Coloquio

Edición Nº21 - Julio 2013

Ed. Nº21: La evolución tras la revolución: Egipto, Israel y los Estados Unidos

Por Moises Korin

Rabí Moshé ben Maimón (Ramban), fue un hombre sin par en su época y hoy también continúa sorprendiéndonos. Fue filósofo, médico, teólogo, pero fundamentalmente fue un hombre que quiso transmitir a otros su sabiduría y su experiencia en la comprensión de la ley judaica.

Su familia y los exilios.


Nació en Córdoba (España), el 30 de marzo de 1135, en el seno de una distinguida familia, por vía paterna estaba conformada por generaciones de jueces rabínicos, estudiosos y dirigentes comunitarios. Su familia materna, en cambio, era de humilde condición. Desafortunadamente, su madre murió al darle a luz. Luego su padre se volvió a casar.

Quien deviniera después el legendario Maimónides, inició ya de pequeño sus estudios bíblicos y talmúdicos en la ciudad de Córdoba en una época de franco florecimiento de la convivencia entre judíos y árabes.

En 1148 la pacífica convivencia se quebraría y una ola de fanatismo almohade (movimiento religioso fanático islámico), hizo que su familia tuviera que cambiar a menudo de residencia y lo hizo en Andalucía. Vivieron en la ciudad de Almería, donde Maimónides completó sus estudios especializándose en filosofía, matemáticas y medicina. Allí trabó entrañable amistad con Averroes, gran pensador árabe (1126-1198).

Nuevamente en 1164 la familia debió trasladarse, esta vez viajaron a Fez en Marruecos. Entre las razones de elección de este nuevo lugar para el exilio de la familia se halla el hecho de que allí enseñaba Rabí Iudá Ibn Soshshan, famoso erudito judío de aquel entonces a quien el padre de Maimónides buscó para enriquecerse con sus enseñanzas las que también llegaron al joven Moshé.

Pudieron permanecer allí sólo cinco años ya que un nuevo sultán hizo que los habitantes judíos no pudieran continuar viviendo en paz allí.

Durante 1165 vivieron en Eretz Israel. Y al año siguiente, Rambam se establece en Egipto donde residirá el resto de su vida, primero en la ciudad de Alejandría y luego en Fustat, hoy Cairo.

Una combinación de exilios forzados para mantener su pertenencia judía y la búsqueda del saber marcaron la vida de Maimónides, ambos factores se traducirían luego en ejes de su obra escrita.
 

Médico y astrónomo: un apasionado del saber


En 1171 arriba al Cairo donde años después se gana la vida ejerciendo la medicina en la corte del visir Saladino y luego en la de de su sucesor. Con este oficio obtuvo gran fama y admiración popular. En 1177 fue nombrado por el sultán como dirigente de la comunidad judía de Egipto y de los países de oriente (Naguid).

Su obra médica, originalmente escrita en árabe, fue traducida a lenguas occidentales recién en el siglo XX. Sus adelantos respecto de la medicina continúan sorprendiendo a los contemporáneos quienes ochocientos años después se maravillan de sus adecuadas indicaciones médicas sobre prevención y tratamiento de enfermedades, así como también de la íntima relación entre mente y cuerpo. Para él conservar el cuerpo sano e íntegro era un mandamiento divino.
 
Pero una faceta menos reconocida de Maimónides es la de haber hecho precisos cálculos astronómicos que lo llevaron, tres siglos antes de Colón y de Magallanes, a afirmar la redondez de la tierra en la “Carta a los rabinos de Marsella” donde dice que se trata de “un hecho comprobado que sólo el ignorante rechazaría”.
 
Además de este notable adelanto para su época, Maimónides estuvo acertado en la medición de la duración del año; dicha medición fue más exacta que la de Tolomeo y hasta la del propio Copérnico quien la elaboró 365 años después de Rambam.
 

Su prolífera obra


Sobre conocimientos en medicina escribió un gran número de tratados. Entre ellos podemos mencionar el que dedicó al sultán Saladino, bajo el nombre de “Tratado sobre los venenos y sus antídotos” del año 1199, “Guía de la buena salud” de 1198 y la “Explicación de las alteraciones” de 1200.

Sus obras mayores relacionadas a la temática judía son “Carta al Yemen” (Igueret Teiman), la “Segunda Torá” (Mishné Torá) y “Guía de los perplejos”.

También es autor de obras filosóficas de gran peso en el pensamiento medieval, escritas durante los últimos años de su vida, como el “Tratado sobre la resurrección de los muertos”que data de 1191.
 

La guía de los perplejos


“La guía de perplejos”, “Moré Nevujim” o también más comúnmente traducida al español con el título de “Guía de los descarriados”, es una obra clave en su pensamiento filosófico y ejerció una fuerte influencia en círculos tanto judíos como cristianos y entre éstos, nada menos que en Santo Tomás de Aquino.

Se trata de una guía de orientación para los judíos ante sus inquietudes.

Escrita entre 1185 y 1200, en ella se establece una conciliación entre la fe y la razón dirigida a quienes vacilan entre las enseñanzas de la religión judía y las doctrinas de la filosofía aristotélica que entonces imperaban.

Maimónides demuestra que no hay contradicción en los puntos en que la fe y la razón parecieran oponerse. En otras palabras, elabora una conciliación entre el sentido de las escrituras y las verdades racionales.

La idea central en su pensamiento es el desarrollo de las potencias de la razón, sin que los preceptos religiosos le impongan un tope, sino que más bien la impulsen y complementen.

El punto nodal de esta obra es que posee igual valor la verdad de la revelación divina, como la alcanzada por el hombre por medio de la razón. La fe pura y el pensamiento puro se concilian en el punto en que ambos tienden a llevar al hombre a la perfección.
 

“Siendo esto así, se sigue (…) que cuanto más participe un individuo humano de ese esparcimiento en razón de su materia (más o menos) predispuesta y de su ejercicio, tanto más protegido será por la Providencia, si es cierto, como ya lo he dicho, que la Providencia, depende de la Inteligencia. La Providencia divina no velará, pues, de una manera uniforme sobre todos los individuos de la especie humana; al contrario, protegerá a unos más que a otros, a medida que su perfección humana sea más o menos grande.” (“Guía de los descarriados”).

 
La articulación entre la ley sagrada judaica y el raciocinio, se da a través del diálogo, la filosofía es aquí el puente para proponer una base racional al cumplimiento de los preceptos para que éstos no se vuelvan simple ritual sin sentido.

De este modo, al analizar el problemático Libro de Job, Maimónides en la “guía” establece claramente su interpretación del sufrimiento y la perplejidad de Job y escribe:
 

“Estas felicidades imaginarias, como la salud, la riqueza, los hijos, Job las había considerado como fin, mientras conocía a Dios sólo por tradición y no por la reflexión; por ello cayó en todos esos desvíos y profirió esos discursos (vituperables).” (“Guía de los descarriados”).

 
El lector a quien tenía en mente mientras escribía estas líneas, y a quien está dirigida la prosa en segunda persona singular, es su discípulo Yosef ben Yehuda ibn Aknin. Tal vez por esto, su estilo está marcado por la sistematización y la claridad expositiva. Se configura entonces una serie de tratados en los cuales prima lo dialógico: la razón dialoga con la Ley judaica y el maestro con su discípulo.
 

Tan sólo una muerte física


Murió en Fostat, el 13 de diciembre de 1204. Posteriormente su tumba fue trasladada a Tiberíades, en Israel.
Su muerte fue llorada por judíos y musulmanes. En Jerusalem se decretó un día de ayuno para su conmemoración.

Dice el epitafio de su tumba: “De Moshé a Moshé, no hubo nadie tan grande como Moshé”. Y esto sigue siendo verdad aún ocho siglos después, por ello es un placer descubrirlo y redescubrirlo.