.”