Coloquio

Edición Nº15 - Marzo 2012

Ed. Nº15: La diversidad viene llegando

Por Belkis Rogovsky

El término diversidad se encuentra cada vez más en boca de todos. Acerca del mismo se reflexiona dentro del pensamiento contemporáneo mundial. Aparenta ser un tema sencillo de abordar pero al mismo tiempo, presenta multiplicidad de variables. Indagando en el origen etimológico del vocablo descubrí que la palabra «diversidad» comparte la raíz latina vertere, con los vocablos: conversación, versus, verso, tergiversación, conversión y diversión, entre otros. Esta pluralidad de palabras generó que decidiera abocarme al análisis etimológico del término diversidad para enfocar desde esta perspectiva el presente trabajo.

La diversidad viene llegando hace muchos años a la Argentina, quizás deberíamos decir: viene llamando a sus puertas; mi pregunta es: ¿se responde a este llamado? y ¿de qué manera?
Hemos celebrado en la Argentina el Bicentenario a través de un recorrido por 200 años de historia. Parte de esa historia es la diversidad cultural, diversidad de abundancia y variedad de culturas. La unión de una o más culturas produce un nuevo fruto, enriquecido por los anteriores. Aquí el todo es más que la suma de las partes ya que genera un nuevo todo renovado.

¿De dónde proviene el término diversidad?

Este término proviene del latín divertere (verter), girar en dirección opuesta y de diversitas, abundancia y variedad; es decir, que la existencia de cosas variadas y disímiles giradas en direcciones opuestas, pueden generar entidades cada vez más variadas, transformadas y renovadas.
Diversidad y conversación comparten la misma raíz. La conversación ofrece un método de razonamiento y un desafío, tiene sabor y saber, comparte el pan y también el disenso, el «versus», término proveniente también de vertere. Las culturas que arribaron a la Argentina hace 200 años caminaron por una misma línea, por un mismo verso, también de la misma raíz, y al llegar a un extremo giraron alrededor de sus ideas, intercambiando sus diversos puntos de vista. Muchas de ellas no fueron comprendidas, fueron interpretadas erróneamente pero no por obstinación sino por tergiversación. Si analizamos esta palabra: tergiversar, veremos que incluye la misma raíz «vertere» y proviene del latín tergum, espalda, se dio la espalda a las nuevas ideas. Muchos llegaron a la diversidad por medio de la conversión, término proveniente también de la misma raíz. Llegaron al fin del camino, giraron, adoptaron otro verso que leyeron y eligieron. Elegir implica leer y conocer.
La diversidad bicentenaria construyó en la Argentina un mosaico cultural armado tal cual un trencadis, un mosaico realizado con trozos de cerámicos fusionados con argamasa, un pseifas en hebreo, que alude al arte decorativo que se logra uniendo fragmentos pequeños de material que cubren determinada superficie creando algo nuevo con una identidad propia y especial.

Un ejemplo de este trencadis o pseifas, ha quedado graficado en la obra literaria de Pedro Orgambide, quien trasladó varias de sus vivencias al terreno de la ficción, utilizando personajes y situaciones, como se ve en las novelas: Todos teníamos 20 años, Hacer la América y Pura Memoria. Las tres novelas presentan conceptos como tradición, raíces y sociedad, relacionados entre sí. Para las comunidades retratadas por Orgambide, la vivencia de culturas diferentes en la sociedad de Buenos Aires a comienzos del siglo XX, ofrece como resultado un saludable mestizaje cultural, donde las diversas expresiones conviven aprendiendo e incorporando valores unas de otras, como así también pueden ser motivos de disputa, de enfrentamientos e imposición.

Dentro de la diversidad también podemos hablar de interculturalidad, lo que implica comprensión y comunicación, interacción, compromiso para con el otro, entender al otro como ente colectivo, adueñarse de los significados y de los sentidos de otras culturas; son ambiciones genuinas de conocer y comprender la cultura del otro.

En este paso de la monoculturalidad a la interculturalidad existieron y existen barreras y obstáculos, ruidos en la comunicación. Los seres humanos gozan de vivir juntos, de acercarse y conocerse, y así perder el miedo. Por eso, a pesar de lo arduo del trabajo, se ven ejemplos de la labor de acercamiento que se ha venido llevando a cabo entre diferentes comunidades, especialmente fuera del sistema formal. A partir de aquí se enumerarán una serie de ejemplos que dan muestra de interculturalidad. Quisiera aclarar que esta selección responde sólo a criterios subjetivos de identificación y afectividad.

El Padre Durán, sacerdote, poeta, historiador y docente, inició en Santa Fe valerosas acciones que tuvieron por objetivo alejar el antisemitismo y las ideas racistas junto a los prejuicios existentes. A lo largo de toda su vida ejercitó su espíritu justiciero y caritativo. En el 2006 el gobernador de Santa Fe, Jorge Obeid creó una comisión especial con el propósito de homenajear por su obra a Monseñor Alfonso Durán.

Dentro del movimiento católico, observamos el grupo de los focolares, quienes se definen como: «una nueva corriente de espiritualidad centrada en el amor evangélico para suscitar «la espiritualidad de la unidad» en toda la familia humana», y que se proponen «destacar lo bueno común en otras culturas y religiones, y trabajar por la unidad en la diversidad con diálogo fecundo». Desde hace catorce años llevan a cabo, las denominadas Jornadas de la Paz Judeo-Cristianas, en la Ciudadela Mariápolis Lía sita en la localidad bonaerense de O’Higgins. En ellas se desarrollan diferentes actividades dentro de un clima francamente fraterno compartiendo experiencias de vida entre judíos y cristianos con charlas de rabinos y autoridades eclesiásticas católicas. Todas las jornadas culminan con una oración judía y una cristiana, y con la entonación del Salmo 133 que recita: Hiné ma tov umá naím shévet ajím gam iájad, Qué bueno y agradable es cuando los hermanos están sentados y también juntos o unidos

Desde la comunidad judía, esta labor intercultural se puede observar en casos como el del Yok. Esta es una organización que propone «vivir el judaísmo, cada uno a su manera, sin dogmas ni censuras, con la certeza de ser judíos y el cuestionamiento propio de una cultura viva. Yok es apertura y emoción». Desde hace varios años realiza para las festividades de Pésaj,( festividad que conmemora la salida de los hijos de Israel de Egipto), y Rosh hashaná (el año nuevo judío), actividades libres, en la calle, denominadas Pésaj y Rosh hashaná urbanos, donde todo aquel que quiera adentrarse en la festividad desde su gastronomía, sus costumbres, sus canciones, su arte, puede hacerlo acercándose al lugar y compartiendo, sin que nadie le pregunte cuál es su identidad; éste es un claro mensaje intercultural. Asimismo, el año anterior aprovechando la festividad de Succót, la fiesta de las cabañas, y sumándose a la transformación, el Yok, invitó a todos aquellos interesados, dentro de la comunidad a ayudar como voluntarios a construir un hogar, una casa para gente sin techo. Esta tarea se lleva a cabo dentro del marco del proyecto «Un techo para mi país», expresando un compromiso con lo humano sin tener en cuenta credo alguno. En estas actividades no existe ni filtro, ni frontera. Cada vez más se observa el genuino interés por los temas vinculados a las fuentes judías en actividades abiertas al público realizadas en marcos institucionales comunitarios, a las cuales asiste un creciente público no judío, lo cual da muestra de la interculturalidad mencionada.

En la Catedral Metropolitana de Buenos Aires, principal templo católico, el visitante se sorprenderá al observar letras pertenecientes al alefato hebreo sobre una de sus paredes. Esta es una obra de arte que da muestra de la interculturalidad que condensa y fortalece la idea de reconciliación entre ambas culturas. Este mural que evoca a las víctimas de la Shoá, fue inaugurado por el Cardenal Antonio Quarracino en 1997. Las mismas letras hebreas ilustran una única estampilla que fue emitida en 1998 conmemorando el primer aniversario del mural.

El Doctor José Alperovich actual gobernador reelecto de la provincia de Tucumán, juró sobre el Tanáj, sobre el Primer Testamento, y no como se acostumbra en nuestro país, sobre los Evangelios. Esto fue posible a raíz de la reforma de la Constitución Nacional que señala que todo argentino puede asumir el rol de Presidente de la Nación, independientemente de su credo. El gobernador solicitó amoldar lo escrito en la Constitución tucumana, a lo que indica la Constitución Nacional. Otro hecho a citar es el protagonizado por la Presidente de la Nación, quien en 2010 invitó a la Casa de Gobierno a miembros de la comunidad judía a brindar por el año nuevo judío.

Por otra parte, en octubre de 2010, la Argentina participó como invitada de honor en la Feria Internacional del Libro de Frankfurt. La Cancillería argentina solicitó a la A.M.I.A realizar dos muestras temáticas relacionadas con momentos relevantes de la vida judía en la Argentina y aquellos aspectos de la comunidad que reflejaran la integración de las minorías inmigratorias a la consolidación de la sociedad. La mutual judía contó con un espacio dentro del stand argentino donde expuso la muestra «Judíos Argentinos. Retratos en el Bicentenario». En la misma se relató por medio de retratos, la presencia judía en la Argentina en sus doscientos años de historia.

Son suficientes estos hechos esporádicos para que sea reconocida la diversidad y se logre una integración con las diferentes comunidades. Son importantes, pero no suficientes. Debemos con/vertirnos, trans/formarnos, ir hacia el final de la línea y girar en dirección opuesta. Saldremos enriquecidos de este ida y vuelta, durante el cual habrá un encuentro con el otro. Desde el comienzo del camino hasta este punto de inflexión y de cambio, deberá haber confianza, plasticidad y construcción conjunta. En ese mosaico que se forme no habrá ni disolución, ni fundición de los caminos recorridos. Habrá una nueva vía integrada por las rutas propias enriquecidas y de donde partirán bifurcaciones. Al no perderse las rutas de origen no se perderán las libertades y esto redundará en un fortalecimiento de identidades, no desde el fanatismo ni el fundamentalismo, sino desde la permanencia y el compartir los bienes culturales. La interculturalidad no es una tarea sencilla, porque existe dentro de la condición humana una matriz de pensamiento divergente que tiende a profundizar las asimetrías.

Dentro del sistema educativo de la Argentina, lo judío y lo musulmán aparece siempre codificado, agrupado, etiquetado, y dentro de los libros de texto se les adjudica poco espacio a estos temas. A un judío o un musulmán que no esté dentro de estos patrones estereotipados se los considera una excepción. Conocer es perder el miedo. Esto que parece tan sencillo es lo que conlleva a la conversación, a escuchar, y de ser aceptadas estas nuevas opiniones, podremos llegar al fin de la línea o del verso del que surgirá otro enriquecido y favorecido que nos conducir siempre hacia adelante.

No construimos sobre un papel en blanco, sino sobre un palimpsesto, donde hay huellas de otra escritura. Cada acción remite a una anterior. No se cierra. Todo es circular. Se intenta esclarecer lo anterior para comprender y aceptar que hubo, hay y habrá otras palabras para nombrar las mismas cosas. No se escribe sobre lo escrito, se buscan espacios para escribir y si es necesario, se repara.

A este camino aún le falta ser andado. El tránsito no ha culminado. Lo no escrito aún se deberá escribir porque nada surge de la nada. Todo se hace, parafraseando al poeta: «camino al andar». Para finalizar, vale una aclaración: compartir la diversidad es divertirse. La palabra diversidad también comparte raíz con diversión, que significa: apartarse de la rutina, apartarse en otra dirección, lograr distraerse. En la diversidad cambiamos nuestra rutina, entramos en nuevos conocimientos, los saboreamos, giramos el surco del arado en otra dirección. En lo diverso encontraremos la unidad.